Por: Gabriel Ortiz
Ninguna persona sensata, puede explicarse cómo un personaje que ostentó la presidencia, acuda a la calumnia y la mentira, para escalonar hacia el poder, a través del “muñeco” del ventrílocuo. Santos, a quien creyó su “dummi”, fue tildado de traidor, cuando no permitió que el “profeta de la barriga”, como denominaban a los ventrílocuos, nos llevara por el túnel de la ignominia. Se negó a convertirse en el “Charlie McCarthy de Edgar Bergen.
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