El inconformismo y el voto en blanco

Los recientes resultados electorales dejaron un elemento importante a analizar y es el voto en blanco, el cual brillo en su tercer y cuarto lugar en las grandes capitales y en algunos municipios en un primer y segundo lugar.

Aunque para muchos el incremento del voto en blanco como el abstencionismo o los votos nulos no tienen importancia, en un país que se diga que es democrático debe analizarse y de tenerse en cuenta por parte de clase política en particular y de los demás actores en general.

(Imagen: archivo particular- VBM).

El voto en blanco es una manifestación de hastío e inconformismo con los gobernantes y la clase política en general. Es decir, las cosas no van bien. Recordemos la sentencia de la Corte constitucional C.490 de 2011 en la que se menciona que en caso de darse ganador el voto en blanco, “se prevé la inscripción de candidatos para la nueva elección la que se llevaría a cabo dentro de los diez días calendario contados a partir del día siguiente de la declaratoria de los resultados por la correspondiente autoridad escrutadora”.

El voto en blanco tiene su peso específico, aunque, para que este se constituya en triunfador debe haber una mayoría absoluta, lo que significa el 50% más uno de los votos válidos, caso en el cual la votación deberá repetirse con nuevos candidatos.

Como lo mencioné, el voto en blanco es una vía de protesta contra el establecimiento. Las personas que deciden optar por votar en esa forma le dan un toque de sinceridad y espontaneidad a la protesta. Es decir, algunos consideran que estos ciudadanos son conocedores del sistema político en todos sus aspectos y aristas, y es a la vez un principio de identidad política capaz de transformar el statuo quo en su totalidad.

Algunos expertos consideran que en la medida en que el ciudadano este contento con lo que recibe del Estado en cuanto a su calidad de vida y al disfrute de lo que significa un Estado Social de Derecho, se reduce la posibilidad de usar el voto en blanco. Si, por el contrario, cuando la democracia y el Estado de Derecho se debilitan, la gobernabilidad también se afecta y es cuando se aumenta la insatisfacción social y por ende el voto en blanco.

Este voto en blanco puede liderarse y constituirse en un partido que lo promocione, y en tal sentido tendrá todas las prebendas que cualquier otro.

Otros estudiosos creen que además de las razones antes mencionadas, hay otras que conducen al voto en blanco y está se refiere a la cantidad de candidatos. A mayor candidatos menos opciones de voto en blanco. Esta clase de voto se puede también traducir en un abstencionismo. Cuando esté último refleja desinterés, el voto en blanco surge como una manifestación política.

Lo cierto es que independientemente de la ideología y del partido político, Colombia debe de estar por encima de todo ello.

El gobierno de turno sin importar su color político y la clase política en general debe tener muy en cuenta el resultado del voto en blanco en estas recientes elecciones, ya que se muestra una inconformidad por parte de la sociedad civil y un alejamiento entre los gobernantes y los gobernados.

La falta de justicia social no es culpa de un solo partido político, sino la carencia de políticas públicas de Estado de largo plazo que tiendan a que el establecimiento cumpla con su responsabilidad social y con la paz, de manera incluyente. Es decir, a la clase política con sus honrosas excepciones se le olvidó la mitad del país que carece de servicios públicos, de presencia del Estado y de calidad de vida.

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Clara Inés Chaves RomeroExdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.

Sobre Clara Inés Chaves

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