Una lección que Colombia debería aprender

El pasado 19 de agosto, el presidente de Perú Ollanta Humala promulgó la ley que define los límites de su país con el vecino Chile.  La ley establece la demarcación de la frontera marítima entre ambos países en base al fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Humala agradeció al equipo encargado de llevar a buen puerto este anhelo peruano y parece interesante saber qué equipo es éste y qué es lo que ha ocurrido.

Palacio de Torre Tagle sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Republica de Perú

Palacio de Torre Tagle sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Republica de Perú

Independientemente de las protestas surgidas en Chile tras la promulgación de ley peruana, éste parece ser el capítulo final de un diferendo fronterizo entre dos vecinos que se remonta al tratado de 1929 que fijó los límites entre ambos países y que, como se ve, no dejó totalmente satisfecho a Perú. Correspondió a Sebastián Piñera recibir el cubo de agua fría que se gestó durante el primer gobierno de Michelle Bachelet.

Detrás de este triunfo diplomático peruano hay unos nombres que no dicen nada a los colombianos pero cuyas biografías harían bien en estudiar los políticos, empresarios, militares en retiro y miembros de la farándula amigos del presidente Juan Manuel Santos que se dedican a la diplomacia, ya que es dentro de esos gremios y nunca de entre diplomáticos profesiones, que Colombia suele designar sus representantes en el extranjero.

Perú consideraba que había una situación injusta con respecto a su frontera marítima con Chile: las localidades sureñas Tacna, Moquegua y Arequipa casi no tenían mar y cuando el Canciller peruano José García Belaúnde propuso una negociación del caso a su homólogo chileno Alejandro Foxley, éste le contestó que Chile no estaba dispuesto a discutir el asunto y que el tema ya había sido zanjado por los tratados internacionales.

El tratado al respecto entre ambos países establecía un posible arbitraje del presidente de Estados Unidos, posibilidad que esgrimió García Belaúnde ante su homólogo chileno pero la respuesta de Foxley no pudo ser más desalentadora: “Cómo te imaginas tú que vamos a someter un tema así a un hombre tan tonto como George Bush”.  Foxley sabía que frente a un caso de arbitraje o de consulta, un gobernante nombra dos o tres peritos de primer nivel y hace suyo el dictamen de ellos, que es lo que seguramente habría ocurrido con el bobo texano que gobernó Estados Unidos.

De modo que el ministro de Exteriores chileno quiso zanjar el asunto recomendando a su colega peruano lo que éste menos quería: “Vayan a La Haya si no están contentos” retó Foley a García Belaúnde. Y, efectivamente, eso fue lo que hizo Perú el 16 de enero de 2008 cuando el gobierno de Alan García presentó a la Corte Internacional de Justicia de La Haya el caso de las fronteras marítimas entre Perú y Chile. El gobierno de Lima no las tenía todas consigo y a su canciller le asaltaban grandes dudas de que podría perder, es el riesgo que tienen los juicios y por eso siempre parece mejor negociar. Chile lo quiso así y, sin embargo, fue el perdedor.

Canciller Garcia Belaunde

Canciller Garcia Belaunde

Las causas de aquella derrota chilena fueron varias. La principal quizá es que Perú tenía razón, pero sobre todo que Torre Tagle, la cancillería peruana, es una de las más serias y profesionales de Latinoamérica. Para empezar, el canciller García Belaúnde, a quien le correspondió conformar el equipo que defendería los intereses de Perú en ese litigio, es uno de los diplomáticos de carrera más serios y respetables de su país. Perteneciente a una familia de magistrados, expresidentes y diplomáticos, se graduó en la carrera en la Academia Diplomática del Perú que culminó con un post grado en política exterior obtenido en Oxford.

Pero si hay alguien con mérito para atribuirse gran parte de este éxito diplomático es Marisol Agüero, coordinadora del grupo de profesionales encargados de sustentar ante la Corte Internacional de Justicia la demanda de Perú. Destacada en La Haya junto al embajador de su país Allan Wagner, la señora Agüero, una de las mayores expertas en Derecho del Mar, se dedicó a revisar los cuatro tomos de la memoria peruana ante La Haya, tres veces, al derecho y al revés. Lo hizo con precisión, verificando la posición de los mapas incluidos en los documentos, la cartografía, las citas y datos consignados. Vigilando que se cumpliera con el modelo impuesto por la corte, que determinadas palabras estuviesen escritas en estilo itálico. Incluso confirmando que el color de la tapa de los tomos fuese el requerido. No se le escapó nada.

Y otra cosa –otra lección para tanto “diplomático” colombiano más interesado en importar un vehículo de alta gama que en seguir puntualmente los intereses del país en el exterior– en Holanda, Marisol Agüero vivía de manera modesta. En su apartamento la acompañaban su laptop, algunos libros, muchos documentos sobre derecho marítimo y una figurilla de Mozart que compró por Ebay por ser una melómana consumada y gran admiradora del genio de Salzburgo.

Lo que muy poca gente sabía era que en 1990 aquella menuda diplomática peruana, algo tímida y más bien discreta, cuando acabó sus estudios en la Academia Diplomática después de terminar Derecho, había decidido graduarse con una tesis sobre la delimitación marítima pendiente entre Chile y Perú. Fue premiada por Torre Tagle y felicitada por Juan Miguel Bákula, el brillante diplomático peruano que planteó en 1986 la primera negociación con Chile para definir los límites marítimos. Le dijo: “Le pongo cinco veintes a su tesis”.

hallaY otro detalle a tener en cuenta, la delegación peruana que siguió puntualmente el caso de Nicaragua y Colombia en su pleito en La Haya sobre San Andrés, tuvo claro desde un principio que debía apartarse de la estrategia colombiana. “Aunque el trabajo escrito presentado por Remiro de Brotón era de calidad, juzgué que para el equipo pequeño que quería tener quizá no era el más apropiado, sobre todo por sus condiciones de expositor. Esto lo confirmé cuando asistí a la audiencia del caso Colombia-Nicaragua”, escribe García Belaúnde en sus memorias.

No es por casualidad que de entre los ocho secretarios generales de Naciones Unidas desde su fundación en 1946, Perú haya dado al único latinoamericano, Javier Pérez de Cuéllar, que ha ocupado ese cargo. El país tiene una gran tradición en esta carrera y cuenta con una prestigiosa academia dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, encargada de la formación y capacitación de los aspirantes a la carrera diplomática.

Bien haría Colombia, en donde tanta gente suele mirar por encima del hombro a sus vecinos víctima de un nacionalismo ramplón y de una soberbia estúpida, en aprender de Perú, como también de México y Brasil, y plantearse la formación de diplomáticos profesionales que sepan defender los intereses del país en exterior y que la diplomacia en Colombia deje de ser de una vez la agencia de viajes para enviar al exterior de paseo a los amigos del gobernante de turno.

Sobre Juan Restrepo

Periodista. Incorporado al plantel de Televisión Española durante 35 años, fue corresponsal de TVE en Extremo Oriente, Roma; México, desde donde cubrió Centro América y el Caribe; y Bogotá, para la Zona Andina

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