Guillermo Romero Salamanca
Nadie les gana a los cartageneros en alegría. En las fiestas del 11 de noviembre la algarabía crece, los picó suenan en distintas partes de la ciudad con su atronador volumen. Los automóviles llevan sus equipos de sonido con altísimos decibeles. En la bahía decenas de yates, barcos y chalupas se mueven como en un enjambre que acompañan a las reinas de belleza. Pitos, serpentinas, harina, bombas de agua y de no se qué caen de los edificios, la gente grita, salta, baila. En un parlante se oye a Diomedes Díaz, en otro a la familia André con su tema “De oro”, uno más, Óscar D’ León.
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