Por: Guillermo Romero Salamanca
Entre 1931 y 1991 esa era la pregunta capciosa que se hacían los ciudadanos colombianos después de ejercer su derecho al voto.
Durante 60 años quienes votaban, depositaban la papeleta en una urna y luego procedían a untarse el dedo índice, si era un varón o el meñique si era una dama, con una tinta roja, indeleble y de fuerte olor alcohólico.
La untada debía cubrir hasta la falange y luego procedían a limpiarse con una bayetilla. Si era el primero en sufragar, el trapo estaba limpio, pero si eran las 3 y 50 ya muchos habían pasado por este engorroso trabajo y cuando usaban el paño, no sólo se pintaban el dedo, sino que también la mano, la camisa, el pantalón, la corbata y para algunos hasta el sombrero.
A partir de 1931, la Registraduría determinó que en cada mesa de votación hubiera un frasco con este líquido indeleble para untar el índice y evitar suplantaciones.
Hecha la Ley, hecho el negocio y al lado de los centros de votación había limpiadores que por unas monedad que ayudaban de sobremanera para la limpieza, con limones, sal, arena, jabón de tierra y piedra pómez. Otros, antes de salir de casa, se mojaban con aceite el dedo o se untaban con cera de veladora la uña, para que la engorroso colorante no estropeara la falange.
Quienes preferían limpiarse simplemente con agua jabón, el dedo duraba pintorreteado unos tres días.
En algunos municipios los electores se ofendían por el uso de esa tinta por ser de color rojo porque preferían que fuera azul. Temían ser identificados como liberales. Eran los tiempos de la violencia partidista, época amarga de Colombia que por colores y políticos corruptos murieron más de 500 mil colombianos.
La Registraduría encomendó al químico José Vicente Azcuénaga Chacón para que elaborara una tinta indeleble.
“La tinta era una solución de solventes y colorantes. Los solventes eran alcoholes aromáticos, ácido acético, un álcali disuelto en agua, un mordiente (permite que la tinta fije más) y una serie de colorantes, cuya base era la rodamina B, concentrada al 500% y un solvente alcohol etílico industrial, la mayoría de los elementos eran importados”, recuerda en nota para la Registraduría, Evita del Carmen Barbosa, asistente del químico milenario responsable de teñir el dedo índice de los votantes colombianos con su fórmula y empleada de ese organismo.
“Cada recipiente –cuenta doña Evita del Carmen– tenía 110 mililitros, nosotros hacíamos los cálculos y según las proporciones de sus cinco componentes sacábamos cuánto correspondía a cada uno de ellos. Esto era artesanal pero obteníamos el producto final requerido para que hiciera efecto de teñir la primera falange del dedo índice derecho”, comentó Evita.
El uso de la tinta no ha sido exclusiva de Colombia. Países como México, Venezuela, Chile, India, Sudáfrica y de Centro América y el Caribe usan aún el extraño líquido o marcador en sus dedos a la hora de elegir.