El Juego de las Estrellas resultó poco atractivo, desde el punto de vista beisbolero, pero lleno de emociones y sentimientos a granel, entre varios de los participantes.-
El parque de pelota de los Reales, en Kansas City, se dio el lujo de organizar, como un festín de reyes, con toda la parafernalia del caso, la gran cita de mitad de año de la temporada del béisbol de las Grandes Ligas 2012, y contó con el inmenso apoyo de una afición que llenó por completo la capacidad del escenario.
El partido de las Futuras Estrellas de la pelota organizada; el Festival de Jonrones entre los bateadores más sobresalientes del primer trayecto de la campaña y el Juego de las Estrellas, con la presencia de los peloteros con la complacencia de los aficionados y de los expertos que terminan seleccionando a los mejores hasta el 1º. de julio de cada año en ambas ligas, hicieron de la jornada en Kansas algo memorable, en una ciudad que muy poco se recuerda por ser el epicentro del Salón de la Fama de los peloteros de color que, por muchos años, no tuvieron acceso al Béisbol Organizado que conocemos hoy, y fue desde 1956 con el arribo de Jackie Robinson a la plantilla de los Dodgers, cuando se rompió en dos la barrera del color en la Gran Carpa.
Con el grupo de las futuras estrellas de la pelota en los Estados Unidos, trabajaron con los equipos George Brett, miembro del Salón de la Fama, quien condujo a la nómina norteamericana, y Bernie Williams, el estelar e inolvidable guardabosques de los Yanquis de Nueva York, un boricua que puede estar en la nómina de Cooperstown en los años venideros, quien dirigió al plantel del Resto del Mundo.
De esta confrontación en donde la novena de Estados Unidos se impuso fácilmente, hay que rescatar tres cosas: la primera: la competencia por estar cada vez más en este encuentro por parte de los jugadores novatos, es de suma importancia para las organizaciones a las cuales pertenecen los peloteros; la segunda: un club gana y el otro pierde, obviamente, y eso es lo sano del béisbol, pero se exhibe la calidad del pelotero norteamericano frente a los jugadores de otras naciones del mundo; y, tercera: finalmente se dibuja, a corto plazo, que en todos los rincones del planeta, el béisbol está sumando adeptos, y esa juventud permite presumir que se está sembrando en tierra abonada para un gran futuro de esta disciplina.
La muestra se hace con más de un botón. Si se observa con detenimiento, en la nómina del Resto del Mundo que comandó Bernie Williams, se contó con la presencia de Chris Reed, quien juega en clase doble A para la organización de los Dodgers de Los Ángeles, nativo de Londres, Inglaterra; de Kyle Lotzkar, quien pertenece a los Rojos de Cincinnati, en la clase doble A, nacido en Delta, Canadá, ambos lanzadores; con Chih-Fang Pan, de los Atléticos de Oakland, en la clase A, procedente de Kaohsiung, Taiwán; con Jurickson Profar, de los Rancheros de Texas, en la clase doble A, nacido en Willemstad, Curazao, como guardabases; y con Jae-Hoon Ha, de los Cachorros de Chicago, en la clase doble A, nativo de Jin Ju, Corea del Sur, como guardabosques.
Y reseñemos de paso que Prince Fielder, el corpulento jugador zurdo que cuida la primera almohadilla en los Tigres de Detroit, quien integra un durísimo uno-dos a la ofensiva de los felinos con el venezolano Miguel Cabrera, se alzó con los honores en la competencia de cuadrangulares, trofeo que por segunda ocasión alcanza el formidable pelotero, sin que haya llegado a los 30 años de edad.
Otra vez, la Nacional
Por tercer año consecutivo, la Liga Nacional ganó el desafío de las Estrellas frente a la Liga Americana, y por ende, tomó ventaja para que el equipo ganador del banderín del Viejo Circuito, inaugure en su casa la Serie Mundial del 2012, hecho que tiene una importancia vital en una confrontación tan corta como el Clásico de Octubre.
Foto: (Tomada de www.eltiempo.com)
La victoria de la Nacional 8 carreras por 0, derrotando al estelar y veloz derecho de los Tigres, Justin Verlander, el abridor del compromiso, y anotándose la victoria el también derecho Matt Cain, de los Gigantes de San Francisco, no ofreció un buen grado de interés desde el punto de vista beisbolero, pero sí dejó saber que está intacta la calidad de todos y cada uno de los convocados a ese clásico de los famosos.
Empero, digamos que es un verdadero atractivo el Juego de las Estrellas teniendo como ingrediente que el equipo ganador de la cita de mitad de año, porque tiene la ventaja en permitirle a la novena de su circuito abrir los dos primeros juegos de la Serie Mundial de ese año. Y es importante, no cabe duda de ello, porque triunfar en casa en las dos primeras presentaciones del Clásico de Otoño, da una enorme ventaja a la hora de recoger los bates de la Serie Mundial.
De modo que este año, una vez más, el campeón de la Liga Nacional hará de sede de los dos primeros compromisos de la Cita de Octubre, como ha ocurrido en los años 2010 y 2011. Lo que falta ahora conocer, es qué club ganará el título del Viejo Circuito. Pero para allá vamos en un par de meses.
Nostalgias a flor de piel
Pero quienes tuvimos la oportunidad de estar una vez más en el Juego de las Estrellas del béisbol de las Grandes Ligas, tenemos que señalar que como en muy pocas ocasiones anteriores, las nostalgias de algunos de sus participantes, estuvo a flor de piel.
No podemos pasar inadvertidamente la nostalgia que sintió Chipper Jones, el antesalista de los Bravos de Atlanta, a quien le fue tributada una prolongada y cerrada ovación cuando su nombre se escuchó a través del sistema de sonido interno del parque de pelota de los Reales.
Jones se va del béisbol cuando culmine esta temporada. Se va físicamente hablando, porque como él mismo nos lo confesó, ‘’mi pasión por el béisbol seguirá intacto; todo lo que soy, se lo debo al béisbol’’. Su paso por la Gran Carpa deja una huella de grande entre los grandes, con un camino que lo puede conducir, más temprano que tarde, al Salón de la Fama, al ser considerado como uno de los peloteros más brillantes con que ha contado el béisbol de las Grandes Ligas, en las últimas décadas.
Bateador ambidextro, con una clase y un talento que exhibió desde cuando por primera vez llegó a las Grandes Ligas, Jones ha sido, es y será una insignia de los famosos Bravos, uniforme con el que se inició y con el cual se retirará a fines de esta campaña, porque en más de una ocasión se echó sobre sus hombros la responsabilidad de su novena y desplegó toda su capacidad de juego, defendiendo la tercera base y respondiendo con el uso del bate, tanto frente a lanzadores derechos como frente a los zurdos.
Su emoción creció cuando pegó un imparable que lentamente fue rodando entre primera y segunda base, camino al bosque derecho, y su voz se le quebró cuando dijo que era su última aparición en esta clase de partidos, a los cuales había concurrido en otras siete ocasiones anteriores.
Y qué decir de Tony LaRussa, el hombre de las leyes, que dejó a un lado los códigos, las normas jurídicas, los tribunales y la utilización del derecho, para dedicarse por completo a dirigir en el béisbol de las Grandes Ligas, habiendo ganado títulos de Serie Mundial tanto en la Liga Nacional, con los Cardenales de San Luis; como en la Liga Americana, con los Atléticos de Oakland, algo que muy pocos estrategas en toda la historia del béisbol han alcanzado.
Fue el año pasado cuando condujo magistralmente y una vez más a los Cardenales a la cima del Béisbol Organizado, ganando la Serie Mundial frente a los Rancheros de Texas — los inmensos favoritos para conquistar ese trofeo, que estuvieron a punto de alcanzar cuando apenas les hacía falta par de buenos lanzamientos, en los partidos sexto y séptimo–, al tiempo que horas más tarde le decía adiós al béisbol. Pero como técnico campeón de la Liga Nacional, tuvo que conducir a los integrantes de la novena del Viejo Circuito en esta cita con las estrellas.
‘’Mi decisión estaba tomada y pienso que todo lo que he hecho por el béisbol es lo menos que puedo hacer para un deporte que me lo dio todo y me enseñó muchas cosas para convivir con cientos de personas, de personajes, de directivos, de auxiliares, de cazatalentos, de árbitros, de aficionados. El béisbol es un todo, es una familia’’, nos dijo LaRussa.
La nostalgia ciertamente estaba en su espíritu, y en su modo de ser, pero él es esa clase de dirigentes que el béisbol no puede conseguir todos los días, ni que están sentados a la vuelta de la esquina esperando una oportunidad.
Tony LaRussa deja el béisbol pero el béisbol jamás podrá olvidarlo, por todo lo que hizo para engrandecer el juego y fue el estratega que le dio rienda suelta a la aplicación de la ‘’sabermétrica’’, la nueva forma que se aplica para estudiar, seleccionar y contratar a peloteros en las Grandes Ligas, basándose en numeritos, en las actuaciones individuales, en la forma en que cada pelotero participa del juego.
Chipper y Tony serán dos ejemplos dignos para el béisbol de las Grandes Ligas, en todos sus tiempos.
El Más Valioso
Y digamos, finalmente, que nos complació, y de qué manera, que Melky Cabrera se alzara con el trofeo de ser el Pelotero Más Valioso del Juego de Estrellas, un dominicano que lentamente se abrió paso en las Grandes Ligas, cuando surgiendo como novato con los Yanquis de Nueva York, exhibió una clase y un talento para jugar el béisbol, hasta consolidarse como un titular en cualquier novena de las mayores.
Su actuación en ese partido no dejó duda alguna que era merecedor de la distinción y que para orgullo de los peloteros latinos que conformaban parte de la nómina tanto de la Liga Nacional como de la Liga Americana, otro no podía ser, tras su actuación en este clásico de mitad de año, el merecedor de tan destacado y ansiado trofeo.