La egregia figura de los Cardenales de San Luis durante dos décadas, deja una estela de grandeza en su novena y en el béisbol de las Grandes Ligas.-
‘’Aquí el guerrero perfecto’’.
‘’Aquí está en caballero perfecto’’.
Las dos frases hacen parte del testimonio que los Cardenales de San Luis le hacen al gigante del bateo, Stan Musial, egregia figura del béisbol de las Grandes Ligas, que se comportó como todo un señor, dentro y fuera de los diamantes de juego, durante más de dos décadas.
Las dos frases esculpidas en bronce, que debieran ser en oro, aparecen en el monumento que se encuentra a la entrada del estadio de los Cardenales, el Bush Stadium.
Al igual que le ocurrió a Babe Ruth, el otrora sempiterno pelotero de los Yanquis de Nueva York, Musial se inició dentro del béisbol como lanzador, pero rápidamente fue descubierto como un hombre que tenías condiciones innatas para ser un jugador de todos los días, por lo que hubo que encontrarle un puesto en la alineación regular, para poder utilizarlo con el uso del bate, con el cual despachaba batazos a diestra y siniestra, sin tener contemplación alguno frente al serpentinero de turno, al que sabía cómo descifrarle el lanzamiento y colocar la pelota en terrenos de nadie.
Por eso, jugando bien defendiendo el primer cojín, bien ocupando un puesto en cualquiera de los bosques del parque de pelota de turno, a Musial siempre se le consideró como uno de los más grandes bateadores de todos los tiempos, especialmente cuando se trataba de producir carreras a favor de su novena, en los momentos cruciales.
Siempre fue figura. Desde el mismo momento en que se enfundó por primera vez el uniforme de los Cardenales, Musial fue bautizado por la propia afición de San Luis, como ‘’el hombre’’ de su novena, expresión que se exclamaba casi que unánimemente por los seguidores del equipo, en cada oportunidad que debía consumir un turno al bate y tenía compañeros en circulación.
Maduro en sus criterios hasta la saciedad, cuando apenas despuntaba las grandes controversias del Béisbol Organizado con motivo del arribo de jugadores de color a la Gran Carpa, Musial no dudó un instante en apoyar que se cruzara sin fórmula de juicio, la barrera racial, y fue uno de los más entusiastas peloteros de la época, cuando aquel 15 de abril de 1947, Jackie Robinson apareció con el uniforme de los Dodgers de Brooklyn, aplaudiendo y apoyando la medida, en contra de muchos otros que se negaron a aceptar la realidad: la presencia de peloteros afroamericanos en las nóminas de los equipos de las Grandes Ligas.
Bob Gibson, otro de los inmortales del béisbol y estrella de la loma de los sustos de los Cardenales, dijo en una ocasión, refiriéndose a Musial, que se trataba ‘’del hombre más humilde, más sencillo y más caballeroso que he tratado en mi vida, sin olvidar que fue uno de los grandes apoyos que tuvimos en los comienzos del béisbol de las Mayores para los jugadores de color, cuando muchos se rasgaban las vestiduras en contra de nosotros’’.
Calidades innatas
Nadie puede negarle a Musial que es uno de los más grandes jugadores que ha tenido el juego en todos sus tiempos, y que sus registros, muchos de ellos vigentes todavía, apenas es una simple demostración de lo que a diario representaba para su equipo, para el uniforme que lucía y para la propia afición beisbolera de los años 40, 50 y comienzos de los 60.
El haber acumulado una verdadera colección de títulos de bateo, el ser uno de los peloteros que más carreras producía con compañeros en base, el haber compartido con orgullo el ser jardinero en algunas ocasiones, y en otras, defensor de la primera base, siempre como titular en su club; el haber llegado a las Grandes Ligas cuando el sello de la grandeza se lo disputaban Ted Williams, de los Medias Rojas de Boston, y Joe DiMaggio, de los Yanquis de Nueva York, le moldearon a Musial la estrella que brillaba con luz propia en todas y cada una de sus actuaciones.
Bateador zurdo y defensor zurdo, Stan siempre descubrió las falencias de los lanzadores rivales, para despacharle el incogible en el momento oportuno, cuando más lo necesitaba su equipo para ganar con la rayita que impulsaba, quienes en todas las circunstancias intentaban dominarlo con lanzamientos que en muchas ocasiones, como varias veces lo aceptaron, los ‘’inventaban’’ con el único fin de intentar controlar su fatídico bate, pero que en la mayoría de las ocasiones fracasaban en su intento.
Sus innatas cualidades como jugador de béisbol, fueron evidentes desde cuando por primera vez pisó el diamante de los Cardenales de San Luis, aquel 17 de septiembre de 1941, cuando apenas iba a cumplir sus 21 años de edad.
Sus estadísticas
Musial despachó 3.630 imparables en 10.972 turnos oficiales al bate, para dejar de por vida el registro ofensivo de 331 puntos, después de 23 años de trajín en la Gran Carpa. Pero algo que posiblemente no se pueda volver a presenciar en las compilaciones del Béisbol de las Grandes Ligas: conectó por igual sus batazos sin que se los atraparan, tanto en calidad de pelotero jugando en casa, como participando en los partidos en donde actuó como visitante: 1.815 inatrapables, que multiplicados por dos, da exactamente los 3.630 indiscutibles que muestra su tarjeta en su largo historial.
Está colocado entre los 25 mejores bateadores en promedio de todos los tiempos, con sus 331 puntos porcentuales a la ofensiva. Es 5º. entre los peloteros con más carreras impulsadas, solamente superado por Hank Aaron, con 2.297 carreras fletadas; Babe Ruth, con 2.213 rayitas empujadas; el controvertido Barry Bonds, con 1.996 anotaciones llevadas hasta el pentágono; Lou Gehrig, con 1.995 producidas por su bate y las 1.951 rayitas impulsadas por Musial, cuyo registro está amenazado por Alex Rodríguez, quien suma a la fecha, 1.950 carreras traídas hasta el plato. Tuvo además 1.949 carreras anotadas: una diferencia mínima de apenas dos rayitas entre el número de impulsadas y las conseguidas por sus piernas, en los 3.026 partidos en donde participó.
Dentro de esos 3.630 indiscutibles conectados, Musial acumuló 725 dobletes, 177 triples y 475 cuadrangulares, para ocupar en este último departamento estadístico, la vigésima octava posición en todos los tiempos, en los actuales momentos.
Coleccionó siete títulos de bateo en la Liga Nacional, al conquistar esos honores en los años 1943, 1946, 1948, 1950, 1951, 1952 y 1957; y contribuyó, ¡y de qué manera!, a la conquista de tres títulos de Series Mundiales para los Cardenales de San Luis, novena que se alzó con los galardones de la Cita de Otoño en los años de 1942, 1944 y 1946, y además participó en 24 Juegos de Estrellas, incluyendo aquellos años cuando se efectuaban par de encuentros anualmente de esa naturaleza.
Con su 1.80 metros de estatura y sus 175 libras promedio de peso, Stan fue caminado por malos lanzamientos hasta la primera base, en 1.599 ocasiones, de las cuales 127 bases por bolas fueron intencionales, compiladas desde cuando en 1954 ese departamento es tenido en cuenta por los anotadores del béisbol, contra apenas 696 ponches recibidos, algo que de por sí indica lo difícil que era para cualquier lanzador de la época, entre los más consagrados y otros no tantos, poderlo dominar al momento de enfrentarlo.
Si esa cifra de ponches recibidos en 23 años del béisbol de las Grandes Ligas, repetimos la cifra, apenas 696 en 10.972 turnos al bate, no es contundente, pues los numeritos del béisbol no sirven para referencia alguna.
En el Salón de la Fama
Catapultado como miembro del Salón de la Fama desde 1969, con méritos más que suficientes, tanto por lo que hizo dentro de los diamantes del béisbol, como también como ejemplo de caballerosidad y disciplina personal, Stan Musial perdió por diferencia de un solo ‘’bambinazo’’, el haber podido conquistar en 1948, la famosa Triple Corona de la Liga Nacional.
Musial obtuvo el título de mejor bateador en ese año, con promedio de 376 puntos, despachando 230 inatrapables en 611 veces turnos, el más alto guarismo en sus 23 años de actividades; ocupando igualmente el primer lugar en carreras impulsadas en esa temporada, con 131, también su registro más alto en toda su carrera; y 39 cuadrangulares, segundo en ese departamento, pues fue superado por un hombre que descosía las pelotas cada vez que le daba la gana, como lo fue Ralph Kiner, de los Piratas de Pittsburgh, quien en siete ocasiones, conquistó el título con más ‘’bambinazos’’ conectados.
Y Stan Musial fue un hombre de béisbol que creció por sus cualidades y calidades humanas, y su gran talento deportivo, en una época en donde los esteroides y las hormonas de crecimiento y otras sustancias tan de moda en los últimos tiempos modernos, no estaban vigentes en el béisbol ni en otros deportes.