–¿Sabe cuántos matrimonios, noviazgos, amistades, uniones, arrejuntamientos, mangualas amorosas y contubernios nacieron como producto de sus canciones románticas? ¿Calcularía, además, cuántos hijos nacieron por esos temas?, le preguntamos a Juan Erasmo Mochi, en el programa Tu Noche que dirige Luis Guillermo Troya.
El barcinonense soltó una carcajada que estremeció la señal satelital. No paraba de reír, pero reconoció que sus canciones podrían forzar voluntades, tenían un hipnotismo romántico y contribuyeron a que se diera el romance. “En el amor todo es permitido, mientras no sea discutir, pelearse, echarse los trastos en la cabeza, es maravilloso. Y si hay canciones que propicien ese ambiente mágico para que se produzca, me parece maravilloso”.
Solo una pandemia pudo dominar a este indómito errante del mundo. Se paseó con su guitarra por buena parte de Europa llevando sus versos hechos canción en escenarios pequeños, regulares y grandes. Fue aplaudido en los Festivales de la canción de los años setenta, participó en los musicales de televisión del momento, grabó en los estudios con mayor tecnología del momento. Soñaba con otros mundos. Era un romántico empedernido. Poseía un corazón que le movía la mano para escribir letras que ocupaban los primeros lugares de los listados radiales. Fue uno de los monarcas de la balada.
Los muchachos de aquellos maravillosos años setenta le seguían la pista porque temas como “Que hay en tu mirada”, “Si la invitara esta noche”, «Cascabel», «Cada día te amo más», «Amor desesperado», “Amada mía” y “Un camino hacia el amor”, servían para encantar chiquillas. Todos, en esos momentos, eran también unos Juanes Erasmos Mochis.
Lo imitaban cantando, ellas caían seducidas con las letras, pero luego aseguraban a los ingenuos enamorados con argollas frente a un altar.
Un romántico por siempre
Ahora que tiene su canal de YouTube y que contesta a miles de fanáticas suyas, Juan Erasmo recibe mensajes en los cuales le hablan sobre esas letras que comparan con las de ahora y prefieren las de aquellos años.
Aunque se considera un romántico, Juan Erasmo es seguidor de toda clase de ritmos. “Me parece mágico que una persona escriba algo y le ponga música. Con eso ya es digno de admiración”, le contesta a la periodista Yamile Medina sobre sus autores.
En la actualidad el corazón de Juan Erasmo está triste. Valen, su hermano del arte, su amigo de conversaciones, su compañero de escenarios, marchó al cielo de los cantautores. “Valen era mi hermano, dicho con mayúsculas. Teníamos una amistad de más de 50 años que nos llevó a compartir escenarios en Ecuador, Colombia, España y en los Estados Unidos. Como compositor era excelente. Era el hombre de “La mano de Dios”, “Quiero amarte” y que cantaba con un gran sentimiento. En los últimos años estuvo aquejado por el Párkinson y luego por Alzheimer. Se despegó del ambiente de Madrid, quemó las naves, se fue apagando. Un día lo llevaron al hospital y allí resultó con una dolencia pulmonar que lo despachó de este mundo. España no le dio la despedida que merecía. La Madre Patria se ha portado como la madrastra de Blancanieves. Sólo Pilar Hung en Cali le hizo un gran homenaje y cuando lo vi, lloré de la emoción”.
De la machaca a la ciudadanía
El periodista Luis Alfonso Salcedo le pregunta por sus años en Venezuela y entonces el compositor se agita. Su voz se hace más fuerte para decir: “En Venezuela no hay libertad, está convertida en una porquería. El comunismo acabó con ese bello país. Esa pandemia socialista es mentirosa y se debe erradicar de la faz de la tierra, es, simplemente, espantosa”.
Para calmarlo un tanto le preguntamos entonces sobre “La machaca”, una composición que escribiera luego de conocer la historia que desarrollara el periodista Henry Holguín en 1970, según la cual, quien fuera picado por el animal, debía hacer el amor en menos de 24 horas o moriría.
A Juan Erasmo le contaron años después la curiosa crónica periodística. Entonces compuso una canción que llevó a los escenarios españoles donde se convirtió en una novedad.
En esa década, Juan Erasmo no conseguía una ciudad que lo retuviera. Pensó en vivir en Estados Unidos, cruzó luego por Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Venezuela, México y llegó a Colombia donde quedó impresionado por los paisajes, los valles, las montañas y porque apareció Ana Linda Zago, la modelo y actriz que paralizaba el tránsito cuando caminaba por la carrera Séptima. Los desprevenidos que la observaban debían ir al odontólogo para revisión dental.
Pero Juan Erasmo, con su Nóbel de conquistador, una guitarra afinada siempre y versos convertidos en melodiosas canciones doblegaron a la sílfide bogotana.
–¿Cómo analiza este tema de la pandemia en España?, le pregunta ahora Luis Guillermo Troya.
–En un país eminentemente turístico como España un pasajero tendría que entrar con una prueba sobre el virus y al salir, también debería de aplicar a una prueba. Así como lo hacen en Alemania. España es abierta de corazón, pero también de fronteras.
–¿Las redes sociales ayudarán ahora en temas musicales?
–El internet sólo ayuda a quienes montan las plataformas, pero el compositor, los músicos, los productores, no reciben lo justo. En cambio, si quiero oír mi canción debo escuchar antes dos o tres anuncios.
–¿Quién le mueve ahora el corazón?
–Mi nieta Eva.
–¿Ha pensado en tener la ciudadanía colombiana?
–Anhelo tenerla. Es una asignatura pendiente. Tuve residencia por razones de mi matrimonio y así estuve viviendo en Colombia mientras Ana Linda hacía sus novelas. Hace 13 años un cónsul de Colombia en España me prometió que me ayudaba con el tema del papeleo, pero no cumplió. Tengo derecho, pero las ganas son mayores. Sería un maravilloso regalo tener plasmado en un documento y cantar entonces: “Ay, qué orgulloso me siento de ser un buen colombiano”. (GRS).