La hora del divorcio

Por: Juan Restrepo

Supe hace años de un proyecto de divorcio en masa para todo un país. Mejor dicho, conocí a su autor. Su nombre no les sonará nada pero fue un personaje muy culto y visionario. Se llamaba Rafael Sánchez-Ventura y sus amigos sí son bien conocidos: Pablo Neruda, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Rafael Alberti y otros muchos por el estilo.

Hay una vieja foto de la década de los años 1930 en la que todos estos y otros más de igual postín de la llamada Generación del 27 en España, aparecen en la Residencia de Estudiantes de Madrid, sede de la Institución Libre de Enseñanza, un experimento pedagógico renovador de gran repercusión en la República Española. El personaje que aparece abrazado por Neruda es Sánchez-Ventura. Y está en aquel grupo por méritos propios, no por oportunista o porque pasase por allí por casualidad.

En aquellos convulsos años de la vida española hubo un episodio conocido como la Sublevación de Jaca, un pronunciamiento militar contra la Monarquía de Alfonso XIII que terminó con el fusilamiento de tres capitanes involucrados en los hechos y cuyos efectos se dejaron sentir cuatro meses después con la proclamación de la Segunda República.

El ministro de Gobernación in pectore de aquel fallido golpe fue Rafael Sánchez-Ventura y entre los primeros decretos que tenía preparados para la firma del primer consejo de ministros era uno según el cual todos los matrimonios quedaban oficialmente disueltos, todas las parejas de España quedarían divorciadas por decreto.

Con la salvedad de aquellas que quisieran seguir casadas y lo manifestasen por escrito a la autoridad competente, que podrían continuar en la unión que tenían hasta ese momento a todos los efectos legales. Los demás, todos quedaban divorciados.

Esta historia me viene en mente porque pienso que los colombianos deberían divorciarse de su Clase Política y las citas electorales que tienen próximamente representan una gran oportunidad. El instrumento ideal para ello es el voto en blanco. Y si se llegase a realizar, como sucede en todo divorcio, el hecho supondría una especie de borrón y cuenta nueva en la vida de este conglomerado humano tan engañado, traicionado y manipulado por esa especie de meretiz con la que han estado casados tanto tiempo.

Su Clase Política los traicionó y parecería que es hora de romper con ella y emprender una nueva vida. No será fácil, será traumático como toda separación, pero no parece haber otra salida. Hay voces que les dicen en este momento que no lo hagan, que es un suicidio, una locura, que votando en blanco su santa esposa la Clase Política –porque hay quienes insisten en que es una santa- va tomar represalias y sacará lo peor de ella.

Incluso una voz tan crítica siempre como Antonio Caballero, a quien no le hemos leído nunca una sola columna en muchos años defendiendo la Clase Política colombiana, aparece en víspera de elecciones diciéndoles que eso del voto en blanco es un embeleco, que doña Clase Política tiene su lado bueno, que es cuestión de buscárselo. “Hay que escoger a los buenos -dice Caballero-, sin duda que hay buenos entre los millares de candidatos que se presentan a las elecciones del domingo que viene”.

¡Hombre, que sorpresa! Resulta que en Colombia sí hay políticos buenos y nosotros sin enterarnos. Lo bueno que tiene esta situación en donde las encuestas dan al voto en blanco el 40,5 por ciento de posibilidades, es que los colombianos han empezado a entender que ese voto sí es una opción para castigar a la Clase Política, la posibilidad del gran divorcio.

Desconozco los porcentajes de reincidencia en el matrimonio de los divorciados pero imagino que es alto y como los colombianos no son la excepción seguramente se volverán a casar, no hay más remedio. Y es que así lo establece la Constitución y parece que las leyes de la vida en sociedad, la vieja ilusión de la anarquía de vivir sin políticos es imposible pero por lo menos el voto en blanco en Colombia ofrece la posibilidad de buscar políticos que vivan para la política y no de la política.

Echar a todos los que hoy se presentan y empezar a buscar gente nueva y valiosa y que sepa que hay un voto que los puede echar a ellos también a la calle es bueno y saludable. La Constitución dice que si el voto en blanco obtiene la mayoría habrá que repetir las elecciones con otros candidatos. Puesto que el voto en blanco es un voto de opinión y no un voto atado al clientelismo de los partidos, uno creería que hay más gente que opina que de la otra y que el divorcio es posible.

Si después de las elecciones que vienen sigue el matrimonio de los colombianos con su Clase Política querrá decir que, como sucede a tantas parejas, han decidido languidecer en su eterno sinvivir, dejándose engañar por la furcia con la que llevan en la cama tantos años. Y será, como dijo un famoso torero cuando la presentaron a un filósofo, porque “es que hay gente pa tó” (hay gente para todo).

Sobre Juan Restrepo

Periodista. Incorporado al plantel de Televisión Española durante 35 años, fue corresponsal de TVE en Extremo Oriente, Roma; México, desde donde cubrió Centro América y el Caribe; y Bogotá, para la Zona Andina

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