Por: Rufino Acosta Rodríguez
Creo que ya es tiempo de olvidarse un poco de la tradición y empezar a creer que los tiempos han cambiado en el futbol mundial. Los grandes por historia no se pueden sentir seguros, y, a veces, para salir del atolladero les toca aguantar vientos de tormenta. De enemigos pequeños ni hablar. Fue lo que ocurrió con Alemania, triple campeón FIFA, que tuvo que bajarse del bus de la alegría y untarse de barro antes de poder vencer a una Argelia testaruda y consistente. El favorito debió apelar a su artillería pesada e insistir por todos los flancos. Parecía cuento de nunca acabar eso de ver caer la barrera que le oponía el corajudo rival. Y como suele pasar, desde el banco vino el rescate. Esta vez fue Andre Schurrle el hombre de las paletas. Apenas se inauguraba el alargue. Argelia era irreverente y no decaía en su hostigamiento sobre la valla de Manuel Neur, de agobiante trabajo porque le tocaba salir de sus terrenos para emplear la cabeza o hacer un despeje de urgencia. Una situación de no te lo puedo creer. Los zorros del desierto habían decidido plantear un juego sin complejos, y Alemania se veía sorprendida frente a tamaña osadía. Por eso el partido cobraba intensidad, se salía de los moldes habituales del juego al gato y el ratón. Ambos arcos pasaban por situaciones de angustia. Rais sacaba balones envenenados y el tricampeón se estrellaba contra el muro. Debo confesar que por momentos me sentí argelino al ver el empeño y la valentía del David africano contra el Goliat europeo. Abrumado por la férrea oposición, Low acudió a sus reservas y vio la luz cuando todo se oscurecía. El tanque se abrió camino. Schurrle emergió en el área para aplicar una especie de taconazo que descolocó al obstinado Rais. Alivio alemán. Pero no era el final de la batalla. Ya en la agonía vendría el gol de Mesut Ozil, después de un rechazo que le dejó el balón disponible para el remate implacable. Aunque pudo haber disparado, Müller prefirió el pase. Una displicencia que casi les sale cara. De no ser por esa anotación, el desempate por la vía de los tiros desde los 12 pasos hubiera quedado latente, porque Argelia encontró arrestos para el descuento a 30 segundos del final. Abdemoumene Djabou con un remate cruzado y sobre la marcha, sacudió las redes en Porto Alegre. Ya no había tiempo para más. Clasificación dramática de Alemania para cuartos de final, lo que no es extraño, y despedida digna de Argelia lo que sí tiene gran significado. Una voz de alerta: el que se descuide lleva. Ahora viene el clásico europeo contra Francia el 4 de julio en el Maracaná. Para sacar chispas. Quién sabe si se volverá a escuchar aquella frase de Gary Lineker, el exjugador danés, para definir lo que es el fútbol: un deporte de once contra once, en el que casi siempre gana Alemania. Está por verse.