En Colombia, un país donde la riqueza cultural se entrelaza con la fragmentación social y la limitada presencia del Estado en muchas regiones, la educación se convierte en la clave para un futuro de unión y respeto. No basta con enseñar asignaturas; necesitamos formar ciudadanos conscientes de su historia, su tierra y sus responsabilidades éticas.
Es vital que recuperemos el estudio de nuestra historia verdadera. Cuando una nación olvida de dónde viene, se arriesga a repetir las mismas heridas y permite que actores políticos manipulen esa historia a su acomodo, generando más odio y división. Por ejemplo, en la actual polarización política, algunos discursos buscan reinterpretar episodios como el conflicto armado o las protestas sociales, sin reconocer las complejidades históricas, lo que profundiza la división social. Por eso, debemos conocer las raíces europeas, indígenas y africanas que han tejido la diversidad de Colombia, reconociendo sus aportes en política, economía, cultura y medio ambiente. Solo así podremos valorarnos e integrarnos como iguales.
La enseñanza de la cívica, la geografía y la Constitución debe impregnarse de sentido: los jóvenes no solo tienen derechos, sino deberes con su país y con sus compatriotas. Entender nuestra geografía fortalece el sentido de pertenencia y el compromiso con la defensa de nuestro territorio, especialmente frente a amenazas como la minería ilegal y la deforestación en la Amazonía, una crisis que afecta no solo al medio ambiente sino también a comunidades indígenas que habitan estas tierras. La cívica nos ayuda a recuperar la ética, los valores y la cultura ciudadana que el conflicto y la corrupción han erosionado.
(Imagen: archivo particular-VBM).
En estos tiempos digitales, dominar la tecnología es imprescindible, pero aprender la ética que la acompaña es aún más urgente. La mediocridad y la trampa, como pedir notas sin esfuerzo o la difusión de noticias falsas en redes sociales, son males que socavan nuestro tejido social. La reciente preocupación por el auge de la desinformación durante procesos electorales demuestra la necesidad de formar ciudadanos críticos, con capacidad de cuestionar y verificar la información. Nuestra misión es formar líderes críticos, creativos y con principios, no simples repetidores sin conciencia.
Además, frente a desafíos actuales como la crisis ambiental con incendios forestales y la polarización social evidenciada en protestas y manifestaciones de los últimos años, reforzar la ética y los valores constituye un acto de esperanza. Educar en el respeto, la solidaridad y el pensamiento crítico es la fórmula para construir una sociedad más justa y pacífica.
Finalmente, el estudio interétnico debe ser un pilar fundamental para sanar heridas y construir puentes entre nuestras diferencias. La reciente inclusión de los saberes ancestrales en algunas regiones demuestra el valor de reconocer las culturas indígenas como parte activa del crecimiento del país. Colombia tiene la oportunidad de transformar su educación en un motor de unidad, ética y progreso genuino, formando ciudadanos conscientes y comprometidos.
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Clara Inés Chaves Romero: Ex diplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional en medios como Eje 21, Diario El Nuevo Liberal, Magazín Ver Bien, Realidades y Perspectivas, Revista Ola Política. Escritora de los libros: Justicia Transicional, Del laberinto a la esperanza, Un camino al África, una puerta al mundo.