Homenaje a nuestra amiga y colega Olga Lucía Martínez Ante

«Cuando un amigo se va, Queda un espacio vacío,que no lo puede llenar la llegada de otro amigo…” Alberto Cortez.

Germán Yancés, Olimpo Cárdena Jr., María Cristina Guerrero S., Gilberto Castillo, Graciela Torres, Germán Matamoros G., Olguita Martínez Ante, Julián Gutiérrez, Lucía Muñoz. (Imágenes: archivo particular – VBM).

Por María Cristina Guerrero S.

Bogotá, 20 de julio de 2023. Nuestra amada amiga y colega Olguita Martínez Ante partió hoy y la despedimos con el dolor profundo que nos deja su ausencia, el saber que no la volveremos a ver, que ya no compartiremos como lo hicimos tantas veces las interminables charlas llenas de anécdotas y de muchas risas. Siempre bien informada, periodista acuciosa y disciplinada, apasionada por el oficio, lectora incansable, amiga de sus amigos, y realmente tenía muchos, muchísimos, porque Olguita era amiga de todos. Amiga leal. Amiga incondicional. Amiga para toda la vida.

María Cristina Guerrero, Olguita Martínez, Víctor Manuel García, Marthica Brugés, Graciela Torres.

Hablamos antes de su último viaje a Palmira, queríamos reunirnos y ponernos al día después de mucho tiempo sin encontrarnos, pero finalmente no logramos cuadrar agenda y hoy lamento inmensamente no haberla visto y abrazado en ese momento. Ella estaba feliz de volver a su tierra natal, a su casa, a su gente. Nada como el «hotel mamá», y estar rodeada de sus afectos, en ese terruño que siempre llevó en el corazón a pesar de sus más de tres décadas de vivir en Bogotá.

La conocí cuando ella trabajaba en El Espectador y yo en El Tiempo, y cultivamos una amistad llena de afecto, de respeto por su impecable ejercicio profesional, y con una inmensa gratitud de por medio, que crecía con los años, porque ella siempre estaba dispuesta para sus amigos.

Esta semana seguimos cada día los reportes de su salud y hoy, particularmente, quedé con la sensación de que se recuperaría. Ella era una guerrera y estaba dando la batalla. Ahora en la noche me sorprendió la noticia. Olguita ya no estará más con nosotros, pero sin duda, la recordaremos como el ser humano especial y grande que siempre fue. Ella vio crecer a mis hijas, las tenía presentes, les seguía los pasos, y era igual con todas sus amistades porque en su corazón cabíamos todos. Mi entrañable Olguita nos deja una poderosa lección de vida.

Los designios de Dios no son para entenderlos, son para aceptarlos. Le pido a Dios que colme con su amor, fortaleza y consuelo a su querida madre, hermanos, familia, amigos y allegados. Descansa en paz amiga querida.

La Negrita Candela, Olguita Martínez y Julián Gutiérrez, su hermano del alma.

Julián Gutiérrez

“Para mí, Olguita fue una hermana, compartimos muchas alegrías, tristezas, festejos, conciertos, obras de teatro, tragos, historias, no podré superar este dolor”.

Germán Matamoros G.

«Hola mi Matamoritos, mi vida, vos en que andas, contame», era el saludo habitual y característico  cuando la llamaba para ponerle a consideración un tema de cultura  o de artistas. Siempre afable, alegre y muy abierta a prestar ayuda en lo que se necesitara. Defendió con gran conocimiento los debates noticiosos gracias a su vasta experiencia. Amiga y colega de momentos inolvidables. Nos une un sentir de aprecio y afecto muy grande».

Ketty Lora

“Un adiós y un hasta pronto para Olguita Martínez, mujer consagrada al ejercicio del periodismo dejando huellas importantes. Que Dios la acoja en su santo reino”.

Diana Herrera

“Las largas conversaciones con Olguita, que nunca jamás eran demasiadas y en las que solía salir a relucir su amor por Cuba y sus amigos cubanos, su pasión por la salsa, sus siempre ansiados retornos a Palmira para verse con su tierra y su familia, y su inquebrantable entrega al periodismo. Siempre le decia: «Trabajas mucho Olguita. Bájale al ritmo». Y solía hacerme una mueca, me respondía: «Sí mija, tenés razón». Pero las dos sabíamos que esa entrega era inaplazable, innegociable, imprescindible”.

Melissa Tovar

“Olguita querida, qué vacío tan grande dejas… No hay palabras para el dolor. Iluminaste nuestras vidas con tu dulzura, tu autenticidad, tu acento único, tu cariño y tu inteligencia. Sabías de todos los temas, enseñabas y ayudabas siempre que podías. Era muy especial verte ejercer el periodismo y aprender de tu profesionalismo. Muchas gracias por tanto afecto que nos diste, gracias por haber sido familia. Gracias por haber creído en nosotras. Siempre te vamos a querer”.

Fernando Motta, María Cristina Guerrero, Diana Herrera, Olguita Martínez.

Fernando Motta

“Conocí a Olguita desde que trabajaba en El Espectador. Nos vimos y fue como si nos conociéramos de siempre. Hubo mucha química entre los dos y nos hicimos buenos amigos. Era una persona dulce, encantadora, de buenos sentimientos y con un corazón muy bondadoso. Siempre estuvo dispuesta a apoyarme en mi gestión de prensa, y en los momentos difíciles, era muy sabia dando ánimo y buenos consejos. Pude compartir con ella en los viajes que organizaban los canales para el lanzamiento de las novelas; buena conversadora, era una gran compañía. Además de ser una gran profesional, era un ser humano muy especial. Estoy muy consternado con su partida, me afecta profundamente porque era una gran amiga”.

Guillermo Romero Salamanca

“La pequeña gran giganta del mundo de la cultura

Nadie la llamaba como Olga, ni mucho menos, como Olga Lucía. Era imposible. Siempre se le dijo “Olguita”.

Era imposible que no saludara con una sonrisa completa, moviera sus eternas gafas y preguntara con su acento vallecaucano: “¿En qué andás vos, ve?

Guillermo Romero Salamanca, Director de «Pantallazos Noticias».

Le fascinaba la comida vallecaucana y en las conversaciones había explicaciones de cómo se preparaba un champús, un atollado de pato o un sancocho de gallina.

–¿Y extrañas las caspiroletas?, le preguntábamos, y de inmediato comenzaba con su narración:

–Ve, imaginate. Las mejores son las de La Córdoba. Mirá: llegás a Palmira, eso es como a cuadra y media de la catedral, enseguidita de la Fonda del Pollo. Y ahí tenés todo el mecato que querás. Hay cocadas, sellos de manjar blanco, pandeyucas, avena, kumis, grosellas y qué me decís del dulce de coco. Noooo, qué delicia.

–¿Y vos qué?

Y charlábamos de los compañeros del periodismo del espectáculo. Luego podía tener una cita con Raphael, Paloma San Basilio, Rubén Blades, pero también –como en esa oportunidad—con Los Tigres del Norte.

–Ve, ayúdame un poco porque yo de esta música poco sé. A mí hablame de salsa, bolero, música antillana, pero regional mexicana norteña, pocón.

Sin embargo, cuando habló con Jorge Hernández, se defendió como la mejor redactora de ese género musical. La nota salió perfecta. Ella tenía su técnica: preparaba y anotaba las preguntas, leía antes sobre el entrevistado, se concentraba luego en los textos, los leía una y otra vez.

¿Cuántas entrevistas hizo? Miles. ¿Cuántas sonrisas repartió? Millones.

Era de baja estatura, pero crecía cuando hablaba de sus reportajes y viajes. Conoció buena parte del país, estuvo en Europa, gozó con la cocina inglesa, pero recordaba siempre los tamales donde Las Morante o las chuletas de Calucho, en su amada Palmira.

Aunque vivía y ejerció el periodismo en Bogotá, quiso estar unos días en su tierra natal, volver a oler el cadmio, los cañadulzales, observar los verdes de las montañas y cantar su canción: “Esta es mi tierra querida, mi tierra adorada, mi Valle del Cauca”, como le cantaba el maestro Jairo Varela y que ella sentía con emoción cuando de “tirar paso se trataba”.

El mundo de la cultura y el espectáculo pierde a una gran periodista este 20 de julio, pero el cielo gana a una gigante e invaluable mujer.

“Dios te bendiga”.

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