En lugar de que el mundo avance en la consolidación de los principios democráticos y de derecho internacional público retrocedemos.
Hoy vemos como gobiernos con apariencia democrática han adoptado prácticas autoritarias para perpetuarse en el poder. En Israel, por ejemplo, el desprecio por el derecho internacional y la consolidación de políticas que marginan a la población palestina reflejan una democracia selectiva, donde los principios de igualdad y justicia se diluyen ante intereses geopolíticos, y destruye de esta manera los principios del Orden Liberal Internacional, llamando al exterminio de un pueblo.
Putin-Netanyahu. (Imagen: archivo internacional-VBM).
En Hungría, Viktor Orbán ha moldeado el sistema político a su favor, restringiendo la prensa libre y debilitando el poder judicial para cimentar un modelo de «democracia iliberal» que está lejos de serlo, y además obstaculiza de cierta manera los avances de la Unión Europea al estar alineado a Trump.
Por su parte, Rusia, bajo Vladimir Putin, ha convertido las elecciones en un mero trámite, silenciando opositores mediante encarcelamientos y asesinatos políticos, y avanzando en su carrera imperialista sin pena alguna, y sin importarle la normatividad internacional, y si bloqueando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en su beneficio junto a su gran aliado China.
En El Salvador, Nayib Bukele ha concentrado el poder con medidas que socavan la independencia judicial y la libertad de prensa, utilizando el discurso populista y el estado de excepción como herramientas de control, empoderándose con los coqueteos y acercamientos que ha tenido con el presidente estadunidense, violando la normatividad internacional frente a los temas migratorios, abriendo las puertas de sus cárceles a extranjeros enviados por Estados Unidos violando al parecer los protocolos y los principios del debido proceso que son fundamentales en un Estado de Derecho.
Finalmente, en Turquía, Recep Tayyip Erdoğan ha convertido al aparato judicial en un brazo de su régimen, encarcelando opositores y utilizando la represión política para asegurarse la continuidad de su gobierno. Estos ejemplos evidencian una tendencia global en la que los líderes autoritarios han aprendido a usar las estructuras democráticas para desmantelar la propia democracia desde dentro.
La lista de países que violan la normatividad internacional es larga, ejemplo de ellos tenemos: Venezuela, Corea del Norte, Nicaragua, y Estados Unidos al pretender anexarse un estado soberano y libre como Canadá, entre otros.
Parecería que la humanidad no ha aprendido las lecciones que la historia nos ha dejado, y de las guerras que a través del tiempo ha devastado naciones enteras y ha traído ruina y desgracia.
Es importante tomar conciencia de no seguir socavando el sistema democrático con acciones como, por ejemplo: reformas judiciales y legislativas para favorecer al oficialismo, el uso del aparato estatal para perseguir a la oposición, el control de medios y manipulación de la información, con la restricción de libertades civiles bajo pretexto de seguridad. Estas prácticas no se pueden normalizar ya que son peligrosas para el Estado de Derecho, la gobernabilidad, la paz y la convivencia pacífica.
Debemos hacer no solamente un llamado a la comunidad internacional y a los ciudadanos a defender la democracia real, sino a constituirnos en actores para crear conciencia sobre la importancia que es fortalecer en nuestros países la democracia y saber elegir a quienes nos representan en las distintas ramas del poder público, para combatir no solo las malas prácticas que socaban la institucionalidad democrática sino el autoritarismo que conduce a la esclavitud.