Para compilar los 3.000 imparables, el capitán de los Yanquis de Nueva York, pegó un tablazo de cuatro esquinas, en aquel juego del pasado 9 de julio de este 2011, en el nuevo y moderno estadio de los Yanquis de Nueva York.
(Fotos:Archivo particular e Internet)
Ya tiene separado un nicho en Cooperstown. Ya tiene asegurada una leyenda más para los Yanquis de nueva York. Ya tiene a su haber, ser el único pelotero en la histórica divisa del Bronx, en llegar con el emblemático uniforme de los Mulos a los 3.000 imparables en el béisbol de las Grandes Ligas.
Derek Jeter, a quien el mote de ‘’Niño Maravilla’’ es por demás parte de su estampa como jugador y como persona, se convirtió el pasado 9 de julio de 2011, en el vigésimo octavo pelotero en llegar o superar la marca de los 3.000 indiscutibles en más de un siglo de la pelota organizada, compilando el inatrapable con un soberano tablazo de cuatro esquinas, que se estrelló en el jardín izquierdo.
Venía de una ausencia en los campos de juego, como consecuencia de una lesión, pero desde cuando se abrió la temporada de este año, Jeter puso a funcionar el taxímetro para cobrar, más temprano que tarde, su formidable actuación en la Gran Carpa, impronta que diseñó desde el mismo momento en que por primera vez lució el uniforme de los Yanquis, el 29 de mayo de 1995, campaña en la cual apenas apareció en la alineación de 15 partidos con el equipo.
Pero al año siguiente, en 1996, ya Derek se había adueñado de la posición de torpedero titular, para capturarla con su capacidad de juego, su talento innato para jugar el béisbol y para convertirse, en cada día en que salía a cumplir con sus compromisos sobre el terreno de juego, en una egregia figura para el equipo y una estrella rutilante para los seguidores de la popular novena.
Triunfos y derrotas
Jeter es de las verdaderas figuras apreciadas por la fanaticada de los Yanquis, y sin duda alguna, del béisbol en el mundo, y si bien es cierto que durante su prolongada permanencia con la novena de los Mulos, con la cual no hay duda de ello, culminará su carrera deportiva, ha encontrado tardes y noches gloriosas, también ha sabido aceptar el amargo sabor de la derrota, muchas de ellas, con un dolor indescriptible en el alma.
Reconocido por la crítica deportiva, por sus propios compañeros y por sus antagonistas tanto en la Liga Nacional como en la Liga Americana, como un pelotero lleno de clase, enjundia, pundonor y deseos siempre de atinar en sus actuaciones, Derek encontró en Jorge Posada, Mariano Rivera y Andy Pettitte, la permanencia de un grupo ganador para el club, y un poco antes, con Bernie Williams, Paul O´Neill, Wade Boggs, Joe Girardi, Tino Martínez, y tantos otros, cuyos nombres se nos escapan, un grupo espectacular para ofrecerle a los Yanquis los títulos de las Series Mundiales de 1996, 1998, 1999, 2000 y 2.009, en noches de gloria para la tradicional y popular divisa.
Pero también supo aceptar la hiel de la derrota, cuando en el 2001, por ejemplo, vio esfumarse el título de la Serie Mundial frente a los Cascabeles de Arizona, cuando tenían en su bolsillo la oportunidad de ganar el cuarto título en línea y el quinto, en la última década, momentos después del imparable que conectó Luis González contra una lanzamiento del sensacional Mariano Rivera, para salir derrotados del Clásico de Octubre, ; o como cuando, fracasaron en el 2003, frente a los Marlins de la Florida, en una Cita de Otoño en donde los Yanquis no encontraron las fórmulas necesarias para derrotar a los campeones de la Liga Nacional, a pesar de que sobre el papel tenían un mejor club.
Pero así es el béisbol. Y tan impredecible como es, quizás pueda disfrutar de una corona más de la Serie Mundial antes de que le diga adiós a la práctica del deporte que lo apasiona y disfruta, como muy pocos en la Gran Carpa.
En letras de oro
Dicen los que saben, que todo aquél pelotero que llega a contabilizar 3.000 o más imparables, las puertas del Salón de la Fama se abren de par en par para esperar y, cinco años después de que oficialmente se retire de las actividades del Béisbol Organizado, colocarlo en un lugar entre los inmortales de este deporte.
Eso es precisamente lo que acaba de conquistar Derek Jeter, el capitán de los Mulos del Bronx, ese pelotero que dejando una estela de grandeza indiscutible, sabe que su próximo paso, es cruzar el umbral de Cooperstown para sentarse en un nicho que le pertenece, por todo lo que ha hecho para engrandecer el juego del béisbol.
Su nombre en letras de oro, debe ser esculpido desde ahora, porque más se demorará él en colgar los zapatos de juego y el uniforme de los Yanquis, que en aparecer en la nómina de elegibles y obtener una abrumadora votación por los Cronistas del Béisbol de los Estados Unidos, que le permitirá llegar sin prisa de ninguna naturaleza, al sitio que le corresponde en el Salón de la fama.
Del batazo
Todavía los 48.103 aficionados que ese 9 de julio de 2011 se encontraban ocupando una silla en el moderno ‘’Yanqui Stadium’’, no encuentran las palabras precisas para describir la hazaña de Jeter, quien tuvo un día de ensueño, de gloria y de fama, con su ‘’bambinazo’’ número 235 de su prolífica carrera, el primero de esta campaña, y con cuyo tablazo llegó a los 3.000 inatajables de por vida.
Fue una oferta enviada por David Price, el abridor de los Rayas de Tampa, la que empalmó en el tercer episodio, a quien en la ocasión anterior de su turno al bate, le había despachado un inatrapable. En esta oportunidad, la bola fue tomando altura hasta depositarse en los jardines del bosque izquierdo, para recorrer las bases de manera solitaria pero exitosa, en medio del entusiasmo de un parque de pelota que en momentos pareció enloquecer, y cuya alegría tan indescriptible como lo fue, también se vivió en el banco de juego, cuyos integrantes en su totalidad, incluyendo a los integrantes del cuerpo de lanzadores relevistas, le dieron la bienvenida al nuevo inmortal del béisbol de la Grandes Ligas.
Los jugadores de Tampa lo honraron con un estruendoso aplauso, en reconocimiento a la cifra de incogibles conectados y a la hazaña de llegar a los 3.000, con un tablazo de cuatro esquinas.
Fue una jornada inolvidable para el ‘’Niño Maravilla’’, porque después del cuadrangular, en ese mismo desafío conectó otros tres indiscutibles, para rubricar la hazaña con todas las de la ley, anotándose en el juego dos carreras anotadas, dos impulsadas y una base estafada, para redondear la faena de cinco imparables en la jornada.
Los Yanquis también ganaron el juego, con la apretada pizarra de 5 carreras por 4, produciendo 10 inatajables, cinco de ellos, de Jeter, en una tarde para el recuerdo.
Inscribía de esta manera su nombre como el segundo pelotero en más de un siglo de competencias en el béisbol de las Grandes Ligas, en marcar su imparable número 3.000 con un ‘’vuelacercas’’, para que no quedara duda alguna. El otro jugador en efectuar la misma hazaña fue Wade Boggs, el formidable antesalista que también ganó un anillo de Serie Mundial con los Yanquis de Nueva York en 1996, siendo compañero de Jeter, desempeñándose éste en el campocorto.
Numeritos envidiables
Sin concluir esta temporada, sin conocer a ciencia cierta si los Yanquis pueden o no llegar a la postemporada, y por qué no, disputar la Serie Mundial de este 2011, Derek Jeter tiene numeritos envidiables en la Gran Carpa, que lo catapultan a la posición de honor de ser un pelotero que tiene todo el equipaje necesario para llegar al Salón de la Fama.
En 2.362 partidos jugados en las Grandes Ligas, acumula 9.607 turnos al bate, con 3.003 inatajables, incluyendo 235 ‘’bambinazos’’, 62 triples y 481dobletes, para promedio de por vida de 312 puntos, con 3.003 incogibles.
Súmenle también 1.727 carreras anotadas y 1.159 rayitas impulsadas hasta el plato; con 972 transferencias negociadas; 1.605 ponches recibidos y 330 bases estafadas.
Todos esos numeritos en su tarjeta hasta el 9 de julio de este año. Y cuando se quiera retirar, porque a sus 37 años de edad, todavía se le considera un jugador que puede rendir en el resto de esta campaña y probablemente toda la próxima, si es que las lesiones no siguen apareciendo en su humanidad.
Brillantísima carrera
Ganador de cinco anillos de Series Mundiales, en su hoja de vida penden otros honores y laureles, que hacen de la brillantísima carrera de Derek Jeter, algo inolvidable y llena de un orgullo que pocos se pueden dar.
Novato del año en 1996, ese mismo año obtuvo el primer anillo en la Cita de Otoño, de las cinco que tiene entre sus manos. En doce ocasiones, vistió la camiseta de la Liga Americana en los Juegos de Estrellas. Ganador de cinco guantes de oro como Mejor Torpedero de la Liga Americana, Derek también suma cuatro bates de plata, como Mejor Bateador como torpedero del Nuevo Circuito.
Pelotero Más Valioso de la Serie Mundial del año 2.000, Jeter tiene el honor de haber sido elegido Pelotero del Año en el 2004; consagrado en dos ocasiones con el premio ‘’Hank Aaron’’ y en una oportunidad, con el premio ‘’Babe Ruth’’, y otro más, con la de ‘’Roberto Clemente’’, entre otras distinciones.
Pero así como ha acumulado tanto honor y tanta gloria, bien pronto, anótenlo ustedes, el uniforme número 2 de los Yanquis de Nueva York será retirado, para ungir dentro de los inmortales de la novena a un hombre de la clase, talento y calidad beisbolera y humana, como lo es Derek Jeter, el gran capitán de la era moderna de la famosa y popular novena del Bronx.