En las elecciones presidenciales en Estados Unidos, una certeza persiste a lo largo de los años: el que gana siempre es un candidato republicano o demócrata.
Así será en las elecciones de este 3 de noviembre y así ha sido desde hace más de 160 años, pese a que otras agrupaciones o candidatos independientes han competido contra ellos para ocupar la Casa Blanca.
Este arraigado bipartidismo puede encontrar explicación en una antigua “ley” de las ciencias políticas, la “ley Duverger”, por Maurice Duverger, el sociólogo francés que difundió las bases para esta teoría.
¿Qué dice y hasta qué punto se cumple?
Mayoría relativa y una sola vuelta
Duverger publicó en 1951 el libro “Partidos políticos”, en el que dice que el sistema de votación de un país es factor determinante en si resulta bipartidista o multipartidista.
En su texto, Duverger dice que la votación “mayoritaria y de una sola vuelta tiende al dualismo de partidos”.
Es decir, el bipartidismo va a ser norma en los casos en que para ganar el proceso electoral basta obtener el mayor número de votos, lo que se conoce como votación de mayoría simple o relativa.
Este sistema se diferencia de los que prevén segunda vuelta entre los candidatos más votados si ninguno supera un umbral de mayoría cualificada (por ejemplo, el 50% más uno o, como sucede en Bolivia, 40% con diez puntos de diferencia).
“La ausencia de segunda vuelta (…) especialmente en la elección presidencial, constituye uno de los motivos históricos del advenimiento del bipartidismo y de su sostenimiento”, dice Duverger en su libro.
Duverger señala que en Estados Unidos “el bipartidismo tradicional coincide igualmente con el escrutinio mayoritario de una vuelta”.
Colegio Electoral
La elección presidencial en EE.UU. es indirecta: el voto de los ciudadanos sirve para conformar el Colegio Electoral, que es el encargado de elegir al presidente.
Es por esto que hay que entender la diferencia entre voto popular, que es el que emiten directamente los ciudadanos, y voto en el Colegio Electoral en EE.UU.
Cada estado de EE.UU. elige un cierto número de los 538 miembros que conforman el Colegio Electoral. Para ganar la presidencia, deben reunirse 270 de estos votos electorales.
En 48 estados y en Washington D.C., el candidato que obtiene la mayoría simple de los votos populares se queda con todos los representantes en el Colegio Electoral. Solo Maine y Nebraska son una excepción ya que también otorgan votos electorales a los ganadores de cada distrito.
Así, EE.UU. se puede ver como un sistema de mayoría simple o relativa (una de las condiciones de las que habla Duverger): un solo candidato gana todos los votos electorales del estado y no se reparte nada entre los segundos o terceros puestos.
“No hay beneficio en quedar segundo, los electores no se reparten”, dice Brian Gaines, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Illinois, a BBC Mundo.
“El sistema de dos partidos se ha elevado a las elecciones presidenciales gracias al componente de pluralidad de los colegios electorales”, añade Gaines.
Por ejemplo, en 1992, el candidato independiente Ross Perot participó en las elecciones presidenciales contra el demócrata Bill Clinton y el republicano George H.W. Bush, y obtuvo el 19% del voto popular. Perot no alcanzó para ganar ningún voto electoral.
Además de esta dinámica de los colegios, no hay segunda vuelta en las presidenciales en EE.UU.
Si nadie alcanzara los 270 votos electorales -algo que ha sucedido una vez en EE.UU.- el Congreso resolvería la elección.
Voto útil
Este sistema de votación mayoritaria y de una sola vuelta tiene efectos psicológicos en los votantes, señala Duverger en su libro.
Si surgiera un tercer partido, “los electores comprenden a menudo que sus votos estarán perdidos si siguen dándoselos al tercer partido: de ahí su tendencia natural a hacerlos recaer en el menos malo de sus adversarios, a fin de evitar el éxito del peor”, dice el autor.
“Creo que esta ley (de Duverger) refleja bastante bien lo que vemos en el sistema bipartidista”, dice David Paleologos, director del Centro de Investigación Política de la Universidad de Suffolk, EE.UU.
De acuerdo con esta teoría, “con un sistema (de votación) proporcional sería suficiente para ganar apoyo político para un 5%, 10%, 20% del voto, pero eso no pasa en este país”, agrega.
El sistema “fuerza a la gente a pensar en términos de dos partidos e impide a los candidatos de terceros partidos recibir apoyo porque no obtienen ningún porcentaje significativo”, añade Paleologos.
Entonces, los partidos pequeños pierden incentivos para participar en las elecciones.
“Aunque siempre hay gente que vota por un tercer partido o escribe el nombre de alguien más. No es que no haya otras opciones”, apunta Paleologos. “No hay un solo estado que tenga solo a Biden o Trump, eso es lo que dicen las encuestadoras, pero es incorrecto”.
Pero al final, según la ley Duverger, “la conducta del votante tiende a conformarse con el sistema electoral”, indica el experto.
Otros factores
El bipartidismo impera también en el Congreso de EE.UU., donde hay solo dos senadores independientes (Bernie Sanders y Angus King) de un total de 100, y un representante del Partido Libertario, Justin Amash (aunque había sido elegido originalmente como republicano), de un total de 435.
Pero hay países en los que más de dos partidos tienen representación parlamentaria, como India y Canadá, pese a que eligen a los miembros de las cámaras bajas de sus Congresos y a sus gobernantes mediante votaciones mayoritarias de una sola vuelta.
Estas excepciones han llevado a que algunos consideren a la “ley” Duverger más bien como “hipótesis”, dice Kenneth Benoit, profesor de Ciencias Sociales de la London School of Economics (LSE), en un artículo de 2006.
Pero el mismo Duverger aclara en su libro que el sistema electoral solo “empuja” al bipartidismo y que “no conduce a él necesaria y absolutamente a pesar de todos los obstáculos”.
Puede haber muchas otras tendencias “que atenúan, frenan o detienen” la tendencia al bipartidismo.
Y en EE.UU., más bien, hay otros factores que también contribuyen con el bipartidismo.
Uno de ellos es el sistema presidencialista, dice Patrick Dunleavy, profesor de Ciencias Políticas de LSE en un artículo de 2012 titulado “La ley Duverger es un loro muerto. Fuera de EE.UU., la votación que se gana en primera vuelta no tiene ninguna tendencia a producir bipartidismos”, en el que sostiene que esta teoría ha quedado obsoleta fuera de EE.UU.
Una razón más es que los estadounidenses votan en muchas más elecciones que otras democracias, dice Brian Gaines, como los comicios para la Casa de Representantes, el Senado, las casas estatales de representantes, los senados estatales, oficinas de condados, etc., por lo que el bipartidismo simplifica las cosas.
Todos estos factores indican que lo más probable es que republicanos y demócratas sigan alternándose la presidencia de EE.UU. por varios años.
Otro factor que contribuye al bipartidismo en EE.UU. es el hecho de que cada estado tenga sus propias reglas para inscribirse como candidato en las elecciones presidenciales.
“Lo que respalda al bipartidismo en EE.UU. es una amplia gama de leyes que privilegian a los demócratas y republicanos, y hacen que sea difícil para otros partidos entrar a la cédula electoral”, dice Shaun Bowler, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de California en Riverside y editor del libro “Ley Duverger de la votación de pluralidad”.
“Mira los obstáculos que Kanye West debe enfrentar para entrar en la cédula”.
Hasta el cierre de esta nota, el rapero estadounidense solo había conseguido aparecer en las cédulas de 11 estados.
“Tienes que cumplir los requisitos de los 50 estados, necesitas dinero, operaciones de campo. Ross Perot era multimillonario, así que podía estar en las cédulas de todos los estados. Pero la mayoría preferiría postular dentro de la estructura del Partido Demócrata o Republicano”, dice Paleologos a BBC Mundo.
No en vano Bernie Sanders, senador independiente de Vermont, buscó la nominación como candidato del Partido Demócrata y el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca como el del Partido Republicano.
Para Bowler, otro de los grandes incentivos del bipartidismo “es el dinero”.
“Los donantes realmente no quieren dar a partidos menores con pocas posibilidades de éxito”, dice. (Por: Pierina Pighi Bel-elmundoalinstante.com).