El 13 de julio de 2011, vaticinando lo que estaba ocurriendo con el presupuesto de las fuerzas militares, en esta misma columna, escribimos un pulla que titulamos: En materia de presupuesto a los militares quien los ronda, y hablamos del desangre que estaba ocurriendo con ese enorme presupuesto que se le asigna, entre otras cosas, por cuestiones de guerra, a las fuerzas militares. Se sabía desde entonces y se sospechaba desde siempre, que bajo el camuflado, los burócratas comandantes hacían ochas y panochas y se enriquecían a costa de nuestros impuestos. Nada justificaba que coroneles y almirantes, incluso mayores, resultaran con mansiones y casas de veraneo en los sectores más exclusivos del país, cuando los sueldos que ganan no brindan ninguna posibilidad para estos lujos. Y hablábamos de esos burócratas corruptos y con camuflado, que sin correr ningún riesgo, dirigen la guerra desde los escritorios en medio de viandas deliciosas y whiskys de marca. No hablamos del oficial tropero que en el monte, con frió y con hambre, dirige a sus hombres para que cuiden la integridad de la Patria; ni del soldado raso que bajo la lluvia y bajo el sol, con su fusil al pecho y el corazón en la mano, cuida nuestras carreteras y nuestra integridad, que lo único que reciben son órdenes. Quizá, si fueran ellos quienes manejaran el dinero que damos los ciudadanos para esos gastos, las cosas irían mejor.
Nos estalló la vergüenza en la cara y todos quedamos con dolor de patria. Este carrusel de contratos, si es que deciden investigarlo a fondo, puede ser más grande que el ocurrido con Bogotá, y la vergüenza que vamos a sufrir la peor de todas, porque fueron los gatos los que se comieron el queso. El Gobierno sólo tiene una alternativa: Salvar la institución militar por encima de todo, y el único camino es destapar totalmente la olla, encontrar la verdad y tomar medidas radicales y dolorosas. Las medidas de ibuprofeno para calmar el dolor no sirven, la enfermedad hay que erradicarla totalmente. Pero también es justo decir que se hace necesario solidarizarnos con lo que están sintiendo los miles de miembros de esas fuerzas armadas que visten su uniforme con orgullo, honor y dignidad. Unas pocas manzanas podridas no pueden dañar todo el cultivo.
A continuación transcribimos la puya del 13 de julio de 2011
Y a los militares que se escudan tras el orden público, para gastar un “presupuesto de guerra”, a diestra y siniestra ¿Quién los ronda? Esa es la pregunta que se hacen muchos colombianos, que no reciben respuesta alguna. Ya se dio un primer campanazo de alerta sobre lo ocurrido con el Club Militar. También un segundo, con el escándalo del “Resort de Melgar” donde los militares condenados por delitos viven a sus anchas. Para la movilización del Ejército, de los miembros de la FAC y de la ARMADA, se compran miles de galones de gasolina, miles de raciones de campaña, dotación completa de uniformes y armamento de todos los calibres y de todos los tamaños, e igualmente dicen pagar muchas recompensas. Se está en mora de que a los militares se les pidan cuentas, no sobre el orden público, como se ha hecho hasta el momento, sino sobre el presupuesto que los colombianos con nuestros impuestos les entregamos para que nos salvaguarden.