Por: Antonio Andraus
Esculpiendo su propio destino, con una ofensiva de primera línea, Ichiro Suzuki, el pelotero japonés que cumple 16 años en las Grandes Ligas, espera arribar a los 3.000 indiscutibles antes del Juego de las Estrellas.
En el béisbol, como en todos los deportes, lo importante son los hechos cumplidos, porque para especulaciones, sobran tiempo y controversias.
Ichiro Suzuki, el formidable jugador japonés que está escribiendo su historia por fuera de su tierra natal, que seguramente dejará separado un nicho en el Salón de la Fama del béisbol de las Grandes Ligas al momento de su retiro, ha sido, por estos días, el pelotero más citado por los críticos, los comentaristas, los técnicos y por supuesto, no hay la menor duda, por la prensa de su país.
Sin embargo, esa estela de grandeza que está esculpiendo este oriental en la pelota de la Mayores, ya empezó a ser objeto de discusiones y comparaciones, que a nuestro simple modo de entender las cosas, no debe servir para armar una alharaca que no tiene los suficientes fundamentos para sustentarse, y mucho menos, para controvertir lo que está probado de manera evidente y con hechos irrefutables.
Se empecinan por estos días, en ofrecer una discusión que no viene al caso. Y lo hacen con tanta vehemencia, que uno queda sinceramente anonadado. ¿Qué es más importante en los actuales momentos, el registro que está fabricando Ichiro en su paso por el Béisbol Organizado, o lo que hizo o dejó de hacer en los estadios de su país? Nos parece a nosotros, simplemente, que lo de Suzuki no tiene nada diferente que aceptar su marca de 3.000 o más imparables, que seguramente compilará antes de que llegue la fecha del Juego de las Estrellas el próximo 12 de Julio, en el estadio de los Padres de San Diego, lo cual, necesariamente, le abre un inmenso camino para obtener un cupo en el salón de los inolvidables.
En Cooperstown tienen asiento los más grandes peloteros que han pasado por la Gran Carpa, incluyendo algunos latinos, pocos por cierto, pero cuya presencia ha sido obtenida por todo lo que hicieron en las Grandes Ligas. Representantes de Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, Venezuela y Panamá, ya tienen poltronas en ese recinto de los inmortales. ¿Por qué entonces no pensar que ya es la hora de que Japón tenga una silla de fama y gloria con un pelotero que se lo merece a carta cabal?
Un hombre de béisbol
La historia para este siglo exhibe una tarjeta verdaderamente valiosa para los analistas del béisbol, en lo que ha hecho Ichiro Suzuki desde cuando llegó a jugar béisbol en las Grandes Ligas. Y sin necesidad de sumarle o restarle lo poco o mucho que hizo en la pelota japonesa, él tiene los méritos suficientes para esperar que los entendidos los exalten, cuando llegue la hora de hacerlo, al Salón de la Fama.
Serio, trabajador, disciplinado, en su ya largo trasegar por la pelota organizada, Ichiro ha dado muestras de esa férrea concentración y deseos de ser un pelotero productivo cada vez que sale a los diamantes a cumplir con el compromiso que le han encomendado. Está siempre dispuesto a ofrecer lo mejor de sí, y su capacidad de juego, no es puesto en duda por nadie, ni por sus estrategas con los que ha trabajado, ni con sus compañeros de equipo en donde ha actuado.
Si tiene o no los más de 4.257 inatrapables conectados sumándole lo que consiguió en la pelota japonesa, con registro de 1.278 indiscutibles, vaya y venga. Pero si no los tiene, tampoco es una debacle, porque para los efectos del béisbol de las Grandes Ligas, ciertamente lo que se tiene en cuenta, es simple y llanamente lo que se hace sobre los estadios que conforman la crema y nata del Rey de los Deportes: los estadios de la Gran Carpa.
Algo similar
Las discusiones que se están dando por estos días, nos recuerda aquellas que se dieron cuando Hank Aaron, el otrora y formidable jugador de color, se acercaba a la marca de los 714 cuadrangulares de Babe Ruth, y apareció en el escenario, como por arte de magia, la semblanza de Sadaharu Oh, el pelotero que en los torneos profesionales del Japón, despachó 868 ‘’bambinazos’’ en sus 22 años de acción con los Gigantes de Tokio, estableciendo una marca de 55 tablazos de cuatro esquinas para una campaña.
Aaron pulverizó el registro de Babe Ruth al contabilizar 755 cuadrangulares en sus 23 años de carrera en las mayores, contra los 714 del ‘’bambino’’ que estuvo vigente por 33 años. Al rededor de esa marca, también surgieron ciento de controversias, todas buscándoles cinco patas al gato, cuando el animal solo tiene cuatro. Ya habrá otro espacio para hablar de ello.
La controversia se zanjó de una manera muy sencilla, muy simple. Oh no jugó en el béisbol de las Grandes Ligas y por lo tanto, su registro es válido para el béisbol profesional del Japón y no para el de Estados Unidos.
Eso mismo hay que aplicarle al caso de Ichiro y su presencia en la Gran Carpa. Sus méritos los tiene por lo que ha hecho sobre los diamantes de Estados Unidos y no por lo que hizo en el béisbol japonés. De tal manera que no hay que sumarle ni restarle nada distinto a lo que se encuentra en los anales de la historia de las Grandes Ligas.
Su brillante carrera está enmarcada en sus cualidades y calidades exhibidas hasta más no poder en las novenas en donde ha prestado sus servicios, empezando por los Marineros de Seattle siguiendo con los Yanquis de Nueva York y ahora, con los Marlins de Miami, club con el que posiblemente concluya sus acciones en la pelota organizada.
Siempre defiende una cualquiera de las posiciones de los jardines, y aun cuando no posee un extraordinario brazo, su velocidad con las piernas y la agilidad y facilidad con que devuelve la pelota al campo interior, le permiten conservar su posición de titular; y en una sola ocasión, el año pasado, lanzó un episodio como serpentinero, luciendo el uniforme de los Marlins, sin mayores complicaciones.
16 años en la Gran Carpa
En este 2016, hasta este 15 de junio, Ichiro tiene una tarjeta con promedio de bateo de 349, despachando 44 imparables en 126 turnos al bate; con 21 carreras anotadas y 9 remolcadas.
Pero a esa fecha, el japonés está a 21 indiscutibles para arribar a la envidiable cifra de 3.000 imparables, a cuyo club en más de un siglo del béisbol de las Grandes Ligas, apenas han inscrito su nombre 30 peloteros, y el único con la cifra exacta en esa tabla es el sempiterno Roberto Clemente, de Puerto Rico.
Con 16 años jugando en la Gran Carpa, y a sus 42 años de edad, pese a que apenas mide 1.55 metros y tiene promedio de 165 libras de peso, es un gigante dentro de los diamantes. Ichiro está demostrando sobre los campos beisboleros que su vista sigue intacta, que su contacto con la pelota está vigente, que su pasión por el juego lo entusiasma como cuando comenzó a practicarlo cuando tenía 11 años, y que se divierte como niño al jugar el Rey de los Deportes.
Con los Marineros, con cuyo uniforme debutó el 2 de abril de 2001, estuvo hasta la mitad de la campaña del 2012; la fase final del 2012 y hasta el 2014, con el ‘’bombacho’’ de los Yanquis; y desde el 2015 hasta la fecha, con los Marlins.
Sus numeritos
Compila 10 temporadas bateando 300 o más puntos de promedio, de las 16 en donde ha actuado; 9.488 turnos al bate, 2.979 inatrapables, para promedio de por vida de 314; 347 dobletes, 91 triples y 113 cuadrangulares; 747 carreras remolcadas y 1.369 anotadas; tiene además 609 bases por bolas otorgadas, 180 de ellas de manera intencional; 1.002 ponches recibidos y 504 bases estafadas.
A la defensiva, Suzuki ha actuado en 2.267 partidos, fabricando 4.862 outs, 121 asistencias y apenas 37 errores, para un gran total de 5.020 lances, y promedio defensivo de por vida de 993.
Qué puede importar ahora si Ichiro suma más de 4.300 indiscutibles entre lo que obtuvo con el madero en Japón y lo que está sumando en USA, si todos sabemos que Pete Rose, tiene la marca registrada de 4.256 inatrapables en el béisbol de las Grandes Ligas, que es la referencia que se tiene a la hora de consultar las estadísticas.
Pero a cambio de esa marca que ahora está haciendo parte de la controversia, a muchos se les olvida que el pelotero japonés tiene un registro de muchos quilates, como es la de conectar 262 imparables en una temporada, superando a seis o siete inmensos peloteros que hacen parte de la cofradía de la fama y la gloria de este deporte.
Grande entre los grandes
Pete Rose, Ty Cobb, Hank Aaron, Stan Musial, Tris Speaker, Derek Jeter y Honus Wagner, para apenas citar a los siete primeros en la tabla de bateadores con más indiscutibles conectados, no alcanzaron la cifra del hoy cotizado bateador japonés, que es marca desde la temporada del 2004 para la Gran Carpa para una sola campaña.
Cuando Ichiro impuso el nuevo registro de los 262 inatrapables, superaba el que había establecido George Sisler, en 1920, con 257 indiscutibles en una temporada. Y desde luego a Ty Cobb, ‘’el Melocotón’’ de Georgia, quien llegó a 248 en 1911; a Stan Musial, en 1948, y a Pete Rose, en 1973, con 230 inatrapables en una temporada, y a otros tantos, inolvidables peloteros de bateo productivo en las Grandes Ligas.
Si todas esas magistrales actuaciones no lo respaldan para obtener un cupo en Cooperstown, hay que tener en cuenta que fue El Novato del Año en la Liga Americana, del 2001; 10 veces jugador del Juego de Estrellas por la Liga Americana; Pelotero Más Valioso en el 2001 en la Liga Americana; Campeón de Bateo de la Liga Americana en el 2001 y 2004; capturando10
Guantes de Oro a la defensiva como guardabosques y 3 Bates de Plata a la ofensiva de la Liga Americana.
Si eso no suma méritos suficientes para ser nominado y, posteriormente, elegido al Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas, porque es un pelotero fuera de serie, pues ¡apaga y vámonos!