Quién lo creyera: cayeron las tarifas de los parqueaderos en Bogotá, sin necesidad de un nuevo decreto. Fue mucha la lucha de las autoridades del Distrito y de la ciudadanía, para impedir que se impusieran la avidez, la codicia y la rapacidad de los dueños y representantes de los parqueaderos, para establecer nuevas tarifas el año anterior.
Hay que recordar la protesta de los propietarios cuando salió el oneroso decreto que, sin recato alguno, introdujo las grotescas manos en los bolsillos del sufrido pueblo.
Les pareció que casi cien pesos por minuto, era una birria, una miseria, una bagatela, por guardar un carro, sin responsabilidad alguna, sin comodidad y sin seguridad. Si a alguien le hubieran respondido por daños en un vehículo, dejado al cuidado de un estacionamiento, ya se sabría.
La medida oficial, fijó en 97 pesos, el tope máximo por minuto. Estableció una serie de condiciones para cobrar esa tarifa, pero todos se apresuraron a elevarla a esos niveles, sin cumplir las normas. Como siempre sucede, la autoridad nunca hizo respetar la regla y la cosa fue quedándose así.
Hace como cinco años, se cobraba por hora o fracción. Así que si el automotor permanecía 60 minutos y un segundo, pagaba dos horas. Era injusto. El humorista Hugo Patiño, de sábados Felices, en calidad de concejal de Bogotá, logró cambiar la norma y establecer otra pauta que consistía en cobrar por cuartos de hora. Mucho menos injusto, pero los avivatos dueños, nos “clavaron”, con un alza irregular. Pues si la tarifa era de 1.200 pesos la hora, fijaron el cuarto de hora a 400 pesos.
Luego vino la determinación de cobrar por minuto y ahí si fue la debacle: aprovecharon ese desbarajuste para elevar estruendosamente los precios. Ahora sale más económico tomar un taxi, lanzarse a los interminables trancones, que salir en el carro y pagar un parqueadero.
Por lo menos así estaban las cosas, porque han tenido que bajar los precios a tal punto que todo el mundo está aterrado. Se consiguen en la zona rosa y en la 93 a 50 pesos el minuto. Increíble. Se ha impuesto la ley de la oferta y la demanda.
Solo falta que la Alcaldía ajuste los contratos de los parqueaderos distritales, que tan onerosos le salen a sus finanzas y las de la ciudadanía. No hay que permitir que se abuse de la gente.
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