Haití un abismo sin fondo

La historia de la independencia de Haití inspiró a los pueblos que buscaban en ese momento la emancipación de sus metrópolis.

Hay que recordar que los haitianos consiguieron ellos mismos su libertad de la potencia colonizadora francesa el 1⁰ de enero de 1804, a un precio muy alto para su desarrollo, ya que tuvieron que comprarla.

Haití fue el segundo país del continente americano en obtener su independencia y el primero de América Latina. Recordemos que fue François Dominique Toussaint-Louverture, un exesclavo que lideró este proceso, quien posteriormente dispuso la abolición de la esclavitud, y que entre 1793 y 1802 estuvo al mando de la revolución haitiana contra los ingleses y franceses. Luego fue capturado, desterrado y muerto en Francia.

No olvidemos la historia y la ayuda que el Presidente Alexandre Pétion le dio a Simón Bolívar y a su causa libertadora en los momentos difíciles que tuvo el libertador en su lucha por la independencia de cinco naciones.

(Imagen: archivo internacional – VBM).

Lo lamentable de todo ello es que, a pesar de haber obtenido Haití su emancipación, la historia nos cuenta que los países no querían tener relaciones diplomáticas con esta nación por su color de piel, pues no consideraban a este país como sus iguales.

Si bien es cierto que algunos actores internacionales no han obrado correctamente como ocurrió con la invasión de los Estados Unidos a este país en diciembre de 1914, cuyas tropas se apoderaron de los fondos públicos del banco y los transfirieron a Estados Unidos, a pesar de las protestas de los haitianos contra un «acto de piratería internacional»., también es cierto que Haití debe trabajar en lograr una cohesión social en la que todos remen de manera armónica y coordinada hacia un mismo objetivo que es conseguir su desarrollo y el fortalecimiento de sus instituciones democráticas.

Es importante en este caso entender que la cultura contribuye en la generación de las políticas públicas, y el reconocimiento de este aporte es fundamental para lograr el desarrollo sostenible.

En este sentido nuestro vecino país con el que compartimos fronteras marítimas debe darse su revolución cultural para que promueva una cohesión moral de apoyo entre el núcleo social, la cual va a crear una homogeneidad cultural que va conllevar a la confianza para que esta a su vez, favorezca la economía y el desarrollo y minimice los costos de intercambio.

La cultura tiene una gran influencia en la economía y en el desarrollo y en ocasiones es preciso hacer drásticos cambios culturales para que exista una nueva mentalidad que le permita al país avanzar en unión, en cohesión social, trabajo en equipo y en desarrollo.

Los valores colectivos influyen en la ejecución económica de una nación porque promueven el trabajo y la moderación en vez del ocio y el despilfarro, y a la vez ayude al desarrollo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) consagrados en la Agenda 2030 para la consolidación de cada objetivo, en particular a los relacionados con la educación con calidad, la salud, el crecimiento económico, y el afianzamiento de la gobernabilidad y la democracia en el país.

Por ello, a través de su revolución cultural Haití avanzar en la implementación de la Agenda 2030.

La ayuda que pueda brindarle la comunidad internacional no funcionará si no existen una cohesión social y una revolución cultural en Haití, ya que son ellos los que deben ponerse de acuerdo para trabajar en conjunto en la reconstrucción de su país a fin de garantizarle a cada haitiano una vida digna.

Por otro lado, Haití también padece los problemas transnacionales que agobian a la comunidad internacional como son el narcotráfico, la corrupción y la delincuencia entre otros, y en este sentido surge una pregunta: ¿qué están haciendo los Estados Unidos para controlar el tráfico de armas procedente de su país, que llegan a los grupos violentos ilegales en Haití?

Si bien es cierto que los gobiernos haitianos tienen su grado de culpabilidad en la situación actual del país, también es cierto que las potencias que históricamente han mantenido su rol en el mismo, la tienen de igual manera.

Si no hacemos algo por Haití, el problema saldrá de sus fronteras, por lo que Colombia, como país vecino tendrá que jugar un liderazgo importante a través de su política exterior para que la comunidad internacional junto con el pueblo haitiano, se ponga de acuerdo a fin de encontrar una solución a esta problemática que afecta a la región y que hace que aumente la migración ilegal.

Recordemos que la población está dividida entre quienes quieren el apoyo internacional, y quienes no, debido a los hechos históricos.

La actitud de Estados Unidos, como la de los demás actores históricos involucrados, no ha sido la correcta, y lo que están consiguiendo, tal vez, es que este país caribeño insular se vaya a los brazos de Rusia, lo cual no sería nada positivo para la región ni para Haití, ya que sería salir de un colonizador para pasar a otro en el que las libertades no existen.

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Clara Inés Chaves RomeroExdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.

Sobre Clara Inés Chaves

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