El expansionismo de Trump: una mirada a su similitud con la estrategia de Putin

En el transcurso de la historia, ciertos líderes políticos han buscado consolidar su poder a través de estrategias expansionistas y autocráticas, ya sea territorial, política, comercial o culturalmente.

Si bien es cierto que en la actualidad existen figuras internacionales que se ajustan a estos perfiles, los que más sobresalen por sus enfoques similares en este sentido son: Donald Trump y Vladimir Putin, a  pesar de las diferencias ideológicas que podrían parecer obvias entre un expresidente estadounidense y un líder ruso aunque se debe reconocer que la economía rusa es capitalista después de la caída de la Unión Soviética, vemos que sus agendas comparten paralelismos inquietantes que merecen un análisis profundo.

El «Make America Great Again» y la nostalgia imperial

Trump llegó al poder con un mensaje claro: «Make America Great Again» (Hagamos a América grande de nuevo). Este lema, aunque en apariencia patriótico, esconde una visión que busca restaurar una época dorada percibida, cuando Estados Unidos dominaba el orden mundial sin cuestionamientos dentro del contexto de la Guerra Fría y el sueño americano era añorado por todos. Su política exterior durante su mandato reflejó esta ambición, con decisiones como el retiro de acuerdos internacionales, la imposición de aranceles agresivos y la presión sobre aliados de la OTAN para que aumentaran su contribución financiera. Estas medidas fueron vistas por muchos como un intento de reafirmar la hegemonía estadounidense a cualquier costo, aunque algunos también se preguntaron si con esa actitud pretendía aislar al país del Tío Sam y distanciarse de sus viejos aliados.

De manera similar, Vladimir Putin ha utilizado la nostalgia de la época soviética y de su grandeza como un hegemon que le hizo contrapeso a los Estados Unidos y que controló su órbita de influencia, como un pilar fundamental de su política. Bajo su liderazgo, Rusia ha adoptado un enfoque agresivo para recuperar influencia en territorios que alguna vez estuvieron bajo el control de la órbita soviética. La anexión de Crimea en 2014 y en la actualidad ocupa un importante porcentaje del territorio ucraniano, el apoyo a movimientos separatistas en Ucrania son ejemplos claros de su intención de restaurar el poder y el prestigio de Rusia en el escenario global.

El uso del nacionalismo como herramienta de poder

Tanto Trump como Putin han explotado el nacionalismo para consolidar su base de apoyo. En el caso de Trump, su retórica antimigratoria, el muro fronterizo con México y su insistencia en «América primero» han apelado a un segmento de la población estadounidense que se siente amenazado por la globalización y los cambios demográficos. Este nacionalismo también se tradujo en una política exterior aislacionista, que priorizaba los intereses internos sobre los compromisos internacionales.

Donald Trump/Vladimir Putin. (Imagen: BBC News-VBM).

La violación de las normas tanto nacionales como del Derecho Internacional Público han sido un símil entre estos dos mandatarios.

Por otro lado, Putin ha utilizado el nacionalismo ruso como una justificación para sus acciones expansionistas, manejando a su vez un doble discurso y doble moral con el África, exacerbando odios anticoloniales en ese continente contra Occidente en particular contra Francia. Bajo su liderazgo, el Kremlin ha promovido la idea de proteger a los rusos étnicos y a los «compatriotas» en el extranjero como una excusa para intervenir en países vecinos. Este discurso ha sido particularmente efectivo para consolidar el apoyo interno en un momento en que la economía rusa enfrenta desafíos significativos ante el bloqueo de Occidente.

No podemos desconocer las amenazas de Trump de querer tomar por la fuerza el Canal de Panamá y Groenlandia imitando así a Putin, y violando los principios de la Carta de las Naciones Unidas como el principio de soberanía de los Estados, por ejemplo.

La desinformación como arma política

Otra similitud clave entre Donald Trump y Vladimir Putin es su uso de la desinformación y la manipulación de la verdad como herramientas políticas, es decir el uso de Fake news, de la agresividad y la grosería que genera antivalores. Durante su mandato, Trump desafió constantemente los límites de la verdad, calificando a los medios de comunicación tradicionales como «enemigos del pueblo» y promoviendo teorías de conspiración. Este enfoque socavó la confianza en las instituciones democráticas y creó un ambiente de polarización extrema y de odios entre los propios conciudadanos.

De manera similar, el Kremlin ha perfeccionado el uso de la propaganda y la desinformación para influir tanto en el ámbito interno como en el exterior. A través de medios controlados por el Estado y campañas en redes sociales, Putin ha promovido narrativas que justifican sus acciones en el extranjero y debilitan a sus adversarios y al Estado de Derecho. Es irónico que el país que creo el Orden Liberal Internacional sea el que lo debilita y ayude a su enemigo de antaño a fragilizar la OTAN y a sus aliados Occidentales.

Conclusión: dos caras de una misma moneda

Aunque Trump y Putin operan en contextos políticos y culturales distintos, sus estrategias comparten puntos en común que reflejan una visión expansionista del poder. Ambos han explotado el nacionalismo, desafiado las normas internacionales y utilizado la desinformación como herramientas clave para avanzar sus agendas. Estas similitudes no solo ofrecen una visión preocupante sobre el futuro del liderazgo global, sino que también subrayan la importancia de defender los principios democráticos frente a tendencias autoritarias y expansionistas. Con todo ello se configura en el futuro cercano un nuevo orden mundial en la que China podría reemplazar a Estados Unidos, ya que Trump sin proponérselo con sus acciones está apoyando a sus contendores Rusia y China. ¿Estaremos en la era del neocolonialismo global? Algo que Occidente ha rechazado frente al actuar de los dos países antes mencionados en el África. ¿Cómo podría defenderse y posicionarse los países en desarrollo que no tienen esa cohesión nacional como Colombia, por ejemplo, y que no cuentan con la fortaleza militar ni económica ni comercial, para hacer contrapeso al imperialismo estadunidense, ruso y chino?

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Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.

Sobre Clara Inés Chaves

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