El Papa Francisco es el líder que la iglesia y el mundo necesitaban. Para él los protocolos y el beso del anillo, como acto de sumisión, está mandado a recoger, porque esta se lleva en el corazón, no en las apariencias. Entendió Francisco, que un Papa, antes que un burócrata, debe ser un hombre humilde, y que esta condición no hace perder la dignidad del pontificado. Que la iglesia es corrupta al cual más, que hay que corregirla y enrutarla. El mundo lo aclama, porque el mundo lo necesita como él es; porque el mundo quiere que se hable de las cosas que él habla: corrupción, humildad, dignidad, justicia social. Se siente parte de la gente y con sus gestos demuestra que es de carne y hueso y siente lo mismo que el más humilde o más rico de los hombres.
Nuestros prelados colombianos necesitan aprender mucho del Papa Francisco, ya el primero de nuestros curas vendió su Mercedes Benz, esperamos que muestre la factura y pague los impuestos correspondientes y no que lo esconda en un garaje para mejores épocas. Ojalá nuestros obispos y cardenales, se despojen de la soberbia, el orgullo, los silencios malsanos y combatan la pederastia. Ojalá entiendan que las enseñanzas de Cristo son portátiles y van a todas partes con devoción, sin orgullo y que para nada conjugan con la suntuosidad de sus palacetes. El ejemplo de cómo deben ofrecer su feligresía, lo tienen todos los días en este hombre digno, que en buena hora llegó para ser un líder auténtico. Que Dios lo guarde de los riesgos de su pontificado, que no están solamente en la calle, sino en las mismas entrañas de la iglesia.
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