Es muy molesto: las letras se vuelven cada vez más pequeñas y menos claras. Hasta ahora solo ayudaba los anteojos de lectura. La alternativa podrían ser gotas para los ojos. En Estados Unidos ya han sido aprobadas.
Cuando somos jóvenes, los ojos sanos son capaces de ajustarse fácilmente a diferentes distancias. Si nuestras pupilas se encogen, la profundidad de campo se amplía. Sin embargo, esta capacidad de contracción de nuestras pupilas disminuye con el paso de los años. Al igual que todos nuestros órganos, nuestras lentes oculares naturales envejecen. Forman parte de nuestro sistema óptico. Son elásticas y pueden ajustarse a diferentes distancias. Sin embargo, a partir de los 40 años, pierden elasticidad y con ella la capacidad de cambiar el foco de cerca de lejos y viceversa.
Para la mayoría de las personas, se hace difícil percibir con nitidez los objetos que están dentro de la distancia habitual de lectura, un signo típico de presbicia, literalmente, “ojo anciano”, también denominada vista cansada.
Gotas para los ojos en lugar de gafas
La solución son las gafas de lectura. Pero ahora hay una alternativa. “Vuity” es el nombre de las gotas para los ojos que supuestamente hacen innecesarias las gafas de lectura. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) ha aprobado el fármaco para el tratamiento de la presbicia. El fármaco podría facilitar la vida de las personas que solo ven textos borrosos sin gafas.
Se debe poner una gota en cada ojo una vez al día. Las gotas hacen efecto en 15 minutos. El efecto dura entre seis y diez horas, es decir, gran parte del día. Si las gotas demuestran su eficacia en la vida diaria, las gafas de lectura podrían convertirse en algo del pasado, al menos durante una gran parte del día y solo durante un cierto periodo de la vida.
Los estudios han demostrado que las gotas funcionan especialmente bien en personas de entre 40 y 55 años. Después, las gafas de lectura suelen volver a estar a la orden del día.
Sin embargo, el principio activo pilocarpina no es del todo nuevo. En las gotas de ojos Vuity, se utiliza como clorhidrato de pilocarpina. La pilocarpina es conocida en la oftalmología desde 1875. Durante mucho tiempo, se utilizó para tratar el glaucoma, una enfermedad asociada al aumento de la presión intraocular.
Las gotas para la lectura no están exentas de efectos secundarios
Las gotas cuestan unos 70 euros. Duran un periodo de tratamiento de 30 días. Las gotas para los ojos contra la presbicia pueden ser una forma de deshacerse de las poco queridas gafas de lectura en los países ricos. Sin embargo, para las personas en países más pobres, no son una alternativa ya solo por razones de costo.
Sin embargo, el precio no es el único aspecto negativo. También se ha demostrado que las gotas tienen efectos secundarios que ya se conocían del principio activo. Algunos participantes en el estudio se quejaron del enrojecimiento de los ojos y dolores de cabeza, otros tenían dificultades para cambiar rápidamente su enfoque entre lejos y cerca y viceversa. ¿Así que tal vez tengamos que volver a las gafas de lectura después de todo?
Las gafas de lectura son de probada eficacia
Las gafas de lectura son eficientes, pero también más engorrosas que simplemente poner dos gotas en cada ojo por la mañana y luego poder volver a ver con nitidez y leer textos sin problemas. Si quiere cambiar el enfoque de cerca a lejos, puede quitarse las gafas completamente o colocarlas en la punta de la nariz. Pero deben estar siempre al alcance de la mano para no tener que pasar horas buscando.
Las gafas de lectura también tienen una impresionante y larga tradición. Esta ayuda ya existía en el siglo XIII. Por supuesto, en aquella época aún no existían las gafas de diseño, tan caras y lujosas. Pero también ayudaban. (elmundoalinstante.com).
El covid-19 afecta la visión incluso después de superar el virus
Las alteraciones morfológicas encontradas en córneas de pacientes con COVID-19 son similares a las encontradas en córneas diabéticas y con enfermedad de ojo seco
Un estudio de varias instituciones científicas ha determinado que el COVID-19 afecta a la salud ocular y que puede dejar secuelas en los ojos incluso diez meses después de sufrir la enfermedad.
La enfermedad, aunque se dé de forma leve, puede producir alteraciones en el tejido nervioso de la córnea y dolor ocular, consecuencias también asociadas al ojo seco, ha concluido la investigación del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (norte) y el Instituto de Neurociencias, en el que participan la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Alicante (este) y el Centro Superior de Investigaciones Científicas de España.
Alberto Barros, optometrista del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, ha explicado que las alteraciones morfológicas encontradas en córneas de pacientes con COVID-19 “son similares a las encontradas en córneas diabéticas y con enfermedad de ojo seco”, en un estudio que asocia la infección por Sars-Cov-2 y la neuropatía de fibras pequeñas en la córnea.
“El dolor y la incomodidad concuerdan con los síntomas de estas enfermedades y se acompañan de pérdida funcional y alteración de la sensibilidad”, ha señalado el experto, quien ha expuesto que las secuelas de la enfermedad influyen en la sequedad, irritación e incluso episodios de dolor en los ojos de los pacientes.
Por ello, los ojos se vuelven más sensibles a condiciones externas, como el aire acondicionado, y se produce sensación de arenilla o de pinchazo.
Luis Fernández Vega, oftalmólogo del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, ha sostenido que esta investigación ha reunido a un grupo de pacientes que había superado el COVID-19, examinados bajo microscopía confocal para obtener imágenes de las fibras nerviosas de la córnea.
“El 91,3% de los pacientes presentaron alteraciones en el tejido nervioso corneal, compatibles con una neuropatía de fibras periféricas”, ha destacado Vega, que ha apuntado que la infección viral causa axonopatía de las fibras sensoriales, una degeneración de la prolongación de las neuronas, que se vuelve crónica tras la recuperación de los pacientes.
Los expertos han hallado señales de que estas secuelas pueden ser de larga duración, ya que, en los pacientes estudiados, los daños se mantenían tanto a los 3, como a los 6 y 10 meses después de haber pasado la enfermedad, e incluso en algunos casos empeoraban dichas alteraciones, lo que ha llevado a pensar a los investigaciones que esas variaciones se pueden mantener a lo largo del tiempo.
La investigadora de la UMH Juana Gallar ha afirmado que las secuelas que el COVID-19 deja en las personas, tanto durante el transcurso de la enfermedad como después de superarla, han sido objeto de estudio desde que se conoce el virus.
“Nos llamaba la atención, inicialmente, que hubiese pacientes que perdían el olfato y eran incapaces de apreciar los sabores. Sabemos que la función somatosensorial de este sentido está mediada por el nervio trigémino y éste comparte una rama que inerva la córnea”, ha comentado la catedrática.
“Valorando la inervación de la córnea, podíamos ver si había alguna alteración en ese nervio, asociada a una infección por coronavirus”, ha concluido Gallar. (elmundoalinstante.com).