Con vergüenza ajena

Por: Clara Inés Chaves (*)




Es impresionante y vergonzoso para el país el escándalo que está en boga relacionado con los recursos para la implementación de los acuerdos de paz.

En una nación tan desigual como Colombia es denigrante que no se tome en cuenta esta situación que nos tiene al borde de una catástrofe parecida a la de Venezuela, pues un alto porcentaje de la población se muere de hambre, el 30% de los territorios están abandonados por el Estado, muchos de ellos carecen de servicios públicos, de hospitales, de establecimientos educativos y de alternativas de empleo, entre otros.

Según versiones de prensa y en especial de la revista Cambio “al gobierno nacional no le gustaba el Acuerdo de paz, pero sí hurtar los recursos destinados a él». Parte de los recursos de la OCAD paz, que es el órgano responsable de viabilizar y aprobar proyectos de inversión que están financiados con recursos de regalías para contribuir con la terminación del conflicto armado han desaparecido. Esta institución forma parte de Planeación Nacional.

Siguiendo con la información antes señalada, se dice que funcionarios de Planeación Nacional, la contraloría, gobernadores, alcaldes y contratistas participaron de la gran tajada de los recursos para la paz.

Muchos de los dineros para la implementación de los acuerdos fueron donados por la comunidad internacional, por ello el secretario general de la ONU está pidiendo la investigación correspondiente.

La credibilidad del país y de sus gobernantes está en entredicho, pues resulta difícil creer que ante un hecho de corrupción tan significativo el gobierno no se haya enterado de la situación.

Unos recursos que se obtuvieron para aprobar proyectos por un período de diez años, es decir, del 2020 al 2030, fueron gastados desmedidamente en el año 2020 y sin los resultados esperados, pero al parecer si aumentaron el patrimonio de los funcionarios públicos relacionados con su ejecución. Ante estos hechos, uno se pregunta ¿Y dónde están el Presidente de la República y los órganos de control que no vigilan esa clase de programas?

Francisco de Roux. (Imagen: Cara a cara-VBM).

Jugar al tonto para negar estos casos de corrupción, continuar con el negacionismo y la violencia que el país y una parte importante de sus conciudadanos  han venido padeciendo desde hace varias décadas es desconocer nuestra historia, más aún cuando ha resultado una situación escandalosa y dolorosa que se ha visibilizado  en todo momento y dado a conocer por los distintos medios de comunicación a nivel nacional e internacional.

Parece ser que los intereses personales, la ambición política por el poder, el egoísmo y otros beneficios quizás oscuros imperan sobre el bien común. El mensaje que le estamos enviando al mundo es de violencia, de deshonestidad y de falta de voluntad política para lograr la paz.

Por otra parte y como si fuera poco, es asombroso también, que ante el excelente y profesional informe dado por la Comisión de la verdad se fustigue al padre Francisco de Roux, se le insulte y se ponga en tela de juicio su profesionalismo y a la vez el resultado de su labor como Presidente de la institución antes mencionada.

No es justo que unos pocos malintencionados perjudiquen la cohesión de toda una nación y la imagen de un país que ha pagado con creses la falta de gobernabilidad del Estado, aumentando así la desigualdad social y debilitando su institucionalidad.

Jugar con el dolor de las víctimas y hacer política con ello, no es ético. Si no reconocemos nuestra historia de violencia y la realidad del país, habremos perdido el año como dirían los jóvenes hoy en día. Que mensaje y herencia les estamos dejando a nuestros hijos, si la educación comienza con el ejemplo.

No tiene presentación que el gobierno Duque que se ha caracterizado por la falta de compromiso para la implementación de los acuerdos de paz y se ha burlado de la comunidad internacional, tenga el descaro de comenzar a criticar al gobierno del presidente electo Gustavo Petro, si ni siquiera se ha posesionado.

Lo que no se puede dejar de lado es una verdadera investigación sobre los recursos que desaparecieron los que ascienden a 500 mil millones de pesos, ¡casi nada!. La historia y el mundo lo juzgaran por su ineficiencia.

Álvaro Leyva y la política exterior de Petro

El anunciar el futuro nombramiento del Dr. Álvaro Leyva Durán como nuevo Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia ha sido un gran acierto por parte del Presidente Gustavo Petro.

La trayectoria política del Dr. Leyva es importante y sobre todo su gran trabajo por la paz del país.

La política exterior del gobierno Petro es acorde con la actual agenda internacional y junto al liderazgo del Ministro Leyva nuestra Cancillería va recobrar la luz que perdió durante el actual gobierno.

Álvaro Leyva. (Imagen: Forbes Colombia-VBM).

El acuerdo Nacional será ahora sí una realidad, de eso no me cabe la menor duda. Como exdiplomática de carrera que fui creo en el Ministro Leyva, y estoy segura de que los colombianos volveremos a recobrar la buena imagen que perdimos en el contexto internacional debido no solo a todos los escándalos  propiciados por algunos diplomáticos en distintos países , sino porque nos catalogaron como un narcoestado, paramilitar y corrupto.

Colombia podrá posicionarse en el escenario internacional y en particular en el regional como una potencia en términos del medio ambiente y en el tema de la paz.

En un mundo tan convulsionado como en este en que vivimos, el que Colombia busque y logre hacer un acuerdo nacional, significa la esperanza no solamente para nosotros los colombianos sino para el mundo.

Será entonces el camino hacia el desarrollo y el fortalecimiento de la institucionalidad y por ende de la gobernabilidad y del Estado de Derecho.

Es importante deponer los odios pues este proyecto será el de toda una nación sin distingo de cualquier condición, para que alcancemos las mieles de la reconciliación, de la unión de toda una sociedad, y del sentido de pertenencia hacia nuestra patria, lo  que será la fuerza de todo un país.

El luchar contra el cambio climático es una necesidad para la sobrevivencia de la humanidad. Tenemos uno de los pulmones del mundo que es la Amazonía  a la que debemos  limpiar de toda criminalidad. A través de ella podremos desarrollar la bioeconomía para el desarrollo sostenible del país.

Los principios generales de buena vecindad, como la paz, el ejercicio de la soberanía y la aplicación del derecho internacional están entre los elementos que deben ser ejes transversales de la política externa de Colombia, y que están incluidos en la política exterior del nuevo gobierno.

Con ese marco, desechar los graves problemas que afectan a nuestro país internamente y que tienen íntima relación con intereses externos a Colombia, debe ser parte de una política que, con el apoyo de la comunidad internacional, puede ser emprendida con decisión y eficacia. Urge que la diplomacia colombiana mire al mundo en su conjunto, es decir, que realice una política exterior basada en el respice omnia et orbis. Así mismo el país tiene que fortalecer las relaciones de cooperación sur-sur y ampliar los canales diplomáticos con el África.

La diplomacia cultural debe ser el cimiento de la política exterior bajo escenarios de posconflicto armado interno como una manera de facilitar la transición hacia la construcción de la paz.

Estoy segura de que la política exterior del presidente Gustavo Petro será la mejor herramienta para su política interna, y con el liderazgo de su canciller alcanzaremos, si no todos los sueños anhelados que nos permitan posicionarnos de manera positiva en el exterior, al menos los de la paz y  la reconciliación.

El diamante internacional
Si recordamos la historia de las relaciones internacionales de Colombia y de su política exterior estas han sido pobres, con algunas honrosas excepciones.

Es lamentable que el país no se haya dado cuenta de la importancia que tienen para Colombia y para sus connacionales las relaciones internacionales y en particular el buen diseño de una política exterior.

Recordemos que la diplomacia es la herramienta de la política exterior, y esta última, a su vez, es el instrumento de algunos de los aspectos de la política interior o del plan de gobierno del presidente de turno.

La propuesta del candidato Rodolfo Hernández de querer cerrar 27 embajadas y  varios consulados en el exterior es funesta para el país y para los colombianos.

En un mundo interdependiente y globalizado y ante el retroceso de la política exterior colombiana durante este gobierno, lo que se debe hacer es fortalecerla, recobrar la buena imagen que teníamos en el exterior y apoyar a los colombianos que se encuentran en los distintos países, algunos de los cuales se dan a conocer por su estigmatización hacia nosotros.

Presidente IvánDuque-Vicepresidenta,Martha Lucía Ramírez. (Imagen: archivo particular-VBM).

La Convención de Viena para los asuntos consulares señala muy bien las obligaciones que los países tienen para con sus connacionales. No podemos seguir evadiendo esta responsabilidad como lo que pasó con Venezuela que no solamente se rompieron las relaciones diplomáticas sino que hemos abandonado a todos los colombianos en el vecino país, ya que se cerraron todos nuestros consulados, cuando se debieron conservar.

Ningún país en el actual orden internacional se puede aislar. Se nota el desconocimiento que se tiene en esta materia.

Tenemos que recuperar la imagen del país y de los colombianos que hemos venido perdiendo a pasos agigantados, pues volvimos a que nos identificaran como narcotraficantes, paramilitares y corruptos.

Hay diversas clases de diplomacia entre la que encuentran por ejemplo la diplomacia cultural, la económica, y la comercial entre otras, las cuales son fundamentales para que los Estados fomenten la integración y la cooperación entre países, por ello se considera que las relaciones diplomáticas son un elemento crucial en la globalización política y económica.

Así mismo las relaciones internacionales son vitales para vigilar el flujo de los bienes e información para la promoción de la cultura humana, de la política, para crear lazos de amistad y confianza entre los distintos Estados y gobiernos, así como para una mejor comprensión de las diferentes culturas, la cual es fundamental en todo tipo de negociaciones que se realizan sobre distintos temas, sino también para generar coyunturas para el intercambio de estudiantes.

La diplomacia es el manejo de las relaciones internacionales, en las que se generan vínculos estrechos con la política, con la geografía entre dos o más países, además de las que se mencionaron anteriormente, se crean alianzas que repercuten no solo en la obtención de productos que sean difíciles de conseguir, sino que son un beneficio para las naciones para su política exterior y para obtener apoyos en las distintas candidaturas en que los Estados aspiran a tener un representante en los diversos organismos o entidades internacionales.

Estos vínculos se mantienen entre los Estados y entre éstos y los demás actores internacionales, los cuales están regidos por normas internacionales establecidas. En caso de algún conflicto entre países o entre regiones, es necesario tener intermediarios para evitar guerras o cualquier mal mayor y poder solucionar las diferencias de manera pacífica.

La diplomacia es clave para diversos aspectos de la sociedad diplomática internacional en general, y esta tiene una incidencia en la política interna de un país, por lo tanto, el cerrar embajadas y consulados sería darnos un tiro en el pie.

Cuando el río suena…

Ante la reciente noticia del pasado 22 de mayo por el diario El Tiempo lanzada por el candidato en un acto de plaza pública en Barranquilla en la que dijo  que convocaba a las campañas de Sergio Fajardo, de Rodolfo Hernández y a la suya propia para “ponerse en alerta” y los convocó a reunirse el lunes porque el martes tienen pensado darles un golpe a las elecciones del próximo domingo 29 de marzo. Tiene pensado suspender las elecciones y suspender los órganos que dirigen el régimen electoral en Colombia.

Ante este hecho Rodrigo Lara Restrepo en uno de sus Twitter del mismo 22 de mayo dijo: Dos principales riesgos electorales: Suspensión del registrador en estos días. Con la narrativa sobre Indra, sería pretexto de aplazamiento electoral. Ciberataques a servidores para que no se canten resultados. Pretexto para registrador Ad-Hoc y aplazar o meterle mano al escrutinio.

Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández. (Imagen: El Comerrico-Pero-VBM).

Si bien es cierto que podría ser especulaciones o estrategia política del candidato Petro como lo han dicho algunos políticos, también es cierto que en el país de Macondo todo es posible, pues aunque algunos quieran que Colombia no se parezca a unos países africanos o a Haití, lo innegable es que sí tenemos muchas semejanzas, y ante los hechos que han venido ocurriendo en los últimos años y en particular en esta época preelectoral como son el incremento de la violencia, la vinculación de algunos políticos a grupos armados ilegales como el Clan del Golfo por ejemplo, la creciente pérdida de control territorial por parte del Estado, el sometimiento de poblaciones enteras por parte de grupos al margen de la ley, el aumento de la grieta en la cohesión social entre otros temas más, no sería nada raro que por querer perpetrarse en el poder algunos quieran jugar al Superman o a la legión de la justicia con cara de Maquiavelo para dar un golpe de Estado dizque para defender la democracia, pero  la realidad será para enterrarla.

Parece que nuestro país no tiene dolientes, ya que la falta de gobernabilidad es absoluta y los hechos aterradores que se escuchan a diario en las noticias son escalofriantes, tanto como el adormecimiento de la sociedad civil que no se inmuta ante nada.

Independientemente de cual sea el escenario posible, bueno o malo, los colombianos debemos estar todos unidos para proteger la institucionalidad democrática y salir a votar en calma, a conciencia por el mejor candidato sin resentimientos.

Salir a las calles a protestar es darle pie al establecimiento para que decrete el Estado de sitio y es colocarle en bandeja de plata las herramientas para que tengamos una dictadura de derecha.

Recordemos que los populismos de derecha como de izquierda no son buenos en ningún país, y así lo ha demostrado la historia tanto en Colombia como en otras naciones del mundo.

Es ahora cuando más necesitamos de la cordura, de la sabiduría, de la calma y de la unión de todo un pueblo sin distingo social, o ideológico, o cultural, o religioso o político. Depongamos los odios y las posibles especulaciones para que en este momento histórico de nuestra democracia, fortalezcamos el Estado de Derecho, construyamos la paz, la inclusión y pensemos todos en la manera de obtener el desarrollo y la reconciliación que como país necesitamos a gritos.

Demostremos que como ciudadanos podemos cumplir con nuestras obligaciones constitucionales y hacerle un aporte al país a través del civismo, del respeto a la ley y a los otros, y sobre todo sin vender el voto al mejor postor, denunciando los fraudes, permitiendo que estas elecciones que se avecinan se lleven a cabo en paz y sobre todo aceptando el resultado de las mismas cualquiera que fuere. De nosotros mismos depende nuestro futuro y el de nuestra patria.


Los desafíos para el futuro

En algunas de mis columnas pasadas he hablado de la necesidad de que en el mundo en general y en Colombia en particular, hagamos un nuevo contrato social que sirva de referencia para la humanidad.

En recientes noticias escuchamos las declaraciones que dio alias Otoniel a la JEP en las que involucraba a diversos actores de la vida política, económica, militar y empresarial del país como miembros del clan del Golfo.

En las noticias de los diarios y noticieros se mencionan las distintas acciones violentas que este grupo subversivo está perpetrando en 88 municipios de 9 departamentos del país, como represalias por la extradición de su jefe natural Dairo Antonio Úsuga David.

Este panorama no es ajeno a otras noticias en las que se ha mencionado también a importantes personalidades del país vinculadas con paramilitares, narcotraficantes y otros grupos al margen de la ley.

En un país en el que escasean los valores, en el que una parte de la sociedad y algunos funcionarios públicos son corruptos, ¿cómo podremos lograr la paz y la gobernabilidad, si hay intereses que están por encima de los principios nacionales en su búsqueda por el bien común, el desarrollo, la calidad de vida, y la justicia social?.

(Imagen: Rebelión-VBM).

La ONU en un artículo del diario El Tiempo del domingo 7 de mayo titulado La oportunidad que tiene Colombia es también una oportunidad para el mundo,  propone una Agenda Común por el país. Recomienda plantar la base de un nuevo contrato social.

Las Naciones Unidas sugieren aprovechar este contexto electoral para  transformar las relaciones entre el Estado, la sociedad, el mercado y el medioambiente, y sembrar las bases de un nuevo contrato social enfocado en no dejar a nadie atrás. 

Lo que debemos preguntarnos es cómo sacar a algunos colombianos de su área de confort en la que se han venido encontrando durante años y en la que el delito y la corrupción son su denominador común, y cómo mostrar el ejemplo y fortalecer el Estado de Derecho para que la legalidad sea un estilo de vida.

Debemos aunar esfuerzos para rescatar la confianza, la solidaridad y la capacidad de transformación que tiene el país en beneficio de una nueva relación entre los gobernantes y los gobernados, en crear una institucionalidad más fuerte e incluyente con unas reglas de mercado y un sistema social más justo que piense en sacar de la miseria a una gran número de connacionales.

Los desafíos que tenemos hoy son urgentes, no solamente en términos de salubridad pública con el Coronavirus y otras epidemias que van surgiendo en la medida en que el cambio climático aumenta, sino en métodos que hagan viable el pago de la deuda externa del país sin que ahorque a la clase media que es la que sostiene el Estado, en tecnologías al servicio del campesino y del desarrollo del país, en educación que enseñe a pensar con un sentido crítico, creativo y constructivo.

Como lo mencioné en mi libro Crónicas de juegos y maquinaciones políticas, Colombia tiene los recursos naturales, las condiciones y una riqueza medioambiental que nos permitirían posicionarnos en el contexto internacional, y a la vez cumplir con los nuevos derroteros del mundo actual relacionados con el cambio climático, la protección de los ecosistemas y la biodiversidad en general.

La invitación es a que, en lugar de generar más violencia, odios y polarización política en la actual contienda electoral, se convoque a todos los candidatos presidenciales a que hagan entre todos ese nuevo contrato social incluyente.

Mirando al futuro

Es lamentable ver en estas elecciones como se ha recrudecido la violencia en los territorios y en particular en los departamentos del Choco y del Cauca.

Así mismo la agresividad de algunos seguidores de los candidatos es enorme. ¿Cómo pacificar a un país si, ni el establecimiento, ni algunos colombianos, demuestran su grandeza?

Muchos han criticado las recientes encuestas debido a su manejo y resultados. Lo cierto es que ellas también polarizan a la sociedad colombiana y lo que menos debemos hacer es eso.

Tratar de manipular a los votantes y producir con los resultados de estas encuestas un efecto triunfalista o de derrota no es ético. Debemos pensar que el candidato que gane las elecciones tendrá que gobernar para quienes lo eligieron y para los que se opusieron a él, es decir para todos los colombianos en igualdad de condiciones y con la mira puesta siempre, con orgullo, en el país .

Lo que deben pensar los colombianos es que necesitamos la paz para todos, y por ende requerimos un presidente que proporcione oportunidades a todos los ciudadanos, que recupere la soberanía y el control del Estado en esa Colombia olvidada, que reconquiste la dignidad de la justicia y del Estado de Derecho y la confianza en sus gobernantes con calidad de vida para cada colombiano en particular en los territorios donde no hay Estado y este fue reemplazado por la ilegalidad.

Ante toda esta ola de agresividad y violencia lo que más debe el próximo presidente es recuperar el civismo y los valores que como sociedad hemos perdido para que podamos reconciliarnos todos como hermanos que somos unidos en una sola bandera. Urge una cultura que nos una y nos enaltezca.

Lo que debemos es ejercer como sociedad los mandatos constitucionales que nos da nuestra carta magna para acabar con las minorías corruptas que le roban la paz y el desarrollo al país así como la calidad de vida de sus connacionales.

Por lo anterior debemos comenzar con nuestra obligación democrática de elegir a conciencia por el mejor candidato, por el que nosotros consideremos que amerita ser nuestro presidente, después de haber hecho un cuadro comparativo de cada uno de ellos y pensando cuales son las mejores propuestas de gobierno que tienen. No podemos seguir eligiendo candidatos a dedo por el que diga el vecino o por el que me compre el voto. A este hay que castigarlo en las urnas.

Necesitamos ciudadanos pacíficos con gobernantes serios que generen empleos, hospitales, centros educativos, vías de comunicación primarias, secundarias y terciarias, que desarrolle el campo, que nos coloque en el mapa geopolítico por nuestras ventajas comparativas, que cuide el medio ambiente y llegue a cada rincón del país ejerciendo soberanía y brindando seguridad.

Por ello es importante saber elegir con responsabilidad. ¿Si no cambiamos nuestra sociedad corrupta y violenta como podremos elegir al mejor? ¿Qué nos falta como nación para que aprendamos de nuestra historia y de la del mundo, para hacer de Colombia un mejor país y de los colombianos una sociedad unida y comprometida con su país?

Zapateiro a tus zapatos y Petro también

Para nadie ha sido una sorpresa la conmoción que el general Eduardo Zapateiro ha despertado, con ocasión de sus declaraciones políticas, y con toda la razón.

En un país como Colombia en donde el populismo, los insultos, la desfachatez y la bravuconería son aplaudidos por algunos y son sinónimos equivocados de valentía y de fortaleza, lo cierto es que se debe aprender a respetar nuestras leyes.

Nuestra Constitución Nacional en su artículo Artículo 219 prohíbe tajantemente a la fuerza pública intervenir en actividades o debates de partidos o movimientos políticos, ya que esta institución militar no es deliberante. Así mismo los miembros de la Fuerza Pública no podrán ejercer la función del sufragio mientras permanezcan en servicio activo, entre otros temas.

Lo único cierto es que si el Jefe de Estado que es quien debe dar ejemplo no lo hace, esto envalentona a otros como es el caso del general Zapateiro, con lo cual tanto el Presidente de la República que representa a la rama ejecutiva como las fuerzas militares están debilitando la democracia y el Estado de Derecho.

Hacer insinuaciones insidiosas  en cualquier tiempo y más en época electoral por el miedo de que uno de los candidatos pueda ganar, o hacer proselitismo debilitando más la institucionalidad y la gobernabilidad es incentivar la violencia y la polarización algo que no es conveniente.

Gustavo Petro-General Eduardo Zapateiro. (Imagen: EL Colombiano-VBM).

Las declaraciones del general Zapateiro solo recuerdan lo que las noticias nos han mostrado de los altos funcionarios del ejército en Venezuela, y si seguimos así, vamos a continuar el camino  de ese país, y no por Petro ni por el comunismo, sino por el propio establecimiento y por funcionarios irresponsables que aminoran al Estado y a su soberanía.

Vienen a mi mente las declaraciones de este general de fecha 6/02/20 en la revista Semana titulada General Eduardo Zapateiro: «lamentamos mucho la partida de Popeye, somos seres humanos«, por lo que nos deja muchas preguntas y despierta bastantes suspicacias sobre él.

Por el otro lado, se tiene que cambiar el estilo de hacer política y los candidatos deben llamar a la unidad nacional y al respeto por el imperio de la ley. Estamos cansados de ver como se despedazan entre sí y en lugar de fortalecer la institucionalidad la disminuyen aún más.

A su vez el candidato del Pacto Histórico no puede tampoco generalizar a costa de toda una institución las acusaciones que se les han imputado a algunos miembros individuales de la institución armada. En resumen siendo cuales son las circunstancias político sociales y económicas del país, lo recomendable es llamar a la prudencia para no echarle más leña al fuego y generar con ello más violencia.

Para nadie es un secreto que en el país los casos de corrupción son un mal que pulula como la gripe en todos los distintos sectores públicos y las Fuerzas Militares no se escapan de dichos escándalos que los vinculan en algunos presuntos delitos como el narcotráfico y apoyo al paramilitarismo entre otros.

La mejor manera de educar y de enseñar valores es a través del ejemplo y no exacerbando con discursos politiqueros y maniqueístas  al pueblo colombiano por un lado, ni a las tropas por el otro, ya que las fuerzas militares están para la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional tal como lo menciona el artículo 217 de la carta magna a todos los colombianos por igual y sin ningún tipo de discriminación.

El respeto es un valor que se exige y que el establecimiento debe brindar a todos los colombianos por igual. Tanto las Fuerzas Militares como los políticos y los ciudadanos en general deben ser tolerantes, respetuosos e incluyentes a fin de garantizar la convivencia pacífica.

Debemos acabar con lo que algunos llaman la economía política del odio que tomando las palabras del padre Leonel Narváez es vender odio para ganar votos.

Diagnóstico de un Estado moribundo

Parece que cada vez vamos de mal en peor y no nos damos cuenta, porque son tantas las malas noticias que una más, ni suma ni resta, o no sé si es porque la sociedad colombiana se encuentra adormecida que poco le importa lo que suceda en el país, o realmente cual será la razón de tanta decidía.

Son muchos los ejemplos que en distintos temas podemos mencionar. Partiré por el más simple pero importante que es el sentido de autoridad, el cual se ha desdibujado al punto que el bien común está por debajo de los intereses de unos pocos. Más se demoró la alcaldesa López en imponer medidas a los motociclistas para evitar hechos lamentables y violentos en las elecciones que se avecinan, que este gremio protestar. Como dirían las abuelas, si las medidas son para bien, porque me tengo que sentir aludido.

El negociar el sentido de autoridad propio de un contrato social para evitar la justicia por mano propia y tener una organización socio política  en la que todos se someten al imperio de la ley resulta lo más lógico, apropiado y civilizado, pero al parecer la autoridad se ha perdido y se confunde con autoritarismo y complacencia. A la sociedad se le olvido que cedió parte de su soberanía para que pudiéramos estar sometidos a un Estado de derecho libre y soberano.

De otra parte, tampoco vamos bien en la economía colombiana. Si vemos el informe reciente de la OCDE muestra un panorama en el que la brecha social ha aumentado, así como la informalidad laboral y la política estructural es débil, con lo cual el país se raja nuevamente. Para la institución antes mencionada, romper este círculo vicioso permitiría a Colombia dar un salto significativo en sus niveles de bienestar, la pregunta sería. ¿Hay voluntad política para hacerlo?

(Imagen: Kienyke-VBM).

¿Cómo podemos obtener la paz si la inequidad social y la falta de presencia del Estado son latentes en muchas regiones del país?

La falta de gobernabilidad y de identificación de los ciudadanos con el establecimiento, la inequidad social, el aumento de la violencia y los malos resultados económicos son factores relacionados entre sí que nos conducen al debilitamiento del Estado y de su institucionalidad.

Si la clase política sigue desconociendo esta realidad y haciéndose la de la vista gorda, pronto terminaremos como Venezuela, porque la crisis crece a pasos agigantados. Es la hora de las reformas estructurales y de una política pública de Estado seria y a largo plazo que equilibre y que responda a las necesidades sociales que la nación reclama, así como una mayor presencia y funcionalidad de la institucionalidad para devolverle la gobernabilidad que cada día perdemos, y que nos coloca en el estado de Levitan de Thomas Hobbes.

Los sofismas del presidente de Ecopetrol

Parecería ser que en Colombia nos encanta nadar contra la corriente de lo que el mundo requiere e impone para dar solución a problemas fundamentales como el cambio climático, la subsistencia del planeta y de la especie humana, la hambruna y la conservación de los recursos naturales siendo el principal de ellos, el agua.

Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol. (Imagen: Portafolio-VBM).

Mientras los líderes mundiales trabajan en encontrar alternativas para sustituir el petróleo, el gas y el carbón, en Colombia su gobierno insiste en el fracking sin importar su costo medioambiental y sobre todo su incidencia en la aridez de la tierra y en la escasez del agua.

Parece que se nos olvida que las guerras que se avecinan son por alimentos y por agua. La manera tan deportiva con la que realizamos análisis y le damos prioridad a ciertos temas es más que vergonzosa, pues nos hemos acostumbrado a ser inmediatistas, a apagar incendios y no a construir políticas públicas de Estado de largo plazo, integrales, que no solamente posicionen al país en temas medioambientales que es una de las ventajas comparativas que aún tenemos a pesar de toda la destrucción que hemos venido causando en los distintos ecosistemas, y de ser líderes en generación de estrategias y proyectos que se ajusten a las necesidades actuales que el planeta sufre y a nuestra propia idiosincrasia.

Hacer fracking en Colombia solo para que  los ingresos del Estado aumenten y la gasolina se conserve barata como lo menciono el director de Ecopetrol, no son razones suficientes ni de peso para justificar la destrucción con el medio ambiente, aumentar el alcance de sismos, temblores, terremotos y acabar con la fertilidad de la tierra, cuando debemos es desarrollar el campo, convertirnos en un país de reserva de alimentos para nosotros y para el mundo.

Casos ya se han visto que a pesar de las distintas bonanzas que el país ha tenido en diferentes momentos de nuestra historia, estas se pierden porque no se realizan inversión social ni en infraestructura, si no es que pasan a formar parte de las arcas de algunos políticos o en escándalos de corrupción.

Mientras el mundo mira más allá de su nariz, nosotros nos damos palmaditas para tratar de  convencernos a nosotros mismos de que nuestra mediocridad puede generar frutos.

Lo que debería hacer Ecopetrol es potencializar su responsabilidad medioambiental y social, y empezar a invertir en investigación para sustituir las energías no renovables de Colombia.

Si la empresa quiere aumentar los ingresos del país, tiene el deber moral, social, político y económico para encontrar fuentes de energía alternativa y desarrollarlas.

La radiografía del país

No hay nada más explosivo en una sociedad que la pérdida de valores y de autoridad.

La radiografía de la nación colombiana tal como  nos la muestran cada día las noticias es una pérdida de cohesión social y de construcción de país.

Cuando una comunidad no quiere su ejército ni sus autoridades nos deberíamos preguntar el motivo de ello. Es evidente que hay un distanciamiento entre los gobernantes y los gobernados y la falta de presencia del Estado en gran parte de la geografía colombiana ha hecho que la institucionalidad sea reemplazada por el establecimiento ilegal.

Lo lamentable es que la clase política con muy pocas excepciones sigue obtusa sin mirar la responsabilidad que ha venido teniendo en el debilitamiento de la democracia por ser los partidos políticos un cimiento de la misma y del sistema político.

Si bien el narcotráfico permeó los valores de familia, sociedad y país, la desidia del establecimiento y la pérdida de credibilidad en las ramas del poder público minaron la democracia, al punto de que los colombianos no creen en el sistema, ni en sus líderes y buscan justicia por su propia mano.

Esta es la peor radiografía de enfermedad de un país que aún no se percata de lo moribundo  que se encuentra.

Mientras esto sucede, nos seguimos desangrando, odiando y matando entre nosotros, como si fuera lo  más normal posible, y los candidatos a la presidencia con alguna pequeña excepción, siguen brindando shows de bravuconerías e insultos y buscando alianzas para vender el alma al diablo con tal de ganar el poder sin diseñar el nuevo contrato social que deberemos obligatoriamente celebrar todos los colombianos.

Este nuevo pacto deberá contar con reglas claras para la inversión social, para las relaciones con la autoridad y para el sometimiento al ordenamiento jurídico a fin de que recuperemos la justicia como un valor fundamental e imperante dentro de este nuevo acuerdo nacional que solo debe responder al sentimiento nacional, con unos intereses comunes de unión y desarrollo abrazado en el bien común sin distingo alguno.

Corte Suprema de Justicia. (Imagen: El País de Cali-VBM).

Recuperar la ética y el arte de gobernar debe ser nuestra principal meta si queremos recobrar el país de entre las cenizas en que se encuentra. Deberemos decir basta a los corruptos, a los alzados en armas, a los políticos generadores de odios y guerras, a los connacionales que venden su voto y a todo aquello que nos divide como nación.

No se nos puede hacer tarde para reflexionar y tomar el toro por los cachos. No esperemos a que el tejido social se termine de desintegrar, no podemos esperar a tener más hambre, más violencia, más injusticia. ¿Qué necesitaremos para despertar y salir del letargo y de la anarquía en que nos encontramos?

Estas próximas elecciones presidenciales son las más importantes en la historia de Colombia del presente siglo. Nuestro futuro no dependerá ni de la derecha, ni de la izquierda ni del centro, sino de votar a conciencia, por ideas, por programas, por la clase de país que nos merecemos y que queremos tener. Debemos elegir con la conciencia de un pueblo que realmente requiere un cambio hacia el futuro en paz, con reconciliación. Con desarrollo y en equidad.

(*) Exdiplomática y escritora

Clara Inés ChavesComunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas . Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente. Exdiplomática.

Sobre Clara Inés Chaves

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