“Todo tiempo pasado fue mejor”. No se puede negar que, al menos en política, no hemos avanzado mucho, por el contrario, la corrupción, las componendas políticas y en particular en época electoral son espantosas porque los políticos de turno con sus honrosas excepciones no piensan y tampoco les interesa el país, sino lo importante para ellos son las encuestas, para saber si conservan la misma camiseta o se la cambian, ya que no existen partidos políticos sino una colcha de retazos como lo decía Luis Carlos Galán.
Desde la independencia del país la historia nos ha mostrado guerras y conflictos, y en particular una escasa madurez política, ya que nos hemos matado por el color de un partido frente al otro, y en la mayoría de las ocasiones por odios infundados por los algunos políticos, con lo cual la cohesión social es solo teoría, ya que en la práctica no se realizan esfuerzos para que esto se logre y nos conduzca a la pacificación y al desarrollo.
Como dirían algunos: mucho tilín tilín y nada de paletas. Las reformas sociales se quedan en retórica, ya que el partido de turno solo beneficia a su núcleo electoral olvidando que se debe gobernar para todos los colombianos sin distingo alguno.
(Imagen: archivo internacional – VBM).
Todos llegan con la bandera de la paz la cual está es cada vez más lejana porque la inequidad social es más grande, la impunidad y los chanchullos crecen, debilitando la gobernabilidad, el Estado de Derecho y la democracia.
Desde las últimas elecciones regionales el país se ha debatido entre la gobernabilidad y el respaldo al Presidente de la República, y ahora en lugar de concentrarnos en lo fundamental como lo decía Álvaro Gómez, ya estamos enfocados en quiénes serán los futuros candidatos presidenciales y cómo ir amarrando las próximas elecciones, ya que lo único que importa es el poder y no los problemas estructurales que tiene el país.
Salimos de un proceso de paz con las extintas FARC al que el mundo consideró como el más importante de todos, y ahora según algunos académicos el proceso de paz total parecería que no va a tener un final feliz.
Lo lamentable en un Estado tan centralista como Colombia, es que el poder en los municipios es peor que en la capital, ya que faltan verdaderos líderes que gobiernen con autenticidad, y es que hemos acabado con el significado de la democracia que ya comenzamos a ver que el imitar lideres autoritarios cae bien, o seguir el ejemplo de otros que tienen por costumbre pasarse la ley por la faja, y el insultar trae mejores dividendos en una sociedad ávida de autoridad, orden y valores.
Cada vez los discursos políticos son más incendiarios como si eso fuera lo importante, cuando la coherencia, el respeto, la solidaridad y la prudencia trae mejores resultados. El problema es que la miopía del cortoplacismo no nos permite construir en el largo plazo el país que en realidad debemos tener en el que la autoridad no sea vista como autoritarismo, el decir verdades no signifique persecución o discriminación, por ejemplo.
En una sociedad ignorante políticamente hablando es mejor no invertir en una educación con liderazgo y capacidades de análisis porque no conviene.
El trabajo en equipo es imposible porque el afán por figurar y el resultado de las próximas elecciones no lo permiten.
La pregunta sería, ¿que nos podría despertar a nosotros para no seguir como zombis que camínanos hacia el abismo?
—————————————————————
Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.