Es una vieja historia de los comienzos de la Revolución Francesa cuando María Antonieta, adornada con todas sus finas y valiosísimas joyas, perfumada y radiante, disfrutando su frivolidad, creía resolver con esas palabras los sufrimientos de un pueblo que fallecía de hambre en medio de la indiferencia de los ricos y sibaríticos cortesanos: «Si no hay pan para el pueblo ¿Por qué no le dan tortas?»
«Pan…queremos pan…que nos den pan» eran los gritos de los aldeanos mientras los ricos y encumbrados gobernantes bailaban dichosos en el Petit Tríanon. La Reina María pagó su lujuria caminando erguida hacia la guillotina.
La sociología nos enseña que, si no cambiamos ese estilo autoritario de nuestros gobernantes, vamos a tener las mismas horrorosas dificultades que se vieron en los preámbulos de la revoución francesa. Sin embargo, los comienzos del gobierno presidencial de Juan Manuel Santos, dejan ver claramente una política de equilibrio democrático y una lucha contra la pobreza. Con justicia, quienes no nos hacíamos muchas ilusiones, tenemos que rectificar esa posición -y lo hacemos con espíritu caballeresco y deportivo- con un gesto esperanzador que muy seguramente nos permita a todos, en el inmediato futuro, ver una transformación limpia y eficaz de los instrumentos políticos. La juvenil madurez del Presidente Juan Manuel Santos, nos devuelve la tranquilidad perdida desde los tiempos oscuros cuando fueron asesinados los promisorios candidatos presidenciales Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán Sarmiento, quienes en medio de su apogeo disfrutaban de un cerrado apoyo de casi todas las corrientes políticas.
Más que unidad política, Colombia necesita una globalización de ideas. Esto es lo que hemos empezado a ver en los comienzos del presidente Santos, no sólo en cuanto a la pobreza sino en varios otros aspectos que serán comentados posteriormente. El mejor entendimiento con Venezuela, que es un punto clave para mejorar las relaciones internacionales, está sobre los escritorios de los mandatarios de los dos países, hermanados por su origen y por la historia.
«La política es la ciencia de las exigencias» según Teodoro Parker, citado en el «Dictionary of Quotations», editado en 1906 en Londres por Frederick Warne and Co. Si seguimos en esa línea, como parece entenderlo el actual Gobierno de Colombia, el país se sentirá muy tranquilo y su progreso social y económico, fortalecerán la justicia.
Los colombianos son indiferentes a una educación ciudadana; no sabemos caminar por los andenes. Unos avanzan por la izquierda y otros simultáneamente por la derecha; los que vienen en vía contraria hacen lo mismo y todos suelen tropezarse. Los motociclistas no han aprendido a manejar sus máquinas. Las serpentean y avanzan en zigzag por las calles poniendo en peligro sus vidas. Los automovilistas parquean sus vehículos en las vías de más pesado tráfico para hacer compras formando grandes trancones. No buscan parqueaderos porque les da pereza caminar una o dos cuadras.
Los semáforos son decorativos; los vehículos los pasan en amarillo y -lo peor-también en rojo. El desorden es general. Hacen todo lo contrario de lo que si practican con puntualidad los japoneses quienes pese a su exceso de población, no sufen estas perturbaciones. El Japón es un país modelo en la educación de los ciudadanos.
Y paremos de contar más molestos episodios que, algunos, los creen de ninguna importancia pero que, en realidad, la tienen especialmente en ciudades en vía de gran desarrollo que, en Colombia, son muchas. Además, cambiando un poco el tema, hay que recordar que los principios básicos de la gran ecología son casi totalmente olvidados. Nos referimos al florecimiento de la vida humana y no humana, que hacen parte del bienestar general. Nos referimos al mínimo de las necesidades vitales para la vida que son asuntos que ignora la clase política, que tiene asiento confortable y negligente en las cómodas poltronas del Senado y de la Cámara de Representantes del Congreso Nacional.
***
Post scriptum: Este es nuestro mundo y nuestra vida. Esperamos que el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos asuma con coraje el gran cambio tan largamente esperado por todos.
Desde aquellas notas que publicaba en El Espectador no leia a Mike, con su estilo que recuerda los Sermones Laicos de mi abuelo Forero Franco. De otra parte, en la reciente visita a este pais del presidente Juan Manuel Santos, captamos un buen sabor y una bien estructurada planificación y cooperación colombo-chilena, en sectores tan importantes como el turismo conjunto, la institucionalidad y oportunidades de inversión, comercio e infraestructura. Hacia falta que alguien reconociera la similitud entre estos dos paises, sus habitantes, instituciones e idiosincrasias complementarias, que unidas pueden constituir una sólida defensa para enfrentar este tsunami financiero que ahora nos amenaza desde la Comunidad Europea. Cordial saludo.