Se ha dicho que la democracia es el mejor modelo para alcanzar la calidad de vida, el desarrollo, la paz, la igualdad y demás valores que se le atañen.
El problema es que, si las libertades se tornan en libertinaje, la democracia en demagogia y en plutocracia, en el que las reformas sociales, el sentido de autoridad como la ejerció el presidente Lleras Restrepo no caben.
Si agregamos que el sistema educativo no responde a los retos del país como una herramienta para alcanzar el desarrollo, sino que se desconoce la historia de la nación, la relatividad impera y no se exige, sino que la permisividad y la mediocridad son las reglas a seguir, entonces valdría cuestionarnos no solamente para donde vamos como sociedad, sino que clase de país queremos tener, pues al parecer nos dirigimos a pasos agigantados al modelo Venezuela.
La pregunta que me viene a la mente, es: ¿será que a los gobiernos de turno no les interesa mejorar e invertir en educación, pues un pueblo ignorante es manipulable?
Olvidamos que la educación es el motor del desarrollo y la estrategia para combatir la pobreza, para tener una sociedad más tolerante y la semilla para la paz.
A través de la educación se favorece el empleo y se consolidan los valores culturales y la identidad nacional, además de que los jóvenes sean más competitivos, y puedan desarrollar destrezas como la capacidad de análisis, de lógica y de obtener un criterio constructivo.
Con la educación fortalecemos la democracia y el estado de derecho construyendo no solo conocimiento sino valores; una de las falencias que tiene el país actualmente es la escasa idoneidad de algunos funcionarios públicos y políticos que han falsificado títulos universitarios, o dicen tener especializaciones en Harvard sin que sea verdad.
La falta de valores y de una educación comprometida con el desarrollo del país induce a la corrupción y a la complacencia, ya que carece de una verdadera capacidad de análisis, de lógica y de un buen criterio para la toma de decisiones o para la imposición de programas o de soluciones a distintas problemáticas del país.
Recientemente se han escuchado noticias sobre la propuesta de varios rectores de colegios relacionada con el hecho de quitar los celulares en las aulas de clase, lo cual veo con complacencia, ya que, si bien es cierto que la tecnología bien utilizada es una buena herramienta, también es cierto que mal usada es un factor de distracción que además acaba con la capacidad de atención, discernimiento, creatividad y comprensión, anulando la construcción de un buen criterio.
El Ministerio de Educación junto con todo el sector del país relacionado con el tema, deben generar políticas públicas que tiendan a cambiar el pensum educativo, recuperar la historia, generar más disciplina, investigación y exigencia.
Es importante tener claro hacia dónde queremos dirigir el país a fin de que se enseñen materias que en verdad les sirvan a los estudiantes para sus aspiraciones laborales, pero evidentemente se les instruya también sobre la importancia de los valores como la responsabilidad, la honestidad, el respeto, la verdad, la tolerancia y el compromiso con su educación, con la sociedad y con el país.
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Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.
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