Por: Guillermo Romero Salamanca
Una de las promesas de Simón Bolívar fue la Libertad para los esclavos, sin embargo no lo alcanzó a cumplir y sólo en 1821 en la constitución se logró la libertad de vientres, permitiendo que a partir de ese momento, quienes nacieran, serían libres.
La esclavitud ha sido una de las peores tragedias de la humanidad. Ya desde los tiempos de Abraham se hablaba del tema y con la llegada de los europeos al continente americano, por sus ambiciones de explotación en minas y agricultura, piratas y comerciantes miserables ocasionaron un temible negocio.
“La llegada de los españoles a América es el inicio de la implantación de la práctica de la esclavitud en esta parte del mundo, pues los recién llegados necesitaban de mano de obra barata. Al comienzo echaron mano de lo que tenían cerca, es decir los indígenas, pero la intervención de defensores de los indios como Bartolomé de las Casas entre otros, terminan con la esclavitud a los indios, pero España autoriza la traída de esclavos africanos por ser más resistentes al clima y a las enfermedades tropicales. Se inició entonces lo que la historia ha denominado el comercio negrero”, comentó el periodista, fotógrafo, locutor, poeta y escritor Manuel Tiberio Bermúdez.
“El siglo XVII marcó el auge de este comercio de personas que son utilizadas como mano de obra en las explotaciones agrícolas en América del Norte, la del Sur y el Caribe. No hay certeza sobre el número de esclavos pero se ha calculado que hubo unos 60 millones de esclavos de los cuales 24 millones fueron para América; 12 para Asia y 7 millones para Europa, mientras que el resto, es decir 17 millones, murieron durante las travesías”, agrega Bermúdez.
Viendo esta situación personas humanitarias como san Pedro Claver colaboraron de alguna forma con el cuidado de cientos de personas que llegaban a Cartagena en pésimas condiciones.
Miles de esclavos se rebelaron y fueron asesinados o desterrados sin piedad. En Colombia los hacendados no permitían que se diera una libertad a quienes les trabajaban la tierra en el Valle del Cauca o las minas de oro y platino en Antioquia.
El presidente José Hilario López, payanés y militar que se había rebelado contra Simón Bolívar con José María Obando, pero luego les concedió indulto, llegó a la presidencia en 1849. Odiaba a los jesuitas e incluso los expulsó del país.
El 21 de mayo de 1851 firmó la libertad de los esclavos a partir del 1 de enero de 1852, pero con la condición de que el Estado pagaba una indemnización a los propietarios de estas personas, representados en bonos.
El artículo primero manifestaba: “Desde el día primero de Enero de mil ochocientos cincuenta y dos serán libres todos los esclavos que existan en el territorio de la República. En consecuencia, desde aquella fecha gozarán de los mismos derechos y tendrán las mismas obligaciones que la Constitución y las leyes garantizan e imponen a los demás granadinos”.
El artículo segundo: “El comprobante de la libertad de cada esclavo será la carta de libertad expedida en su favor con arreglo a las leyes vigentes, previos los respectivos avalúos practicados con las formalidades legales, y con las demás que dictan el Poder Ejecutivo. Sº Único.- Ningún esclavo menor de cuarenta y cinco años será avaluado en más de mil y seiscientos reales si fuere varón, y de mil y doscientos reales si fuere hembra: y ningún esclavo mayor de cuarenta y cinco años será avaluado en más de mil y doscientos reales si fuere varón, y de ochocientos reales si fuere hembra”.
Los otros 17 artículos simplemente reglamentan la forma como se pagarán los esclavos y se les dará un documento.
Desde luego que los favorecidos fueron los hacendados y los empresarios de las minas que recuperaron su dinero, pero no hubo un pago una forma de supervivencia para los liberados.
Después de 1852, más que ser liberados, esos seres humanos quedaron a la deriva, sin propiedades ni apalancamiento financiero para declararse independientes y sin formas para llegar a la Educación. Hoy, millones de ellos se viven en situaciones similares de sus ancestros.
Un tema que sigue en la historia y en la investigación, pero que aún no se ha trabajado para hacer justicia.