Por: Rufino Acosta Rodriguez
El Minerao de Belo Horizonte fue escenario de un juego que parecía destinado a producir otro batacazo en el mundial de Brasil 2014. Apenas sobre el filo de los 70 minutos las cosas empezaron a tomar el rumbo lógico cuando Bélgica, el Goliat del día, se sacudió de los hondazos de Argelia, que posaba como un David. Los aguerridos zorros del desierto provocaron la alarma con un tiro penalti bien ejecutado por Sofian Feghouli a los 25 minutos. La sanción se produjo por falta inocentona de Jan Vertonghen sobre el mismo jugador al servicio del Valencia de España, después de centro pasado que venía desde el sector izquierdo y no parecía ofrecer peligro. El árbitro mexicano Marco Rodríguez señaló el punto desde los 12 pasos sin pensarlo dos veces. Bélgica se veía sorprendida y por momentos tuvo que sacudirse un poco para evitar que el asunto se complicara mucho más. Los diablos rojos llegaban a Brasil, para su décimo Mundial, con la aureola de haber ganados su serie eliminatoria en Europa (8 triunfos y 2 empates), además de cumplir una preparación meticulosa y de buen provecho. Argelia tenía menos pretensiones, le tocó sudar un poco más en la competencia africana y ahora se encontraba con un gol que ponía en entredicho la tabla de los pronósticos. Animado y veloz, trató de arriesgar y varias veces merodeó los predios del rival europeo, pero sin poder aumentar la cuenta. Como fuere, en su cuarta torneo universal daba una nota destacada. Bélgica rearmó su grupo, hizo algunas variantes y para el segundo tiempo salió con una imagen ampliamente mejorada. El empate de Maroouane Fellaini , centrocampista de padre marroquí y madre belga, 25 años, justificó su condición de relevo al transformar en gol de fantasía cuando saltó de espaldas al arco, cabeceó y puso el balón arriba, lejos del alcance del portero Rais. Fue un acto de malabarismo que le devolvíó la sonrisa al técnico Marc Wilmots y envío señales de que había un mañana prometedor. El tanto de la victoria, sobre los 80, fue un clásico fusilamiento, porque Dries Mertens se ensañó frente a Rais y puso la bola en tierra de nadie. Un remate de fuerza irrefrenable hizo bailar las redes argelinas. El punto final debe ser para decir que Bélgica sufrió más allá de lo indecible y eso no tiene justificación para un equipo con ambiciones y mimado por l crítica. Deberá mejorar y por lo menos repetir lo que mostró en la etapa final tras los cambios ordenados por Wilmots. Eden Hazard dio varios pincelazos que lo acreditan como el gran conductor. Fellaini confirmó que la fronda cabellera no oculta su talento, y atrás, Company y De Bruyne semejan perros de presa. Habrá que verlos en trances mayores. Alcanzó para ganar, podrían decir, y eso prevalece en un torneo de esta naturaleza. Para Argelia subsiste el consuelo de un perdedor con decoro. Asustó al diablo.