A partir del debate donde se
eligieron nuevos Senadores, Representantes a la Cámara y ganadores de las
consultas de las uniones o alianzas para elegir candidato de cada una de ellas
para Presidente de la República, inició la recta final para la celebración de
la primera vuelta presidencial, en la cual, si ninguno de los candidatos saca
más del 50% de los votos, los dos que hayan tenido las votaciones más altas
pasarían a una segunda vuelta, esta vez definitiva, y después de la cual el
candidato que haya obtenido la mayoría en la votación se convertirá en
Presidente de la República, con su respectiva fórmula Vicepresidencial.
En este contexto, contamos entonces en primera
vuelta con múltiples candidatos con sus fórmulas vicepresidenciales, a saber: Federico Gutierrez (mejor conocido como
Fico, con Rodrigo Lara) representando a Equipo
por Colombia, Gustavo Petro (con
Francia Márquez) representando a Pacto Histórico, Sergio Fajardo (con Luis
Gilberto Murillo) representando a Centro
Esperanza, Ingrid Betancourt (con
José Luis Esparza) representando al Partido Verde, Rodolfo Hernández (con Marelen
Castillo), Enrique Gómez (con Carlos Cuartas Quiceno) representando a
Salvación Nacional, Luis Pérez (con Ceferino Mosquera) representando a Colombia piensa en grande y John
Milton Rodríguez (con Sandra de las
Lajas) representando a Colombia
Justa Libres.
Pero estas nuevas elecciones que vendrán se llevarán a cabo en un ambiente muy diferente al que inicialmente se preveía, esto es antes de conocer los resultados de las consultas.
La razón es simple. El manejo que le dio la Registradora Nacional a esas elecciones
fue realmente terrible, espantoso y el clima de desconfianza que quedó es
enorme. El hecho que le hayan aparecido al pacto histórico más de 500.000 votos más, que tiene como
consecuencia que haya cambiado la composición del Congreso de la República, es
un acto sin antecedentes en la historia electoral de Colombia y ha creado un ambiente de desconfianza en el manejo del
máximo organismo electoral de nuestro país con la posibilidad que ante unos
resultados próximos, uno de los perdedores puedan poner en duda las cifras de
los nuevos escrutinios y esto podría llevar a que se presente una enorme reacción de opinión, que nos lleve incluso
a problemas graves de orden público.
Lo increíble es que el Registrador Nacional del Estado Civil, organismo independiente del
sistema electoral, no haya explicado a la ciudadanía qué fue lo que sucedió ni
explicación alguna y además no se conozcan medidas correctivas que hayan sido tomadas
para que esta absurda e inentendible situación que se presentó no vuelva a
ocurrir.
Ya es hora de que el nominador de registrador es
decir las altas Cortes, hubieran tomado medidas de control a lo sucedido, pues
estamos ante una probable falta grave que ha menoscabado la credibilidad en el
máximo organismo electoral que pondría poner en duda los resultados de los
próximos comicios electorales.
Ha faltado incluso que los partidos políticos
convoquen unas reuniones de control y den su opinión sobre lo sucedido.
Por otra parte, ¿cuál ha sido la acción de control
que ha hecho el Congreso de la República,
la Procuraduría General de la Nación e
incluso la Fiscalía para investigar,
en este último caso si hubo un caso doloso con implicación penal o el Consejo Electoral, en tan graves
anomalías que se vivieron?
Avanzan las campañas y sabemos que habrá resultados reñidos. Cualquier duda que se llegare a presentar, si no se toman medidas correctivas será muy grave y peligrosa para la estabilidad de las instituciones.
El futuro de Colombia requiere de grandes transformaciones para lograr el desarrollo armónico y equilibrado de nuestro país, cualquiera el Presidente que se elija, pero para ello se requiere que estas elecciones estén enmarcadas un en ámbito de trasparecía y legitimidad pues de lo contrario entraríamos en un periodo muy peligroso para el destino y futuro de nuestra Nación.