Ningún cerebro podrá entender lo que sucede con la alcaldía de Bogotá y mucho menos con la justicia Colombiana. Cada día grupos de abogados, acuden a las más amañadas triquiñuelas, argucias y maniobras para burlar la Ley, y ponerse de ruana las Cortes y sus fallos.
Es imposible explicar la razón para que un fallo de la Corte Constitucional de octubre pasado sobre el tema que nos ocupa, no se aplique y podamos salvar el prestigio de nuestra justicia, que hoy va de tumbo en tumbo, de tutela en tutela, de alegato en alegato, sin puerto final. Los hombres que imparten justicia, parecen ausentes de la deshonra, el descrédito y el desdoro que día a día los arropa. Ya se habla de las millonadas que cuesta un juicio, una casa por cárcel o un fallo absolutorio. Los más feroces carruseles que han diezmado las arcas del Estado, duermen el sueño eterno mientras los responsables lo gozan en sus casas.
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