En época electoral comenzamos a observar los diferentes candidatos y a evaluar el liderazgo político que debería tener cada uno de ellos.
En el mundo actual sufrimos de un relativismo absurdo y negativo. Si mal no recuerdo, el pasado 31 de agosto en la W radio se estaba hablando de que la Empresa del Grupo Argos deberá devolver predios a campesinos víctimas de la violencia. Por cuenta del desplazamiento forzado en Sucre, se obligó a algunos ciudadanos a vender sus tierras a la Sociedad Reforestadora del Caribe, hoy Tekia S.A. Lo cierto es que, si bien Tekia, sociedad constituida por Argos, aseguraba que era compradora de buena fe. Sin embargo, la sentencia del Tribunal de Restitución de Tierras señala que para la época se sabía de la presencia de grupos armados, razón por la cual era necesaria la verificación de los móviles de la venta de los terrenos.
(Imagen: archivo particular – VBM).
La discusión se centró en la presunción de la buena fe de esta empresa relativizando la sentencia. Es decir, la impresión que dio el debate que hicieron los periodistas de esta radio es que todo era relativo y al parecer la buena fe hacia que la sentencia fuera justa o injusta, cuando la ley es la ley y dentro del marco jurídico hay aspectos a tener en cuenta como la negligencia y el hecho mismo de la compra de los predios siendo conocedores del conflicto armado en la región, lo cual dio como resultado la condena para la empresa, aspecto que no se tiene porque llevar a la relativización.
Pero existen otros casos de relativización en los que se considera que porque el delito lo cometió X personaje es menos delito o es justificativo en contraposición al mismo delito cometido por Y, por el que se le condena y si se le considera delito.
Lo mismo nos sucede en política. El pueblo colombiano sufre de amnesia y como en los colegios no se enseña la historia, olvida o no conoce que lo que le sucede ahora al país es la consecuencia de hechos acaecidos en el pasado.
Es sorprendente y lamentable que se hayan presentado como candidatos a algunas alcaldías y gobernaciones del país, personajes que están acusados de corrupción y de otros delitos y sean los más opcionados a ocupar esas carteras. Lo peor es que sus seguidores relativizan los valores y las acusaciones que tienen estos candidatos en su contra.
Lo que requiere el país son líderes con autoridad moral y credibilidad porque muestran congruencia entre lo que dicen y lo que hacen.
Como lo señala Jorge Yarce en su libro liderazgo trascendente, el país necesita líderes para que combata los canceres que existen en la sociedad no solo en Colombia sino en el mundo, y son el individualismo, el consumismo materialista y hedonista y al relativismo. Urge un liderazgo ético que convenza y arrastre tras de sí.
El individualismo coloca el yo en el centro de las preocupaciones personales y de la sociedad; solo le interesa salvar su pellejo sin importar el bien común.
El hedonismo es la filosofía del placer, de la vida fácil, del confort materialista, es el ritmo desenfrenado que lleva a la persona a vivir en función de lo que tiene y no en virtud de lo que es. Unos viven de la violencia del placer y otros del placer de la violencia ambos son destructores de una sana convivencia. Cada uno con lo suyo.
El relativismo es esa situación en la que todo da lo mismo, todo vale igual, o todo depende de las circunstancias. No hay nada estable, todo estriba en la situación, no existen principios sino simples condiciones de la acción. Cada uno juzga según su criterio si es bueno o malo, predomina lo que piense la mayoría.
El problema es que, si no hay ética y una sana convivencia, ni respeto por las leyes, todo queda al arbitrio de quien tenga el poder y es cuando la democracia y el Estado de Derecho sucumben. ¿Qué nos pasa como sociedad? ¿Dónde queda el respeto por los mayores? ¿Dónde quedan la honestidad, la ética y el respeto por los demás y por las leyes? Debemos votar a conciencia, es una inversión en nosotros mismos y es la responsabilidad que tenemos para con el país y para con nuestro presente y futuro.
Colombia requiere de una ética que refresque y reconstruya la política para rehacer la convivencia sobre la base de valores. Hacen falta objetivos claros y líderes que realicen un buen papel en ello en razón de su integridad y compromiso con la sociedad, para restaurar de esta manera el tejido social.
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Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.