Manos de seda

Igor Akinfeed

Igor Akinfeed

De los porteros en fútbol se suele decir que ocupan el puesto más ingrato.   A veces su felicidad dura poco. Puede ser efímera.  De héroes pasan a tal por cual. Nadie le agradece lo bueno si por una falla todo se derrumba. Detienen diez tiros de gol pero se equivocan en uno y el mundo se les viene encima. No podría decirse que el ruso Igor Akinfeed  estuviera en plan de figura. Había soltado varios balones y visto obligado a una rápida reacción para recuperarlos.  Lo rondaba la inseguridad ante la insistencia de los coreanos del sur,  de toque seguro y pases rasantes, amigos de la media distancia. Aun así, nadie, y menos el técnico italiano Fabio Capello o los jugadores de campo, se podría  imaginar que su resistencia caería por un disparo medio inocente de Lee-Keun Ho desde unos 35 metros. Brazuca le jugó una pésima pasada, tal vez ofendido porque no le puso el pecho y en cambio utilizó manos de mantequilla. Ya se cumplían cerca de 68 minutos de juego y el tanto les daba ánimos a los asiáticos peninsulares que casi no se creían el cuento.  Sin sospechar, por supuesto, que Jung-Sung-ryong, su joven guardavallas, en cierta medida devolvería la cortesía unos cinco minutos más tarde, cuando Dzagoev lo obligó a un rechazo y en la confusión dentro del área lo remató Aleksandr Kerzhakov,  para darle el empate a Rusia. Alivio para Capello, quien ya ponía cara de ternerito en ascuas. Fue un encuentro de nivel bajo, por instantes aceptable, que se llevó a cabo en el Arena Pantanal de Cuiabá y sirvió para cerrar el desfile de los 32 protagonistas del Mundial 2014. Creo que Rusia tiene un juego rutinario y no veo que justifique el optimismo previo de Capello. Con una historia de diez participaciones en la máxima fiesta del balón, ya es tiempo de que vuelva a evocar épocas de alguna lucidez, aunque dudo de que sea en esta oportunidad. Corea del  Sur, que asiste por novena  vez, tiene derecho a sentirse contenta. El punto apalanca sus expectativas hacia lo que resta en un grupo en el que sólo Bélgica hace diferencia.

 

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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