La posición de Colombia ante la OEA

Como parte del decaimiento del Orden Liberal Internacional se encuentran instituciones que no responden de manera definitiva a los retos y a las problemáticas actuales como son las Naciones Unidas –ONU- y la Organización de Estados Americanos –OEA- que no es del caso detallar.

Venezuela se ha vuelto no solamente para Colombia sino para la región y en particular para los países que comparten fronteras un actor peligroso y desestabilizador por los conflictos que se generan en esta área fronteriza.

Las diferencias ideológicas entre el gobierno venezolano y el colombiano constituyen otro factor de conflicto. La razón de esta afirmación es que no solamente la historia colombiana sino las políticas del actual gobierno siguen alineadas con Estados Unidos, y ha continuado con sus directrices conservadoras, a pesar de que se le quieran dar algunos aires distintos.

Los conflictos con el vecino país tienen connotaciones políticas, económicas, comerciales y sociales importantes que hacen mella en la institucionalidad colombiana. La presencia de grupos como el ELN y las disidencias de las FARC que operan en las zonas fronterizas de Venezuela y Colombia al parecer con el visto bueno y la acogida de Maduro, es un gran problema, más aún cuando Venezuela es un país garante en los diálogos de paz del actual gobierno colombiano dentro de la política de la Paz Total, y lo ha sido en el pasado como por ejemplo en el proceso de paz con las extintas FARC.

(Imagen: EFE – VBM).

La crisis humanitaria y la migración son problemas importantes para los países vecinos de Venezuela y en particular para nosotros, lo que ha generado conflictos sociales y económicos en los países que acogen esta migración y una tensión con el gobierno venezolano.

Las acusaciones de espionaje y sabotaje entre los gobiernos de Colombia y Venezuela han sido una constante. Las relaciones diplomáticas que mantiene Venezuela con actores con una ideología dictatorial como Nicaragua, Rusia, China e Irán que pretenden acabar con el Orden Liberal Internacional nos exigen   tener cuidado para proteger nuestros propios intereses y nuestra seguridad nacional.

A pesar de este negro panorama, no podemos desconocer que, si bien la OEA tiene un papel de promoción de la democracia, la seguridad, el desarrollo de la región y de los derechos humanos, recordemos que Venezuela no forma parte de este organismo, y además esta organización regional está limitada por múltiples razones para obligar al vecino país a que muestre las actas electorales.

Recordemos que en el 2017 Maduro anunció el retiro de su país de la OEA, y en abril del 2019 el retiro de Venezuela se completó. Por esa época la oposición que controlaba a la Asamblea Nacional Venezolana liderada por Juan Guaidó nombró, un representante ante la OEA con el argumento de que el retiro de su país en ese organismo internacional no era válido ya que no se hizo con el apego constitucional. Este hecho ante la luz del Derecho Internacional Público no podemos decir que sea quizás totalmente legal, toda vez que es el Jefe de Estado junto a su canciller quien nombra a sus embajadores, y el hecho de que algunos gobiernos hayan reconocido a Guaidó como presidente de ese país, nos lleva al mismo análisis que realizaré en el presente artículo.

La OEA se creó dentro del Orden Liberal Internacional, y por ende contempla los principios de este orden como la soberanía nacional lo que implica que cada país es soberano y puede gobernarse sin interferencia de otro actor o Estado. Además del hecho de que las decisiones se tomen por consenso, en el evento de que se logre ese acuerdo entre los países miembros, hace difícil que la OEA obligue a cumplir ese mandato a Venezuela ya que legalmente no tiene los mecanismos para ello.

Si bien es cierto que este organismo brinda elementos para promover la democracia y proporciona misiones electorales, estas herramientas dependen de la cooperación voluntaria o libre albedrío de los países miembros, con lo cual suponiendo que se haya logrado el consenso para que el gobierno de Maduro dé a conocer las actas electorales en las que se da como ganador a la oposición, es poco probable que se obtenga una respuesta positiva por parte del Estado venezolano.

Es decir, la OEA no tiene mecanismos que obliguen a un Estado a cumplir o realizar su mandato. Las presiones diplomáticas que ejercen son solo diplomáticas y morales, no hay una obligación legal en tal sentido.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, el que el gobierno colombiano se haya abstenido de votar en la reciente reunión que se realizó en la OEA para obligar al vecino país a mostrar las actas electorales no hace mella, y si por el contrario, Colombia debe seguir siendo cauto en sus relaciones con el vecino país para no aumentar la problemática existente, y proteger nuestros intereses y nuestra soberanía, teniendo en cuenta que ya es difícil el sostenerla por distintas razones que ameritan un análisis diferente y más profundo que al acá planteado.

Como Colombia se ha caracterizado por ser respetuosa de ese Orden Liberal Internacional y del Derecho Internacional Público mal podría salirse de él, y el que el gobierno a través de su canciller diga que las actuaciones del Gobierno de Colombia respecto a la situación en Venezuela seguirán ciñéndose a los principios diplomáticos de confidencialidad, respeto y no injerencia»es la mejor posición para Colombia, a pesar de que muchos no estén de acuerdo y que las ideologías quieran imponerse o descalificar la posición de Colombia en la OEA. Esto no significa que aplaudamos el régimen venezolano y que no queramos que la verdad se imponga, y se le conceda la razón a la oposición si es que en realidad gano, como se supone que es así.

La posición de algunos gobiernos de reconocer al candidato Edmundo González como presidente de Venezuela va en contra de los principios del Derecho Internacional Público y de la carta de la ONU, toda vez que se debe respetar el principio de no intervención en los asuntos internos de otro país, y que no existe un argumento legal que obligue al gobierno venezolano a dejar el poder, por lo que la solución está únicamente en las manos de los propios venezolanos el hacer respetar la voluntad popular y su democracia.

Tenemos que tener en cuenta que va a suceder lo mismo que cuando se reconoció a Juan Guaidó como presidente de ese país, que al final no produjo ningún cambio en Venezuela, ni se derrocó al gobierno Maduro.

Digo todo esto a mi pesar, y corriendo el riesgo de que se me mal interprete, pues no creo que exista un demócrata como yo, que quiera que continúe el régimen de Maduro en el poder causando no solamente más estragos al pueblo venezolano y desestabilizando la región y generando más violencia en Colombia. En diplomacia y en Derecho Internacional las emociones no cuentan.

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Clara Inés Chaves RomeroExdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.

Sobre Clara Inés Chaves

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