Esta SÍ es la explicación de lo que está ocurriendo en Colombia en estos días (Mayo de 2021)
El debilitado ejercicio democrático de algunas naciones ha sido herido de muerte por la ambición desmedida de quienes amasando fortunas que superan muchas veces los presupuestos gubernamentales, pasan a apoderarse de las riquezas de los países.
Colombia se prepara para la elección de su próximo presidente y el botín del rico país bañado por los dos océanos al parecer ya tiene “dueño”: se trata de George Soros, el magnate que financia desde hace años al izquierdista Gustavo Petro y cuyos tentáculos aprisionan las instituciones del país a través de varias organizaciones. Sin embargo, lo más increíble es que el multimillonario de origen húngaro también se vincula con Iván Duque, el supuesto “refugio” de quienes ya conocen las andanzas de Petro y su sangriento pasado.
¿Quién es George Soros?
George Soros, especulador judío húngaro-estadounidense, ha financiado a grupos de izquierda en todo el mundo. En países americanos, y en Colombia en particular, ha creado una pantalla compuesta por muchas ONG para alimentar sus ambiciones totalitaristas.
Con su fundación, Open Society Fundations, apoya y financia la legalización de las drogas, el aborto y la ideología de género, entre otras polémicas iniciativas (la reciente legalización de la droga en Uruguay se considera uno de sus últimos triunfos regionales). Sin ir más lejos, siguiendo el plan de la élite internacional, hace aportes a la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia.
Dando voz a sus subvencionadas Human Rights Watch, Amnistía Internacional y la oficina de Washington para América, desacreditó al ejército colombiano y desvinculó a los guerrilleros del narcotráfico.
Sus oscuras intenciones fueron apoyadas por Myles Frechette, embajador de Estados Unidos en Colombia entre 1994 y 1997 (en representación del gobierno del demócrata Bill Clinton). Frechette, a su vez, fue empleado de una de las organizaciones de Soros.
Cabe destacar que todo este plan fue orquestado hábilmente por los medios bajo el control del especulador financiero, como el influyente The Washington Post.
Investigaciones descritas por María Fernanda Cabal en su artículo “La influencia de Soros en Colombia” incluyen bajo la órbita de la Fundación de Soros a las ONG´s Corporación Nuevo Arco Iris y Paz y Reconciliación (ambas de León Valencia, exguerrillero del ELN), y a los portales Verdad Abierta, La Silla Vacía y Colombia Check.
Alejandro Santos Rubino, director de la revista Semana, un influyente medio colombiano, es sobrino del presidente Santos y fundador del portal “Verdad Abierta”, financiado por la Open Society de Soros, tal como lo reseña el medio El Nodo en sus publicaciones.
También está involucrada DeJusticia, organización de Rodrigo Uprimny, quien diseñara el sistema de justicia que garantizó la impunidad a los delitos de lesa humanidad perpetrados por las Farc.
A la lista se suman Cesed de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes y el Centro de Estudios sobre Seguridad, de la misma universidad, que siguen la artera estrategia del magnate de permear la intelectualidad del país con la fingida filantropía con que encubre sus intenciones de lucro que tantos desastres han causado a otros países.
Como dijera Hilaire Belloc, “el control de la riqueza es el control de la vida humana misma” y esta pareciera ser la máxima de Soros. El investigador William Engdahl dice que el multimillonario “ha sido incorporado como ‘hombre de paja’ al conglomerado bancario anglo-francés de los Rothschild”, y estos a su vez son parte de la sinarquía o grupo de personas dueñas del capital financiero que perversamente controla la economía mundial.
Engahl delata a Soros exponiendo que “ha creado una personalidad con máscara de filántropo cuando en realidad es responsable por el caos que provocó la terapia de shock en Europa oriental a partir de 1989”.
“Él ha forzado a los débiles gobiernos de esos países a adoptar medidas económicas tanto descabelladas como draconianas, las que le han permitido comprar los recursos de extensas zonas de Europa oriental a precio de huevo”, afirma.
Soros, Petro y las FARC
Es conocida la financiación que Gustavo Petro, candidato a la presidencia que salió en segundo lugar en las elecciones presidenciales del pasado 27 de mayo, recibe desde hace mucho tiempo del grupo económico Gilinski.
Jaime Gilinski, propietario del influyente conglomerado empresarial, compró el banco más grande de Colombia para lo cual Soros le aportó 50 millones de dólares (además participaron otros banqueros como Rothschild), lo que le permitió, a su vez, llegar a ser uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes. Posteriormente, en 1994, Soros compró el 9% de las acciones del mismo banco.
Además de mantener cercanía con gobiernos polémicos de izquierda, como los de Ecuador y Venezuela, la trayectoria de Petro incluye sucesos violentos y oscuros como guerrillero integrante del grupo M-19, organizado por disidencias de las FARC, entre cuyos tristes recuerdos se hallan asesinatos (como el del líder sindicalista José Raquel Mercado), el robo de más de 5.000 armas del ejército (que luego fueron recuperadas) y la toma de la embajada de Republica Dominicana (de la cual salieron con mucho dinero hacia Cuba, fruto de la negociación de las vidas de los embajadores allí secuestrados).
Al movimiento M-19 también se le acusa de haber formado una alianza con el reconocido narcotraficante Pablo Escobar, quien se libró de la extradición a Estados Unidos por el asalto de la organización al Palacio de Justicia, el cual fue incendiado, perdiéndose todos los archivos sobre ese proceso, y con gran pérdida de vidas humanas entre magistrados y otros civiles.
La vida de Petro como guerrillero le une a las FARC, también favorecidas por el gobierno colombiano ante la enorme presión e influencia de las organizaciones patrocinadas por Soros.
La siguiente es tan solo una minúscula muestra de los horrendos crímenes de las FARC, un desalmado grupo guerrillero que generó terror en el pueblo colombiano por más de medio siglo y que se vinculó tanto con Petro como con Soros.
En 1998, en un ataque en Caquetá, sesenta y cuatro soldados murieron (algunos rematados a machete), diecinueve resultaron heridos y cuarenta y tres fueron secuestrados.
Toma de Mitú en 1998: Al final del cruento asalto, habían muerto cuarenta uniformados y once civiles, además de decenas de heridos. Las FARC se llevaron secuestrados a treinta y ocho policías.
En Puerto Rico, Caquetá, en plenas negociaciones para buscar una salida política a la guerra, las FARC asesinaron al senador Diego Turbay -presidente de la Comisión de Paz-, a su madre y a cinco acompañantes más. La guerrilla le había asegurado que podía hacer campaña política sin peligro, por eso viajaba tranquilo en un todoterreno por zona guerrillera.
Masacre de Bojayá (Chocó), 2 de mayo de 2002: Ciento diecinueve personas de todas las edades perdieron la vida.
Coche-bomba en el Club El Nogal de Bogotá, 7 de febrero de 2003: El atentado dejó treinta y seis personas muertas y más de doscientas heridas, algunas de gravedad.
Masacre de los diputados del Valle del Cauca, 18 de junio de 2007: 12 diputados regionales acribillados.
Chiva-bomba en Toribio (Cauca), 9 de julio de 2011: mataron a cuatro personas, hirieron a un centenar, dejaron en ruinas ochenta casas y otras trescientas sufrieron daños.
Viven en Venezuela, matan en Colombia: En Maicao (La Guajira), el 21 de mayo de 2012, un contingente guerrillero atacó a una patrulla, mató a doce soldados e hirió a cuatro. Consumado el crimen, cruzaron la frontera.
Toma de poblaciones. Las FARC tienen una larga historia de asaltos a pueblos con bombardeos indiscriminados y ataques de fusil. El resultado (aparte de víctimas fatales): campesinos sin hogar, desplazamientos, miseria y desesperanza. La lista es interminable: Granada, Florida, Caicedo, Sabanalarga, Miraflores, Puerto Rico, El Mango, Paujil, Argelia, Toribío, Cartagena del Chairá, Algeciras, Vegalarga, Colombia, Miranda, Jambaló.
Desplazamiento: es incalculable (millones y millones) el número de colombianos de toda condición social que debieron abandonar sus hogares, sus tierras, sus negocios y sus ciudades, amenazados por las FARC.
Reclutamiento de menores de edad: las FARC han reclutado, y siguen haciéndolo, miles de menores de edad. Son las niñas las que llevan la peor parte porque las utilizan, como a los varones, de carne de cañón, pero, además, como esclavas sexuales de comandantes y tropa. Si se quedan embarazadas, están obligadas a abortar.
En resumen: asesinatos de rehenes, secuestros innumerables, narcotráfico y cuantioso saqueo de los recursos naturales, durante los cerca de 70 infernales años de inhumana destrucción.
Desde los años noventa George Soros ha promovido la legitimación de los grupos narcoterroristas como las FARC, financiando una red de ONG que, actuando como instrumentos suyos, han debilitado el Estado, bloqueado la erradicación de cultivos ilícitos e incentivado la legalización de las drogas, al decir de Lía Fowler, periodista estadounidense y ex agente especial de la CIA en su artículo “Tras décadas de apoyo encubierto al terrorismo, Soros se quita la máscara en Colombia”, publicado en Periodismo sin fronteras.
Entre las organizaciones internacionales involucradas en este macabro plan están Human Rights Watch, el Consejo Asesor para las Américas, Amnistía Internacional, la Oficina de Washington para la América Latina y las brigadas Internacionales de Paz, todas ellas subvencionadas con sus millones de dólares además de una pléya de organismos similares de orden nacional relacionados más adelante.
Esta inverosímil gesta fue debidamente promovida en el ámbito internacional por The Washington Post, siendo crucial la intervención de Len Downie, editor ejecutivo del mismo entre 1991 y 2008, posteriormente vicepresidente y miembro del Centro de Información Investigativa, quien recibió más de un millón de dólares de la Open Society de Soros.
Por su parte Ana Carrigan, escritora de Open Democracy, financiada por Open Society, ha cubierto con orientación pro-terrorista el conflicto en Colombia durante años, siendo Rex A. Hudson quien ha desenmascarado las falacias de Carrigan.
Bernand Aronson, ex funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, también promovió falacias que ratificaran los propósitos de Soros, llegando incluso a proponer a las FARC y al ELN, en 1998, como ayudas para la erradicación de los cultivos de coca a cambio de apoyo norteamericano y una cuota de poder en Colombia.
Aronson es miembro del Think Tank Diálogo Interamericano, financiado por Soros a través de la Fundación Avina, y vio concretada su propuesta de 1998 en el año 2015, cuando fue enviado especial del presidente Obama.
En 1998 Soros influyó ante el Departamento de Estado para que nombraran a Harold Koh como Secretario de Estado adjunto para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, habiendo sido miembro del consejo de administración de Human Rights Watch. Los informes emitidos por el Departamento de Estado fueron en esa época “el principal mecanismo de la campaña de difamación contra los militares colombianos“, destaca Fowler.
Es por esto por lo que ahora, en la etapa posconflicto, muchos analistas —entre ellos Ricardo Puentes Melo— creen que Soros hará negocios multimillonarios con las FARC, como beneficio por haber sido el principal promotor de los Acuerdos de La Habana.
¿Cuál es el plan de Soros para Colombia?
Destruir los Estados- Naciónapoyando movimientos independentistas y de izquierda ocupa uno de los primeros lugares en la agenda de este maquiavélico personaje. De hecho, ha ejercido todo su poder para desestabilizar al actual gobierno del presidente estadounidense Donald Trump, entre otras oscuras acciones propinadas a varios países. En este marco, también patrocina la campaña independentista de Cataluña en España.
Obviamente Soros no actúa solo, es apenas uno de ‘los hombres de paja’ de la élite internacional liderada por los grandes banqueros -como los Rockefeller y los Rothschild-. De esta forma contribuye a la plasmación del pernicioso plan totalitario de dominación mundial que se reservan para sí en el laboriosamente urdido Nuevo Orden Mundial que tanto preocupa.
Fowler, en su mencionado artículo, abunda en detalles sobre las estratagemas del especulador, que desde los años 90 busca con ansia apoderarse del país sudamericano, y no al estilo de los antiguos señores feudales, sino utilizando sus refinadas y exitosas técnicas financieras, para la ruina de sus víctimas.
Desde hace décadas el objetivo de Soros es propiciar las actividades de las FARC y el ELN, reconocidas como el principal cartel de cocaína del mundo, desacreditando al ejército a través de la Human Rights Watch (organización fundada por él) y cabildeando ante el gobierno estadounidense para lograr el nombramiento de los personajes a su servicio, quienes tienen la misión de potenciar los mismos objetivos desde esas esferas de influencia.
A través de sus maquinaciones en Washington logró destruir la Brigada XX de Inteligencia, con base en informaciones infundadas, aparentemente proporcionadas por la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (CIJP), el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) y la Corporación Colectiva de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR), todas financiadas por Soros, con resultados aterradores según la Universidad Militar Nueva Granada, que estima que los terroristas se incrementaron sustancialmente tras la desaparición de la unidad central de inteligencia.
Fowler destaca que Soros intrigó hasta que logró la renuncia del General Harold Bedoya, y luego lo desacreditó aplicando el poderío de su maquinaria organizacional, dentro y fuera del país, siendo de la misma una pieza efectiva Iván Duque, quien publicó en El Tiempo un artículo en su contra.
Soros impulsó denodadamente los “acuerdos de paz” gracias a los vínculos con Santos, a la intensa campaña propagandística tanto en el interior de Colombia como en el exterior y al cabildeo con Obama (quien nombró a personajes claves para apoyar las negociaciones). Todo este culebrón fue finalmente adornado con las tristes fotos de los verificadores de la Naciones Unidas bailando con las niñas de las FARC, cuya sola presencia ya era un crimen de guerra.
Como no podía ser de otra forma, la cobertura periodística de estas negociaciones fue liderada por The Washington Post, con abundancia de artículos del parcial Nick Miroff, yerno de Manuel Piñero, oficial de la inteligencia cubana, encargado de organizar y apoyar a las guerrillas de América (su esposa Camila Piñero trabaja para el Estado cubano en La Habana).
¿El ideario de Iván Duque es opuesto al del uribismo?
Como quiera que sea, el uribismo, frente a la ideología de Iván Duque, se encuentra en el más absoluto limbo. No solo ha tenido que luchar con todas sus fuerzas para mantener su ideario con vida a lo largo de los 8 penosos años que le deparó la separación de Juan Manuel Santos, sino que ahora su estandarte, enarbolado por Iván Duque, se tambalea ante los compromisos con Soros, que se barruntan desde hace muchos años.
Iván Duque está claramente vinculado con el magnate desde que obtuvo una beca del National Democratic Institute, organismo financiado por el especulador. Posteriormente exaltó públicamente los postulados de Soros y su modelo de sociedad. Luego, junto a Felipe Buitrago, publicó “Economía Naranja”, escrito con conceptos económicos que el consultor promovió en un seminario en Salzburgo patrocinado por el financista.
Para no ir más lejos, se rumorea que su candidata a la vicepresidencia, Martha Lucía Ramírez, también se ha beneficiado de jugosos contratos con las ONG de Soros.
Por otra parte, los adalides del Centro Democrático– partido del expresidente Álvaro Uribe-, Oscar Iván Zuluaga, Luis Alfredo Ramos y Fernando Londoño Hoyos, que no apoyan a Iván Duque, María Fernanda Cabal y Rafael Nieto Loaiza, han sido contrarios a la legalización de la unión homosexual, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, el aborto y la ideología de género, en tanto que Iván Duque en 2012 felicitaba a Obama por apoyar el matrimonio entre parejas del mismo sexo. (elmundoalinstane.com-Alianza Reconstrucción Colombia).