El arroz es uno de los alimentos más extendidos en multitud de gastronomías y en muchos casos es la base de la alimentación diaria, como ocurre en los países asiáticos.
Además de formar parte de su dieta, un estudio publicado en la revista Evolutionary Applications reveló que ha provocado “una serie de adaptaciones genómicas que pueden contribuir a mitigar la propagación de la diabetes y la obesidad”, dice el comunicado emitido por la Universidad de Bolonia.
Este alimento constituye una relevante fuente de hidratos de carbono necesarios en nuestra dieta y tiene un alto índice glucémico. “Esto significa que, una vez ingerido y digerido, hace que aumente el azúcar en la sangre”, añaden los autores del estudio liderado por la Universidad de Bolonia. En este sentido, si se come regularmente y en grandes cantidades, “puede representar un factor de riesgo potencial para desarrollar resistencia a la insulina y enfermedades metabólicas relacionadas, como la diabetes tipo 2”.
Una adaptación genómica
No obstante, los investigadores compararon el consumo de las poblaciones del este de Asia, que han utilizado el arroz como alimento base de su dieta durante más de 10.000 años, para descubrir por qué mitigan la propagación de dichas enfermedades.
“Sugerimos que puede ser posible que algunas poblaciones del este de Asia, cuyos antepasados comenzaron a comer arroz a diario hace al menos 10.000 años, hayan desarrollado adaptaciones genómicas que mitiguen los efectos nocivos de las dietas de alto índice glucémico en el metabolismo”, subraya Marco Sazzini, coordinador de estudios y profesor del Departamento de Biología, Geología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Bolonia.
Asimismo, es probable que “estas adaptaciones sigan desempeñando un papel fundamental para protegerlos de los efectos negativos que se derivan de las principales alteraciones dietéticas provocadas por la globalización y la occidentalización de sus estilos de vida. Estas alteraciones aumentaron drásticamente su consumo de alimentos ricos en azúcar procesada y con un alto índice glucémico”, añade el experto.
Cómo se llevó a cabo el estudio
Los expertos analizaron el genoma de más de 2.000 personas de 124 poblaciones del este y sur de Asia. Después, compararon la evolución adaptativa observada en los grupos étnicos chinos Han y Tujia, así como en personas de ascendencia coreana y japonesa, con la de personas de regiones de Pakistán, Bangladesh, Myanmar, Vietnam y el sudeste asiático. Las personas del sudeste asiático se utilizaron como grupos de control porque su adopción de dietas basadas en cereales ocurrió muchos miles de años después.
“Las adaptaciones genómicas observadas en los grupos de control difieren mucho de las de las poblaciones del este de Asia y no están relacionadas con el estrés metabólico debido a una dieta específica», indica Claudia Ojeda-Granados, una de las autoras e investigadora de la Universidad de Bolonia. «Los grupos étnicos chinos Han y Tujia, así como las personas de ascendencia coreana y japonesa, muestran, en cambio, adaptaciones genómicas metabólicas similares”.
Por tanto, los resultados del estudio revelaron que las modificaciones genéticas identificadas estaban asociadas con un IMC más bajo y un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares gracias a una conversión reducida de carbohidratos en colesterol y ácidos grasos. (elmundoalinstante.com).