La tragedia que viven los palestinos hoy es el resultado de décadas de conflictos, injusticias y una responsabilidad internacional que no puede seguir siendo ignorada.
Tras la Primera Guerra Mundial, Palestina quedó bajo el Mandato Británico por decisión de la Sociedad de Naciones, una administración que supuestamente debía conducir a su independencia, pero que en la práctica nunca derivó en la creación de un Estado palestino soberano. En 1947, la ONU propuso el Plan de Partición, que establecía la creación de dos Estados: uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo un régimen internacional. Sin embargo, solo Israel proclamó su independencia en 1948, mientras que el Estado palestino nunca se materializó, condenando a su pueblo a una lucha constante por la autodeterminación.
(Imagen: archivo internacional-VBM).
Desde entonces, Israel ha expandido su control territorial mediante conflictos bélicos y políticas de ocupación, tomando la Franja de Gaza y Cisjordania en 1967. A pesar de que la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU exigió la retirada israelí de los territorios ocupados, esta obligación ha sido ignorada sistemáticamente. En su lugar, se ha profundizado la ocupación, se han construido asentamientos ilegales y se ha impuesto un régimen de discriminación y control sobre la población palestina.
La comunidad internacional no puede eludir su responsabilidad en esta crisis. El derecho internacional es claro: ningún Estado debe reconocer la anexión de territorios obtenidos por la fuerza, y todos deben trabajar activamente para poner fin a la ocupación ilegal. Sin embargo, la realidad es que muchas potencias han optado por la indiferencia, la complacencia o incluso el apoyo a las políticas de Israel, debilitando el sistema de normas que debería proteger a todos los pueblos por igual.
A pesar de múltiples resoluciones de la ONU y llamados a la justicia, la falta de acciones concretas ha permitido que la ocupación continúe, generando una de las crisis humanitarias más prolongadas de la historia moderna. La Corte Penal Internacional ha intentado investigar crímenes de guerra en Gaza, pero enfrenta fuertes presiones de actores como Estados Unidos, que han obstaculizado los esfuerzos para exigir responsabilidades.
El resultado de esta inacción es devastador: miles de muertos y heridos, desplazamientos masivos, pobreza extrema y generaciones enteras condenadas a vivir en incertidumbre y desesperación. Mientras tanto, las autoridades palestinas también han sido criticadas por violaciones de derechos humanos, pero la raíz del conflicto sigue siendo la ocupación israelí y la negación de los derechos fundamentales del pueblo palestino.
Este conflicto no es solo un asunto regional, sino una prueba de fuego para el derecho internacional y la justicia global. Permitir que un Estado actúe impunemente contra la legalidad internacional sienta un precedente peligroso que podría repetirse en otros lugares del mundo. La comunidad internacional debe actuar con firmeza para garantizar que el derecho internacional se respete, no solo en Palestina, sino en cualquier lugar donde la dignidad y la justicia estén amenazadas. No se trata solo de Palestina; se trata de la credibilidad del sistema internacional y de la defensa de los principios fundamentales que nos protegen a todos.
—————————————————————
Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.