El desarrollo de los territorios, y en particular de las zonas de turismo como las islas, es un proceso estratégico que va mucho más allá de la simple promoción de destinos. Implica fortalecer el control territorial, mejorar la infraestructura, embellecer los espacios, fomentar la cultura ciudadana y el sentido de pertenencia, y elevar la calidad de vida de los nativos, todo ello bajo una perspectiva de sostenibilidad y respeto ambiental.
Desarrollo territorial y control soberano:
El ejercicio efectivo de la soberanía estatal sobre las islas no solo se refiere al control político y administrativo, sino también a la capacidad de gestionar de manera integral los recursos y el territorio. En el caso de Colombia, por ejemplo, el control sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina no solo ha sido una cuestión de límites, sino también de garantizar el bienestar de sus habitantes y la protección de su entorno natural. El desarrollo turístico responsable fortalece la presencia del Estado y contribuye a la defensa de la soberanía, al tiempo que genera oportunidades de crecimiento económico y social.
Infraestructura turística y embellecimiento:
La modernización de la infraestructura es fundamental para aumentar la competitividad de las islas como destinos turísticos. Proyectos como la construcción de puentes y la adecuación de espacios públicos, accesibles tanto para residentes como para visitantes, mejoran la movilidad y la experiencia turística, además de incluir a personas con movilidad reducida. El embellecimiento y el mantenimiento continuo de los espacios turísticos, como la restauración de esculturas y monumentos, son acciones que no solo mejoran la imagen del destino, sino que también refuerzan el sentido de orgullo y pertenencia de la comunidad local.
San Andrés. (Imagen: archivo particular-VBM).
Cultura ciudadana y sentido de pertenencia:
El desarrollo turístico sostenible requiere la participación activa de la comunidad local. Fomentar la cultura ciudadana implica promover valores, costumbres y reglas mínimas compartidas que faciliten la convivencia, el respeto al patrimonio común y el reconocimiento de derechos y deberes ciudadanos. Experiencias como la de la isla de Barú muestran que el fortalecimiento del tejido comunitario y la promoción de la identidad cultural son claves para lograr cambios positivos en el comportamiento de los habitantes y en la percepción que tienen del turismo. Este sentido de pertenencia se traduce en una mayor disposición a cuidar y mantener limpios los espacios, así como en la exigencia de respeto por parte de los visitantes.
Barú: ejemplo de conciencia ambiental y gestión de residuos:
En Barú, la limpieza y el manejo adecuado de residuos son fundamentales para preservar su atractivo natural, asegurar la sostenibilidad ambiental y fortalecer el desarrollo económico y social de la región. Se han implementado jornadas periódicas de limpieza en las playas, involucrando a nativos, jóvenes, entidades públicas y privadas, con el objetivo de retirar toneladas de desechos y sensibilizar tanto a residentes como a turistas sobre la importancia de mantener limpio el entorno.
Iniciativas como la ECA Playa Blanca han impulsado el reciclaje, generando empleo, organización comunitaria y educación ambiental casa por casa, especialmente entre los niños. Sin embargo, aún persisten desafíos en la cobertura y manejo integral de residuos sólidos. La crisis ambiental en Playa Blanca y la ciénaga de Portonaito, marcada por la acumulación de basuras, vertimientos inadecuados de aguas residuales y la proliferación de negocios informales, ha motivado la intervención de autoridades que exigen mayor control y sanciones para quienes incumplen las normas ambientales.
Proyectos como Barú Sostenible, que promueven la educación ambiental y la separación y reciclaje de residuos, buscan transformar el entorno y dignificar el trabajo de los recicladores locales. Fomentar la limpieza y el control de basuras en Barú no solo es una acción local, sino un ejemplo replicable para otras zonas turísticas del país.
Desarrollo del Caribe y el Pacífico: motores para el posicionamiento nacional e internacional:
El desarrollo sostenible del Caribe y el Pacífico colombiano es esencial para el crecimiento nacional y la proyección internacional. El Caribe, con su potencial turístico, agroindustrial y energético, recibe apoyo en infraestructura, conectividad y energías renovables, lo que amplía la oferta laboral y contribuye a reducir las brechas sociales. La internacionalización de la economía caribeña, la diversificación de la oferta exportadora y la inclusión de ciencia, tecnología e innovación en las mipymes son estrategias clave para mejorar la competitividad y posicionar la región en los mercados globales.
En el Pacífico, el desarrollo socioeconómico con equidad, integración y sostenibilidad ambiental es una prioridad del Gobierno nacional. Se busca cerrar brechas sociales, fomentar actividades productivas sostenibles y aprovechar la riqueza biodiversa y cultural de la región, integrándola al resto del país y a la cuenca del Pacífico. La mejora de la conectividad, la provisión de servicios públicos y la gestión sostenible de los recursos naturales son fundamentales para consolidar la paz y el desarrollo en esta región estratégica.
Respeto ambiental y educación al turista:
Mantener limpias las islas, los mares y los manglares requiere tanto la acción de los residentes como la responsabilidad de los turistas. Crear una cultura de respeto y limpieza implica campañas educativas, regulación y vigilancia, así como incentivos para el turismo responsable. Ejemplos internacionales muestran que la implementación de prácticas sostenibles, como la gestión eficiente de residuos, el uso de energías renovables y la protección de la biodiversidad, son posibles y replicables en contextos insulares.
En conclusión, se debe desarrollar los territorios insulares y costeros con enfoque turístico que exige una visión integral que combine el fortalecimiento de la soberanía, la modernización de la infraestructura, el embellecimiento de los espacios, la promoción de la cultura ciudadana y el sentido de pertenencia, y la mejora de la calidad de vida de los nativos. Todo ello debe estar orientado por principios de sostenibilidad y respeto ambiental, de modo que tanto residentes como turistas contribuyan activamente a la conservación y el disfrute de estos valiosos territorios para las generaciones presentes y futuras. El ejemplo de Barú y el impulso al desarrollo del Caribe y el Pacífico colombiano son fundamentales para el desarrollo nacional y el posicionamiento internacional de Colombia como un destino sostenible, innovador y comprometido con la protección de su riqueza natural y cultural.
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Clara Inés Chaves Romero: Ex diplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional en medios como Eje 21, Diario El Nuevo Liberal, Magazín Ver Bien, Realidades y Perspectivas, Revista Ola Política. Escritora de los libros: Justicia Transicional, Del laberinto a la esperanza, Un camino al África, una puerta al mundo.