Fueron muchos los votos que sacaron Petro y los candidatos petristas criticando que los gobiernos anteriores subieran los precios de la gasolina y el ACPM. Porque, con razón el reclamo, las alzas golpeaban a los propietarios de motos y automotores, casi todos ellos de sectores populares y clases medias. Y porque se encarecía todo lo que se transportara, como carga o pasajeros, castigo del que no se salvaban ni los paupérrimos.
Y hay que ver a Gustavo Petro, para respaldar el anuncio del ministro de Hacienda Ricardo Bonilla de elevar el galón de gasolina a 16 mil pesos, desde los 11.767 promedio de hoy, diciendo: “Los pobres están subsidiando a los que tienen Toyota con el precio de la gasolina”, la misma idea falaz que usaron los anteriores presidentes, cuando él y Bonilla saben que la casi totalidad de la gasolina las pagan las gentes del común. Con esta frase y la decirle al Fiscal que es su jefe, sí creo que Petro pasará a la historia.
En otro país, esta gran mentira del Presidente habría causado un escándalo nacional. Pero aquí no porque a los supremos poderes –FMI, OCDE y compañía– promueven la gasolina cara, precios altos que ellos saben que en su casi totalidad no los pagan los más adinerados, los cuales, al decir del candidato Petro, no pasan de cuatro mil, cuando los colombianos somos 50 millones. Veamos.
El 30 por ciento de la gasolina la consumen 10,9 millones de motociclistas, casi todos con tan pocos ingresos que compran las motos para no tener que andar en bus o a pie. Se sabe además que el 54 por ciento de ellos pertenece a los estratos 1 y 2, a quienes también les cobran fuertes impuestos por sus máquinas. El otro 70 por ciento la consumen los propietarios de 6,9 millones de automotores, tan viejos y por ello tan relativamente baratos que la edad promedio de los automóviles es de 19 años, la de los camperos de 26 y la de las volquetas de 31. Y en Bogotá, por ejemplo, el 80 por ciento de los viajes en carro los hacen propietarios de estratos 1, 2, 3 y 4.
También es fraudulento el relato de la gasolina “subsidiada”. Porque el 25 por ciento de lo que se paga por cada galón, al precio que esté, son cuatro impuestos, indirectos para peor, los que más duro golpean al ciudadano. Desde que llegó Petro, lo adicional de estos impuestos suma 1.3 billones de pesos y con gasolina a 16 mil sumarían 7.4 billones al año, con una insignificancia aportada por los más adinerados.
Y porque en Colombia, además, otra parte muy significativa de los 16 mil pesos por galón serían ganancias de Ecopetrol, que en la práctica son impuestos, mientras podrían venderla a precios menores. De acuerdo con Diego Otero, en agosto de 2022, los costos de Ecopetrol por galón eran de un poco más de tres mil pesos y la gasolina la vendía a siete mil.
La presencia en este negocio de empresas estatales es la que explica por qué hay 18 países que venden gasolinas más baratas que Colombia, entre ellos, Irán, Angola, Egipto, Bolivia y Nigeria. Gasolinas a menor costo que protegen a los ciudadanos, haciéndoles más amables o menos penosas sus vidas, mejoran la capacidad de compra y de venta de las economías y aumentan la competitividad nacional en el mercado mundial.
Otro tema más, y ya van muchos, en que Petro y los jefes petristas engañaron a sus electores.