La situación de orden
público y de seguridad ciudadana es cada día peor. A pesar de que empeora a
ritmo acelerado, no se ve que haya medidas y estrategias extraordinarias
exitosas para responder con eficiencia a esta grave situación.
La sensación que tiene la ciudadanía es de ya no
poder salir de la casas, ni siquiera a sacar sus mascotas a pasear (porque
hasta las mascotas son objeto de hurto).
Pero lo peor que está sucediendo es que en
cualquier calle, y sin distinción de lugares los delincuentes se han tomado los
espacios y ya incluso antes de robar, matan a algunas de sus víctimas para
terminar robando sus cadáveres.
Y más grave aún es que ya le perdieron el respeto
a la policía y a cualquier autoridad pública. Incluso quienes nos protegen en
su día a día se han convertido en el objetivo o blanco de los delincuentes. Han
sido asesinados ya varios policías por cuenta de practicar una requisa o
increíblemente tan solo por solicitar los documentos de identidad.
No se salva de la inseguridad ninguna ciudad ni
sector rural.
El robo de carros ha aumentado, el de motos igual
o más , los atracos callejeros, los robos a las residencias y oficinas, a los
restaurantes incluidos aquellos localizados por ejemplo en las zonas más
vigiladas de la ciudad y de mayor presencia de turistas, ejecutivos o
empresarios.
Esta situación no puede
permanecer así. Los mandatarios locales deben tomar medidas extraordinarias y
el gobierno nacional también. No se trata, como hace la Alcaldesa de Bogotá,
que ante esta realidad y cómo hace siempre que las cosas no le salen bien, le
hecha la culpa al Presidente de la República o al gobierno nacional. Se trata
que todos unidos actúen con una clara estrategia para poder controlar esta ya
desesperante y grave situación que ha generado la delincuencia, cualquiera que
sea su nacionalidad.
En adición a los gobiernos locales y nacional, las
autoridades de la fuerza pública también deben actuar. La ineficiencia,
inacción de los miembros de sus integrantes debe ser castigada por sus
superiores, porque de lo contrario no sólo no hay solución sino que el
desprestigio o desconfianza en ellas irá aumentando.
Por otra parte el aparato judicial y los
directivos de esta rama del poder público tienen que ser conscientes que sin
justicia rápida y efectiva, no hay solución. Los delincuentes se están
acostumbrado a que una vez detenidos y puestos a órdenes de la justicia más se
demoran las autoridades en llevarlos a que los jueces los liberen, lo que hace
que ya los bandidos también le hayan perdido el respeto a la justicia y a la
autoridad.
Y si a todo este escenario le adicionamos los
casos de corrupción y la poca acción de la justicia, que lleva a una mayor
pérdida de confianza y legitimidad de esta sagrada rama, como dicen en el
lenguaje popular estamos llevados.
!O se toman medidas claras y extraordinarias que
corrijan estos graves problemas o tendremos que ser conscientes que así vamos
hacia el abismo!
Un país sin seguridad ciudadana, sin respeto a sus
autoridades y sin confianza en el actuar de su fuerza pública y rama judicial
no es atractivo para nuevas inversiones o simplemente para la vida de sus
habitantes. O tomamos acciones o como dicen en el lenguaje popular, estamos
llevados!!