«Si no hay pan para el pueblo, ¿Por qué no le dan tortas?»
Es una vieja historia de los comienzos de la Revolución Francesa cuando María Antonieta, adornada con todas sus finas y valiosísimas joyas, perfumada y radiante, disfrutando su frivolidad, creía resolver con esas palabras los sufrimientos de un pueblo que fallecía de hambre en medio de la indiferencia de los ricos y sibaríticos cortesanos: "Si no hay pan para el pueblo ¿Por qué no le dan tortas?"
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