De la Diplomacia al bullying y a la telerrealidad de Trump

En días pasados fuimos testigos de un encuentro televisado entre el presidente de Estados Unidos y su homólogo ucraniano, un evento que, lejos de representar un acto de diplomacia constructiva, se convirtió en una muestra de grosería, arrogancia y desprecio por las normas diplomáticas. Más grave aún es que esta actitud provino del más alto nivel de la Casa Blanca, incluyendo al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos.

Desde el inicio, el tono del encuentro dejó en evidencia una falta de respeto inaceptable. Comenzar una reunión de alto nivel con comentarios despectivos sobre la vestimenta del presidente Volodímir Zelenski no solo fue grotesco y ridículo, sino que demostró una falta de sensibilidad hacia la difícil situación de Ucrania. Zelenski, al vestir de manera sencilla y práctica, refleja el compromiso de un líder que está en medio de una guerra y que lucha por la supervivencia de su país. En una democracia, la dignidad de las personas debe ser respetada, y burlarse de su atuendo es un intento de humillación innecesario y fuera de lugar.

Lo que resulta aún más preocupante es la contradicción en la que incurre Estados Unidos. Se supone que este país ha sido el pilar del Orden Liberal Internacional, el garante de la democracia y el Estado de derecho. Sin embargo, con actitudes como esta, se convierte en el primero en violar sus propios principios, reemplazando la diplomacia basada en el diálogo y la cooperación por una estrategia de prepotencia, mentira y coerción. Parece que el liderazgo se ha reducido a una simple demostración de fuerza y desdén por el otro, cuando en realidad la legitimidad y la confianza son los verdaderos pilares del poder global.

(Imagen: AFP-VBM).

La paz no se construye con imposiciones ni con actitudes humillantes, sino con justicia, equidad y respeto mutuo. Cuando un líder mundial se aleja de estos valores y abusa de su poder, no solo genera resentimiento, sino que también socava la credibilidad de su propio país en la escena internacional. La diplomacia no puede basarse en el miedo ni en la sensación de derrota, sino en el respeto a la verdad y el sometimiento a la ley.

El comportamiento del presidente Trump no solo desestabiliza la paz mundial, sino que también envía un mensaje peligroso al resto del mundo: que la fuerza bruta y la imposición son herramientas legítimas en la política internacional. Esta actitud ha dañado la imagen de Estados Unidos como un socio confiable y ha puesto en entredicho su compromiso con la estabilidad global.

Pareciera que hemos olvidado las lecciones de la historia. Las guerras mundiales, la invasión de Irak, los atentados del 11 de septiembre y otros eventos catastróficos nos han enseñado que el abuso de poder y la falta de diplomacia solo conducen a más conflictos. Además, los principios del Derecho Internacional y de la Justicia Transicional exigen que cualquier negociación para el fin de la guerra sea justa y equilibrada, garantizando que los hechos violentos no se repitan. Trump, sin embargo, parece reducir estas negociaciones a una simple transacción comercial, en la que la soberanía de Ucrania se convierte en una ficha de cambio. Su intención de forzar una rendición que beneficie al país agresor es un atentado contra los principios fundamentales del derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos.

Las acciones del presidente estadounidense, al marginar a Ucrania como país víctima de la guerra y excluir a la Unión Europea de las negociaciones de paz con Rusia, han generado alarma entre sus aliados históricos, especialmente en Europa. Esto, sumado al expansionismo del presidente ruso y la actitud permisiva de la administración estadounidense, crea un escenario de incertidumbre y peligro para el futuro del orden internacional.

En definitiva, lo ocurrido en este encuentro no es un simple desliz diplomático, sino una muestra clara de una política exterior errática y peligrosa. La humillación y la prepotencia nunca han sido herramientas efectivas para construir paz ni estabilidad. Estados Unidos debe recordar su responsabilidad histórica y actuar con la altura que se espera de una potencia mundial, promoviendo la diplomacia basada en el respeto y el equilibrio, y no en la imposición y la intimidación.

Esperemos que la Unión Europea se unan en una sola bandera y pueda tomar el liderazgo y la defensa de Europa, además, de constituirse en una alternativa de liderazgo mundial ante el vacío que cada vez más está dejando los Estados Unidos, y en particular un aliado confiable para América Latina, ya que el escenario geopolítico no se ve bien con la expansión de China y Rusia en esta región.

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Clara Inés Chaves Romero: Exdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.

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