No podíamos esperar más, de unas mayorías corruptas, a punto de ingresar a los códigos de la justicia por la inexplicable corrupción en la que han incurrido. Aprovecharon la “papaya”, que el ejecutivo les dio, cuando presentó el proyecto de Acto Legislativo para reformar a la justicia, con el objetivo de favorecer a toda la población.
Tomaron el texto y lo fueron acomodando a sus intereses, primero sigilosamente y luego con toda la soberbia y arrogancia para demostrar su excesivo poder y escapar de las rejas que los esperaban.
Primero se cobijaron como “aforados”, es decir como personas que gozan de fuero para escapar de la justicia y hacer menos protuberantes los delitos en que han incurrido, tanto ellos, como el enjambre de funcionarios que hoy reposan cómodamente en sus casas, o los menos afortunados, en estaciones de policía o guarniciones militares.
Los “aforados” y los “por aforar” respiran hoy profundamente, y airosos celebran la burla de que ha sido objeto esta patria. Los pocos parlamentarios limpios, expresaron su inconformidad con tamaña provocación, pero infortunadamente son una minoría, porque la corrupción se ha adueñado de dirigentes que llegan a esas posiciones violando todas las normas, y se sienten como el todopoderoso Pablo Escobar, que nos ensalzan todas las noches por televisión.
Esta herencia que nos dejaron del todo vale, sin importar los medios, se refleja hoy, en la famosa Reforma a la Justicia, que de paso deslumbró a los magistrados con la extensión de su mandato a 12 años. Así se blindó, la lluvia de demandas que se vendrán. Nace una campaña para que, a través de un Referendo se puedan enderezar las cosas, pero este debe pasar por el Congreso… total: nada, porque triunfó la corrupción.
BLANCO: Por fin se están valorando los hispanos en Estados Unidos.
NEGRO: Una madre está inconsolable, porque su hijo le dijo que no volvería al colegio, porque quería ser un exitoso Pablo Escobar.
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