Otro infame atropello contra la libertad

Escribo esta nota un 5 de julio, fecha patria para los venezolanos, aunque conmemorada bajo aciagas circunstancias, pues el régimen gobernante sigue pisoteando a su antojo el Estado de Derecho y el régimen de libertades, en su pretensión de perpetuarse en el poder a todo costo. Los numerosos antecedentes de fraudes electorales, ventajismos, y de implacable persecución a los opositores, a quienes no considera adversarios sino enemigos políticos, ha sido la constante a lo largo de casi un cuarto siglo de autocracia chavista y de impúdicos abusos de poder.

(Imagen: archivo particular – VBM).

Las expresiones de connotados voceros del régimen de que no se celebrarán elecciones en el país para perderlas, o que la oposición no volverá al poder ni por los votos ni por balas, bastan para evidenciar la total ausencia de voluntad política para que en Venezuela ocurran comicios limpios y con garantías. De allí que todos los intentos de diálogo a lo largo de las últimas décadas hayan resultado en engaños sistemáticos bajo deleznables pretextos, pues la constante ha sido no llegar a compromisos que impliquen condiciones electorales justas, con un árbitro independiente, y con una observación internacional creíble.

En esta ocasión, ante la proximidad de las elecciones primarias convocadas por la oposición para escoger una candidatura única en octubre próximo, la candidata María Corina Machado ha emergido como un fenómeno político, que ha ganado un apoyo popular consistente a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, demostrado fehacientemente en sus giras, y por eso había que intentar detener su avance sin contemplaciones. La inhabilitación de MCM decidida por un órgano administrativo del poder público, la Contraloría General de la República, representa un zarpazo al Estado de Derecho, que ha merecido el repudio de otros precandidatos de oposición, de dirigentes democráticos del mundo, y hasta de gobernantes de izquierda, como ha sido el caso de Gustavo Petro en Colombia y de Gabriel Boric en Chile, excepción hecha del cómplice silencio de Lula da Silva y de Andrés Manuel López Obrador, quienes en lugar de contribuir al  fortalecimiento de la democracia y a la moderación del radicalismo en la región, han asumido un triste papel en favor de las tiranías reinantes en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Otro triste caso es el del presidente argentino Alberto Fernández, quien se escuda hipócritamente en afirmar que los temas de política venezolana deben ser resueltos por los venezolanos, falaz postura ante la realidad de un país en el cual es evidente una violación sistemática de los Derechos Humanos, como lo corroboran los informes de la ONU, y más recientemente la decisión de la Corte Penal Internacional (CPI de proseguir la investigación contra el gobierno de Nicolás Maduro por presuntos delitos de lesa humanidad.    

La reacción de MCM ha sido contundente al afirmar que sigue adelante en la carrera de las primarias opositoras, y que la desesperación del régimen es tal, que se siente prematuramente derrotado en los futuros comicios presidenciales, si se cuenta con ciertas garantías. Las encuestas de  opinión elaboradas en el país confirman que una abrumadora mayoría de los habitantes desea un cambio político, pues las precarias condiciones de vida, la corrupción rampante, la extrema pobreza, la destrucción del aparato productivo, de los servicios públicos, la asfixia política, la inseguridad, la entrega de la soberanía a potencias extranjeras y la hegemonía informativa del Estado son de tal magnitud, que su solución solo puede provenir de un cambio surgido de la mejor opción, que es la  pacífica y constitucional derivada del respeto a la voluntad popular ejercida a través del voto, y no al estilo de otras autocracias que simulan elecciones como subterfugio para aferrarse al poder.

MCM ha expresado sin tapujos que la habilitación de su candidatura la expresa el pueblo en las calles, y que la maniobra oficialista será un “boomerang”, aunque no es menos cierto que aunque ella es la más temida contendora de Maduro, en la instancia del evento electoral de 2024 se requeriría de un mínimo de condiciones, tales como la apertura previa del registro electoral a los más jóvenes y a los residentes en el exterior, la observación electoral internacional independiente y cierta equidad en las reglas del juego, especialmente la no utilización del poder del aparato estatal como mecanismo de control social que coarte la voluntad de los electores, y finalmente, las auditorías al sistema electrónico de votación.

El cambio político en Venezuela es impostergable. La situación actual se ha hecho insostenible. Es evidente que existen poderosos intereses geopolíticos globales en el sostenimiento de la tiranía venezolana, tanto por parte de Cuba, Rusia, China, Irán, Turquía y Bielorrusia, como de los regímenes afines al Foro de Sao Paulo. Y lo que es peor, confluyen al tiempo los intereses del crimen organizado, que han convertido a Venezuela en un narcoestado y en centro de sus más oscuras operaciones, amén de la depredación ambiental mediante el ejercicio impune de la minería ilegal, aún en zonas protegidas. Todo ello marca una razón de peso más en favor del cambio en Venezuela. El país que fue durante décadas faro de la democracia en América Latina tiene el deber de rescatar su papel tanto nacional e internacional en rescate de los principios indeclinables de la dignidad del hombre y de respeto a los derechos humanos, que son pivote en la civilización occidental.

Las consecuencias del atropello de que es víctima MCA pueden resultar impredecibles. En primer término, porque la población podría sentirse impelida a desconocer las decisiones arbitrarias del régimen para generar situaciones de hecho que afectarían la institucionalidad en el país, o derivar en escenarios no deseables de violencia política en el país, como la que vivió Colombia en algunas etapas de su historia. Es la reflexión que debería hacer el despotismo gobernante, antes que dejarse guiar por el afán de subyugar al país al margen de la legalidad, creando escenarios de riesgo para la paz y la institucionalidad nacionales.

Es el momento histórico de asumir los postulados de nuestro glorioso himno nacional en el: “Gloria al Bravo Pueblo, que el yugo lanzó”, “Abajo cadenas, gritaba el Señor, y el pobre en su choza, libertad pidió”, “Gritemos con brío, muera la opresión, compatriotas fieles, la fuerza es la unión”. “Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”. Hay que convertir las primarias en un referéndum popular y avanzar con firmeza en el camino hacia el rescate de la libertad mancillada.

Venezuela tiene además el reto de enfrentar la tendencia prevaleciente en no pocos países del globo a defender concepciones políticas o ideológicas inaceptables, que proclaman que la democracia es relativa, y que por tanto puede ser es lo que cada gobierno quiere que sea. No es así, al menos en la cultura occidental y civilizada de la cual hacemos parte.

En estos momentos, todos somos MCM, independientemente de las preferencias o ideologías. Basta de persecuciones y atropellos. Si el régimen lograra por vías torcidas su reelección en 2024, superaría en duración la de la dictadura más longeva de la historia de Venezuela: la de Juan Vicente Gómez (1908-1935), 27 años, pues si el oprobioso régimen se mantuviera en el poder de 2024 a 2030, superaría 30 años de ejercicio, el más brutal, depredador y saqueador de la historia, desde que Venezuela nació como país independiente.   

Sobre Pedro Francisco Carmona Estanga

Pedro Francisco Carmona Estanga es político, economista y empresario venezolano. Fue presidente de la patronal Fedecámaras y opositor al gobierno de Hugo Chávez. Ejerció como presidente de facto durante 47 horas en los sucesos ocurridos entre el 11 al 13 de abril de 2002. Actualmente escribe sus reflexiones sobre diversos temas de actualidad e interés mundial en el portal “Economía y Política-PCE”.

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