El reciente plan de paz impulsado por Estados Unidos para el fin del conflicto entre Ucrania y Rusia ha generado un intenso debate en la comunidad internacional. La propuesta, elaborada en 28 puntos y discutida en secreto entre Washington y Moscú, implica la cesión de territorios ucranianos a Rusia —notablemente Donetsk, Lugansk y el reconocimiento ‘de facto’ de Crimea—, así como la exclusión definitiva de Ucrania de la OTAN y la reducción drástica de sus Fuerzas Armadas. También se prevé que Rusia vuelva al G8, se autorice parcialmente la presencia internacional en territorios bajo disputa y se adopten garantías de seguridad conjuntas, supeditadas al cese de agresiones futuras.
Un acuerdo que legitima la fuerza
El corazón del dilema no es sólo la pérdida territorial, sino la normalización de la obtención de territorios mediante la fuerza, lo que debilita el Derecho Internacional Público y los principios del Orden Liberal Internacional implementados en Naciones Unidas. Tal legitimación sería un precedente inquietante para otros escenarios no resueltos, como el de Israel en Palestina o las tensiones en el Mar de China y Taiwán, e incluso para potencias que aspiran a afirmar control sobre antiguas colonias.
Avalar estos términos significa desbordar los principios básicos del derecho internacional: la soberanía, la inviolabilidad de las fronteras y la resolución pacífica de controversias. Así, la comunidad internacional podría terminar reconociendo la capacidad de cualquier potencia de modificar fronteras con el uso de la fuerza si logra luego un acuerdo político, debilitando gravemente el valor de la norma multilateral. 
Zelenski/Trump/Putin. (Imagen: France 24-VBM).
Paz incierta y riesgo expansionista
Otro aspecto fundamental es que la entrega de territorios ucranianos no garantiza una paz duradera. Al contrario, toda experiencia reciente muestra que los acuerdos firmados bajo presión tienden a incubar frustración y futuros conflictos. Moscú, al obtener lo que exige por la vía militar, podría estar incentivado a ensayar nuevas estrategias para presionar, amenazar e incluso reiniciar el conflicto si sus intereses así lo demandan. Con ello, se exhibe no sólo la vulnerabilidad de Ucrania, sino la fragilidad estratégica de Europa y, particularmente, de la Unión Europea como garante de la seguridad continental. ¿Será que hemos olvidados los hechos ocurridos con el expansionismo de Alemania que terminaron con la Segunda Guerra Mundial?
Impacto en el orden internacional
A nivel sistémico, el precedente sienta las bases para una mayor inestabilidad global. Si se institucionaliza el cambio de fronteras mediante la fuerza, actores con reivindicaciones territoriales históricas—desde Oriente Medio hasta Asia y África—hallarán argumentos para activar conflictos hoy congelados. El caso palestino destaca: aceptar la anexión de territorios en Ucrania por la fuerza podría ser visto como un aval implícito a políticas similares en otros contextos, debilitando aún más la capacidad de respuesta de la comunidad internacional ante futuras crisis de ocupación y control territorial.
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Clara Inés Chaves Romero: Ex diplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional en medios como Eje 21, Diario El Nuevo Liberal, Magazín Ver Bien, Realidades y Perspectivas, Revista Ola Política. Escritora de los libros: Justicia Transicional, Del laberinto a la esperanza, Un camino al África, una puerta al mundo.
Verbien magazín El tiempo corre hacia atrás y solo lo atan los buenos recuerdos y las buenas acciones. Gilberto Castillo