Existe en el país un dicho de que no solamente hay que ser sino aparentar ser, y en este sentido se podría aplicar a la diplomacia en general, pero en particular a la colombiana.
El buen diplomático es el que tiene no solamente un conocimiento importante sobre el país, su historia, su geografía, su cultura, sus costumbres, su arte, etc., sino sobre la geopolítica mundial y un discernimiento sobre el país al que va a desempeñar sus funciones propias de diplomático representando a Colombia.
Pero además de lo anterior, es importante el conocimiento al menos de un idioma distinto al español y que sea uno de los reconocidos por Naciones Unidas. Pero si bien todo lo anterior es importante, no es suficiente, porque por lo que se va a dar a conocer es por su don de gentes, que tenga un comportamiento impecable, además que no haya tenido antecedentes judiciales de ninguna índole.
(Imagen: archivo internacional-VBM).
Es importante el complemento que en este caso son las sedes diplomáticas y consulares que sean dignas de ser la sede territorial de Colombia en el exterior, ya que como dicen las abuelas que tienen una filosofía muy particular digna de ser escuchada, al pasajero se le conoce por su maleta, lo que significa que, si nuestra sede es cualquier casa en cualquier sitio, dará una mala impresión, porque todo entra por los ojos, hasta un buen plato en un buen restaurante.
Si ya tenemos una mala imagen en el exterior no solamente debido a nuestros conflictos armados y a la mala herencia que nos dejó y sigue dejando el narcotráfico aunque ya no seamos los reyes en esa materia, sino a los distintos escándalos por diferentes razones que a lo largo del presente siglo han propiciado algunos de nuestros diplomáticos en el exterior que ya nos dejan mal parados, no podemos permitir que nuestra imagen se siga dañando por no tener una sede diplomática y consular digna de representarnos.
Los ahorros que requiere el Estado se deben hacer en otras áreas como, por ejemplo: controlando la corrupción, la impunidad, ganando los casos contra el Estado, etc., y sabiendo escoger a nuestros diplomáticos para que no se caiga su nombramiento, o no se tenga que traer rápidamente al país por motivos de algún escándalo de mal comportamiento, o porque esté involucrado en algún presunto delito, o porque no reúna las condiciones para el cargo.
Si queremos que se nos escuche en el exterior, es importante fortalecer no solamente la carrera diplomática, sino nuestra imagen en todos los aspectos aun mejorando nuestras sedes como lo señale anteriormente. En este tema no debemos escatimar ningún esfuerzo ya que el país debe estar por encima de cualquier situación o ideología política.
Es importante la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, así como la manera en la que se debe instruir a nuestros diplomáticos para que sean agentes del desarrollo de la política exterior colombiana y puedan utilizar las distintas herramientas que faciliten el fortalecimiento de la política interior teniendo en cuenta el bien común, la paz y el desarrollo.
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Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.