Por Henry Mance
Lo que en definitiva puede decirse de los ecologistas es que no se les reconoce precisamente por su “buen ambiente”. La mayoría, más bien, son fatalistas, depresivos y hasta aburridos. O por lo menos esa es la imagen que se tiene de ellos.
Un ejemplo: Cuando el premio Nobel Al Gore presentó su documental Una verdad incómoda, el diario deWashington Post publicó una reseña en la que se decía textualmente: “El aburrido Al Gore ha hecho una película. Se trata del tema más aburrido de todos: el calentamiento global”.
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