Sin tanto aspaviento, espectacularidad y alharaca, el Presidente Santos, logró avances importantes en el TLC, lo que no pudo su antecesor durante más de cinco años que, con exceso de reverencia, le solicitó a Bush, quien posaba como su amigo del alma y luego a Obama, quien durante su última reunión, se limito a decirle lo peligroso que era un mandatario, con más de dos períodos al mando de un país.
El anterior gobierno, se preocupó poco por adelantar una buena negociación, razón por la cual, tendremos que pasarnos muchos tragos amargos, que esperamos puedan enderezarse con el correr del tiempo.
Mucho menos se preocupó por dotarnos de una infraestructura que nos permitiera salir con nuestros productos por vías racionales, y puertos y aeropuertos eficientes, a mejores costos.
Mientras las mercancías que Estados Unidos nos enviarán, gozarán de excelentes carreteras, ferrocarriles y trechos fluviales, nosotros tendremos que enfrentarnos a “la línea”, los altos del trigo, cañones del Chicamocha y en general a todas las trochas que nos dejó el despilfarrador gobierno de Uribe, con el “impoluto” ministro de transporte Uriel Gallego, que contrataron caminos de herradura, amparándose en Nules y otras yerbas para realizarlas.
Estamos en evidente desventaja frente a nuestros pares en este Tratado de Libre Comercio, pero tendremos que conformarnos con la herencia que nos dejó el Ubérrimo Jefe.
Santos finalmente logró lo que no pudo el otro y, algo es algo. Tendremos que esforzarnos por sacarle el mejor provecho a las cosas, sacrificando mucho para finalmente lograr los beneficios que perseguimos para el crecimiento económico, reducción de la pobreza y el desempleo.
Una fase importante, es que tendremos que avanzar aceleradamente hacia la defensa de los Derechos Humanos, del cumplimiento de las normas laborales y la defensa de la vida de nuestros sindicalistas.
Se acabarán las disfrazadas cooperativas de contratación de personas, que solo han servido para arruinar a nuestra gente, mientras se benefician unos pocos y muchas de nuestras empresas. Para eliminarlas, desde luego, habrá necesidad de modificar la actual legislación laboral que nos maneja, porque se presta para muchos abusos y se constituye en freno a la creación de empleo.
A pesar de las manifestaciones “twitteras” y pantalleras de Uribe, Santos logró, con una habilidad propia de un verdadero Jefe de Estado, saltar los obstáculos existentes. Inclusive la extradición del narco venezolano, Walid Makled, que querían al unísono Washington y Caracas. Uribe se adelantó, sin medir las consecuencias –como es su costumbre- a señalar que este debía ser entregado a Estados Unidos. Pasó ocho años sin enterarse de que Colombia no tiene tratado de extradición con los del Norte, mientras sí con los vecinos del oriente. Santos, sin despeinarse, le explicó a Obama la pequeña diferencia y la normatividad que impera en nuestra nación, la cual manejaba Uribe como ropa vieja.
Es decir, una vez más, Santos ha demostrado, que era el gobernante que necesitábamos y que, aunque muchos opinen lo contrario, Uribe nos quedó debiendo ocho años…
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