Por: Juan Vitta Castro
Pareciera exagerado decirlo y escribirlo pero el voto en blanco nos puede llegar a ayudar a los ciudadanos de esta Colombia maltratada, engañada y saqueada a salvar el sistema democrático del que nos sentimos tan orgullosos y que, gracias a una clase política tan ciega, mezquina y deshonesta como incapaz, está al borde de colapsar al país.
Leo y releo las listas de los diferentes partidos y las escudriño a ver si encuentro alguien que, de verdad, sea garantía de honestidad y de eficiencia en el manejo de la cosa legislativa. Alguien que esté aspirando a llegar a una de las corporaciones públicas cuyos miembros vamos a elegir el mes de Marzo y no encuentro nadie que me mueva a votar. Nadie que me satisfaga plenamente.
Las listas del Partido Liberal. Al cual he pertenecido, son una verdadera vergüenza y una prueba más de la falta absoluta de visión que ha caracterizado a esa agrupación de cómplices en lo que se refiere a las verdaderas necesidades y afanes del país. Allí es difícil que alguno de quienes se dicen representantes del pueblo, o aspiren a serlo, de verdad represente algo distinto que sus propios intereses y sea dudosa su capacidad intelectual para actuar con diligencia en las funciones del cargo.
Lo del Partido Conservador no se queda atrás. Compite casi que con ventaja con el Partido Liberal y si no, miren la conducta de la mayoría de los parlamentarios godos durante la reciente convención en la que eligieron candidata presidencial.
Por los lados del tal Partido de la U, no hay como meterle el diente a ninguna posibilidad. Es el Imperio total de la famosa “mermelada”. Ellos están con quien detenta el Poder y premia sus reverencias y su incondicionalidad con cargos burocráticos para repartir con sus amigos. Si era Uribe, pues con Uribe y si es Santos, pues con Santos. No me cabe la menor duda que si llega algún día ”Timochenko” a la casa de Nariño, ellos estarían allí encabezando la “unidad nacional” que le facilite la gobernabilidad de los cuarenta y tantos millones de ovejas que han optado por la nacionalidad colombiana. Votar por uno de ellos convertiría ese derecho ciudadano en una triste parodia.
Pasando a lo de Cambio Radical, las cosas no mejoran. Allí es el reino de los delfines y uno de ellos encabeza lista, mientras el otro se afana para llegar al Poder a como de lugar haciendo gala de una prepotencia y de una antipatía que sólo soportan los que reciben casas gratis. Construidas, desde luego, con el dinero de todos, pero administrado con fines políticos de carácter personal.
Los del Partido Verde no saben qué hacer. Su unión con Petro todavía no termina de “prender” y ninguna de las partes sabe muy bien si este pacto debió haber nacido y mucho menos si hay posibilidades reales de llegar unidos a alguna parte pues es una de esas uniones a las cuales les falta un elemento aglutinador.
Lamentable sería , por lo menos para mí, terminar votando por los candidatos de una coalición que incluye a quien ha terminado por liquidar el futuro de la ciudad en la cual he vivido casi mi vida entera y a la cual me siento vinculado sentimentalmente. No me importa el pasado guerrillero de nadie pues quienes hoy hacen política en las plazas en lugar de hacerla en el monte y con las armas me merecen respeto. Lo que me importa es si son capaces de hacer las cosas dentro del ordenamiento jurídico y dentro de los parámetros de conveniencia para todos los colombianos.
El Polo Democrático tampoco tiene nada muy atractivo que ofrecer si bien hay que reconocer que en sus filas milita el más brillante de los actuales senadores : Jorge Robledo. Pero es que está muy mal acompañado. Es difícil olvidarse que de sus filas han salido los tres últimos alcaldes de Bogotá que han representado un atraso de cincuenta años para la capital de la República además del robo descarado del presupuesto por parte de los señores Moreno Rojas y su combo de prevaricadores y ladrones.
Mirando hacia el MIRA, las cosas empeoran sobre todo ahora que están “sub judice” pero eso no quiere decir que terminen enjuiciados por nada pues aquí el Estado de Derecho, murió en brazos de “los padres de la Patria”.
No es que uno se haga el exigente, ni que uno pretenda menospreciar los cientos de candidatos que se están postulando, ni que esté exagerando la nota en cuanto a las cualidades que deben tener quienes nos representen tanto en el Congreso como en las Asambleas Departamentales y en los Concejos Municipales. No. Es que los resultados están ahí a la vista de todo el que quiera ver lo que sucede en este país que una vez fue tierra de esperanza para muchos y hoy es lugar de desesperación para la mayoría.
Votaré en blanco que es una opción a través de la cual puedo sentar mi protesta frente a lo que sucede con quienes han secuestrado el futuro de Colombia a base de engaños y de falsificar las aspiraciones de los ciudadanos del común. Lo haré porque el voto en blanco es una forma pacífica y democrática de ignorar y protestar contra ellos y espero que muchos colombianos piensen de igual forma.
De golpe podemos darles una sorpresa a quienes ya no nos sorprenden con sus mentiras y con sus artimañas.