Punta de Lanza: Carta a las Fuerzas Armadas…

Carta a las Fuerzas Armadas

y de Policía de Colombia

Por Senén González Vélez

(Toronto, Canadá, 6 de mayo de 2025).

Mis apreciados oficiales y compatriotas:

Reciban mis sentidas condolencias por los 37 soldados y policías asesinados mediante el plan pistola, y seguramente que vendrán otros, y por las víctimas inocentes ajenas a la barbarie que está padeciendo nuestra patria; condolencias que no se las ha dado el presidente Gustavo Petro a sus familiares, y creo que no lo hará, por el desprecio que él le tienen a todos ustedes, como evidentemente está demostrado en lo que lleva de su nefasto mandato.

Siempre he sido un admirador permanente de las fuerzas del orden, las que defiendo y estimo como uno de los mayores símbolos patrios que reflejan el espíritu soberano de una nación libre y temerosa de Dios.

Ustedes son la identidad y la moral de la nación libre que, para el mundo, representan la imagen de un país en libertad y orden. Y esa es Colombia.

A pesar de esa notable impresión, la virtud y el coraje marcial, por desgracia, se ha ido debilitando por la fuerza de las pasiones políticas e ideológicas que han traído miseria y ausencia de firme autoridad, distanciándose de los principios éticos, a tal punto, que la doctrina y el deber militar han quedado en oscuro suspenso, lo que nos deja una espantosa y confusa impresión para preguntarnos: ¿es que estamos en presencia de una dualidad entre el deber ser como oficiales de doctrina, o solo se trata de un ejército humano de espectadores que en modo robótico cumple a ciegas las órdenes superiores, así a estas les asesinen sus propios integrantes en nombre de la democracia, la Constitución y las leyes?

No me cabe la menor duda, señores oficiales, que estamos viviendo una disputa del pasado contra el presente, poniendo en peligro el futuro de las nuevas generaciones.

Los hijos de quienes sirvieron a la patria, iniciarán su vida con un potencial de odios. Y… la venganza y el desquite, serán su válvula de escape, lo que es fácil pensar y deducir que se está educando futuras generaciones para un mayor y angustiante conflicto armado. Y… ¿qué decir del ‘’sicariato’’? Este será el empleo más fácil, el que a la mano ofrezca mejor remuneración. ¿Acaso eso es digno? El pago por recompensas se está volviendo en un lucrativo negocio, que es, en esencia, un paga diario.

Señores Oficiales: la dignidad no es negociable y dar concesiones mucho menos. Permitirlo, no solo es mostrar debilidad sino el hambre de hacer parte de los corruptos para alcanzar el enriquecimiento ilícito o recibir honores que pierden su grandeza porque el defecto mata la virtud.

Es preferible tener en el pecho un humilde escapulario de tela con la imagen de Cristo y su madre, la Virgen, que medallas obtenidas y otorgadas por un indigno cafre.

Señores Oficiales: de todas las ramas del poder defensivo de la Nación, con todo respeto les digo: Si en verdad ustedes desean el bien para Colombia, es hora de hablarle con carácter al Jefe Supremo de ustedes, no sea que la historia los incluya como cómplices o mecenas de la debacle en la que está a punto de caer el país, para volverla satélite del terrorismo, el narcotráfico y el comunismo. ¡No se llamen a engaño! Remember to Venezuela.

No creo que el deseo de ustedes sea dejarle como herencia a sus hijos, nietos y esposas, pisotear 214 años gloriosos del Ejército y 113 de la Policía Nacional, cuando gozan de la herramienta constitucional para defender la vida y honra de los colombianos, cuando el pueblo irresponsablemente se levante, o cuando el gobierno se tiranice. ¡Eso no es ser deliberantes!

Bueno es ejercer un derecho, pero mejor aun es cumplir con una obligación moral y justa, ética y profesional, como es defender la patria y sus valores, la Constitución, las leyes y la democracia, por encima de cualquiera consideración política o tiranía que se insinúe.

Y cito: ’’El deber de las Fuerzas Armadas es defender la patria no solo a través de la guerra, sino de la paz y de los valores democráticos. La fuerza militar está en el deber no solo para proteger a los aliados, sino para luchar contra la tiranía, sea por tierra, mar y aire’’: Winston Churchill.

Quienes hayan ingresado a la milicia solo para vivir y no luchar por la patria para morir, han traicionado el espíritu de su doctrina, perdiendo dos batallas: el amor propio como emblema supremo militar y policial, para matarles a sus hijos, el héroe que ustedes para ellos representaban, para consagrarse o mal como cobardes o de miserables traidores vendidos.

¿Será que ustedes salvan la Patria, o se alían para hundirla? Tengo fe en la causa que nos obliga a defender las instituciones y la democracia. Por eso no pierdo las esperanzas de verlos reaccionar más temprano que tarde.

Atentamente,

Senén González Vélez

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