Bendita sea tu pureza – Cenizas al Viento
Camacho nunca fue ambicioso. Por eso, aunque empezó a trabajar a los diez años, en el momento de morir sólo tenía la vida. Se casó muy joven con una buena chica, que no entendió cómo las urgencias sexuales llevaron a Camachito frente a los altares, a escuchar con resignación las prédicas de un cura, a beber una copa de champaña y a ejercer de inmediato, con el visto bueno de la sociedad y el beneplácito de las sanas costumbres, la gimnasia amatoria que, del placer, fue derivando a la cotidianidad, luego al aburrimiento, más adelante a la resignación y ya al final de su tiempo al fastidio.
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